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Luna había pasado horas frente al espejo corroborando verse realmente bien. Creo que es poco decir que estuvo más de una hora mirándose en su reflejo bufando y cambiando sesenta veces de prendas.
Cuando estuvo lista, aún así no convencida con lo que llevaba puesto, se dirigió al parque, su parque, para encontrarse con su chico fresa.
Él ya la estaba esperando sentado en la banca debajo del gran árbol de Romeo y Julieta (como ellos solían llamarlo), con su guitarra en mano y una sonrisa de oreja a oreja en el rostro. Ella no podía dejar de sonreír.

—¿Que onda chico fresa? ¿como estás?

Dijo con un tono de timidez al hablar, pues no habían vuelto a hablar desde que sucedió aquel beso en el cuarto de ella.

—Te ves muy linda, chica delivery. Siéntate aquí, ven.

Él señaló a su lado, y ella no dudo en asentir y sentarse allí.

—¿Tu crees que me veo bien? de veras, me siento tan incómoda.

—Es que en realidad jamás te ves mal.

Dijo él sonriendo, y las mejillas de Luna empezaron a adoptar un tono rojizo.

—Gra.. gracias, —titubeó— tú no te quedas atrás eh, Matteito.

—Gracias. —rió— Mira Luna, si te cité acá no sólo fue por extrañarte, —ella lo miraba con atención mientras sus ojos brillaban a más no poder— aunque sí lo hacía, y no sabes cuánto. —rió– pero también quería decirte otra cosa aún más importante.

—Dime.

Ella rió nerviosa y él la tomó de la mejilla, a lo que esto despertaron a las mariposas que Luna llevaba dentro y su corazón empezó a latir con fuerza.

—Pues... Mira... Yo...

—¡Ya chico fresa! ¡habla! es que me muero de nervios.

Ambos rieron.

—Ah que eres impaciente, chica delivery. Espera, no es fácil. —esta vez las manos de Matteo bajaron hasta las de Luna y él entrelazó sus dedos con los de ella– Mira, quería decirte que me cansé.

—Te... ¿te cansaste?

Su sonrisa desapareció, y las mariposas quedaron inmóviles dentro. ¿que le estaba diciendo? ¿se había cansado? pero... ¿de que? ¿de que ella sea un desastre? ¿de sus tropiezos? ¿de que ella sea tan despistada? las mariposas se habían detenido, pero su mente no. Imaginaba cosas sin parar.

—Si Luna, me cansé.

—Pero, ¿de qué Matteo?

—De no estar contigo, de no tenerte a mi lado. De no poder intentar algo sólo por no lastimar a Ámbar o a Simón. Me cansé de que las cosas sean como deben ser.

Matteo la soltó de las manos y la atrajo hacia el tomándola por la espalda, y sin pensarlo dos veces la besó. Otra vez. Como aquella noche.
Las mariposas de Luna volvieron a despertar, y su corazón parecía que iba a salirse de su cuerpo. Matteo la pegó aún más a él, y ambos podían sentir que tan rápido latían sus corazones, y la rapidez en la que sus pechos bajaban y subían.
Se separaron y se miraron por varios segundos, los dos se sonrieron y sus ojos brillaban tan fuerte como nunca.

—Matteo, yo...

—Sh, espera, y no es todo. —Matteo la tomó de la mano, hizo que ella se levantara del banco, y la sentó en sus piernas. Luna rió nerviosa y lo abrazó por los hombros, quería estar toda la vida así.— Quería preguntarte Luna, si querías, ya sabes, ser mi novia, oficialmente.

Ella quedó atónita por unos minutos y luego besó sus labios otra vez, eran adictivos.

—Pero es que Matteo, yo soy un desastre. Tal vez no sirva para esto. Tal vez te vuelva loco y a los tres días te aburras de mí. No lo sé, tal vez...

Matteo puso su mano en la boca de Luna y rio. Ella lo miraba aterrada, no quería que todo se fuera por la borda si empezaban una relación.

—Luna, no pienses tanto. Jamás me aburriría de tí. Tal vez sí, eres un desastre, pero eres el desastre más hermoso que se ha cruzado en mi vida, y no te imaginas lo feliz que me haces.
Deja de pensar en lo que va a pasar en un futuro, vivamos el ahora. Y juntos.

Luna ya estaba largando lágrimas de felicidad, estaba tan feliz y tan asustada a la vez. Las palabras que había dicho Matteo rondaban por su cabeza una y otra vez “vivamos el ahora, y juntos” y le era inevitable sonreír. Él también la hacía la persona más feliz del planeta tierra, y no quería alejarse de él jamás.

—Y entonces, chica delivery, ¿quieres ser mi novia?

Luna rió y lo besó.

—Sí, quiero.

Dijo al fin, y él sonrió y la abrazó fuertemente. Quería tenerla así, por siempre, y que nadie arruinara aquel momento nunca más.

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2016 ⏰

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disaster; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora