Capítulo 22

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~Min~

Observo su lento andar, como sus pies descalzos se mueven sobre la alfombra. Mi mirada asciende despacio, recorriendo a detalle sus largas piernas y el resto de su figura, cubierta únicamente por mi camisa blanca. Una vista bastante agradable. Su encanto y sensualidad es innegable y difícil de resistir.

Verla me hace recordar a mi adorada mujercita y también al cretino de Seung. ¡Cretino! Si no fuera por él, en estos momentos todo ese dinero estaría en mi poder y al mismo tiempo seria libre.

Sid. No puedo mentir, me divertí con ella en algunas ocasiones, pero sobre todo esas últimas noches. En las que obtuve más reacción de su parte que cuando intimábamos por voluntad propia. Siempre se mostró aburrida y perfecta, eso me hastiaba. No había nada que la sacara de sus casillas, ni siquiera la insistencia de mis padres o amistades. Siempre tenía una respuesta amable y una sonrisa. ¿Quién diría que sería una zorra con él? Me gustaría saber si cambia algo si hubiera sido otro.

¿Enamorarse de ella? Menudo imbécil resultó mi primito. Pero se equivoca si piensa que esto se ha acabado y que tendrán su final feliz. No soporte todo este tiempo por nada, para que venga y me quite lo que me corresponde después de fingir que era el esposo ideal. Quizás solo sea eso, que ese cretino solo busca quedarse con el dinero. Aunque me gustaría creerlo y darle así una lección a esa estúpida, no es eso. Le conozco demasiado para saber que no es solo por sus bragas o dinero.

―¿Qué maldad estás pensando ahora? ―inquiere sonriendo de lado, pasando sus dedos por el cuello de la camisa, dejando parte de su piel a la vista. Es una maldita seductora.

―¿No deberías estar con tus padres? ―pregunto cuando la tengo delante de mí. Ríe llevándose la copa a los labios. Da un sorbo y después la acerca a la mía. Trago, tomándola de su mano.

―Al igual que todo el mundo, solo pueden pensar en Sid. Es cansado escucharlos decir lo mismo. No me interesa ―responde con desdén agitando la mano, colgándose de mi cuello.

―Podrían sospechar.

Hasta el momento no lo han hecho, y eso se debe a que nuestros encuentros han sido fuera de la ciudad. Donde a ninguno de los dos nos conocían. Siempre he sido precavido, pero después de que mi adorada mujer me dejara con las ganas, he tenido que buscar un desahogo.

―Te he dicho que en lo único que prestan atención estos días es en lo que ocurre con ella y su reprobable conducta ―ironiza mirando el techo―. Así que dime, ¿Qué tienes en mente? ¿No te preocupa el juicio de mañana? No fuiste muy bueno que digamos con ella, deberías estar un poco inquieto ―dice con una fingida preocupación, porque sé de sobra que no le tiene el menor afecto. Casi podría jurar que le odia.

Me encojo de hombros, dando otro trago. Es cierto que presentó las pruebas de golpes y las heridas que le provoque, pero los abogados apelaran a la reacción de un hombre dolido por la infidelidad de su amada esposa. Tengo muchos testimonios que confirman que soy un hombre respetable y que nunca antes he tenido alguna conducta violenta, además de que adoraba a mi mujer.

Aunque es probable que no se necesite nada de eso, puede que no se presente a la audiencia. Legalmente sigue siendo mi mujer, así que su fortuna pasara a mis manos, si por casualidad le ocurriera algo malo. Algo como un terrible accidente.

―No realmente ―contesto sin querer dar detalles. Por el momento es mejor que no conozca mis planes―. Pero deberías irte. Es tarde.

Arruga la nariz, sentándose descaradamente sobre mis piernas. Frotando su trasero intencionalmente.

Una pasión peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora