Capítulo 4

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La promesa de sus palabras hace que mi cuerpo de estremezca, deseoso por sentirlo dentro de mí, porque cumpla lo que ha dicho, porque me haga perder el control y me haga olvidarme de quien soy. Su mirada salvaje y primitiva me recorre el cuerpo provocando que se me erice cada vello de la piel. Dibuja una ligera sonrisa y toma los tirantes de mi babydoll, los baja despacio y comienza a besar mis hombros desnudos. Suspira y su aliento me obliga a cerrar los ojos conteniendo el aliento. Esta torturándome a propósito.

―Me gusta tu piel ―Susurra sin apartar sus ojos de los míos, que lo siguen con veneración.

Toma de la parte inferior de la prenda y comienza a subirla por mi dorso, levanto los brazos y él sonríe, pues le facilito la tarea. Estoy completamente a su merced y para su fortuna, no pienso negarle nada. Ladea la cabeza y contempla mi desnudez.

¡Me gusta!

Me gusta demasiado la forma en la que me mira. Como si estuviera a punto de comerme. Mueve su mano hasta colocarla sobre mi estómago y sus dedos comienzan a trazar figuras. Parece abstraído en sus pensamientos. Se inclina y me planta un beso en el ombligo, todo sin dejar de mirarme. Cosa que agradezco, pues es como si sus ojos me hipnotizaran y rompieran mi control. Pasa las manos por detrás de mi espalda y desprende mi sostén. Se inclina sobre mis senos y jadeo ante la expectación, sin embargo no los toca, deja escapar su aliento sobre uno de mis pezones y sonríe con malicia cuando nota que se ponen duros. Me mira divertido y se aparta. No puedo evitar fulminarlo con la mirada, está jugando, provocándome.

Sus dedos sujetan el borde de mis bragas y entonces una ola de calor recorre la parte interna de mis muslos. Haciendo que entre en alerta. Quiero lo que me promete, pero la espera me está matando. Las baja lentamente, deleitándose con el recorrido, hasta que llega a mis tobillos y sacarlos de mis pies. Entonces me contempla de nuevo.

―Hermosa ―Murmura con una expresión que denota satisfacción. Una que ojala pudiera contemplar en los ojos de Min. ¡Min! ¿Qué rayos hago?  

El atisbó de racionalidad desaparece al instante, cuando las manos de Seung separan con brusquedad mis piernas y se mueve hasta situarse entre ellas. Posa su lengua sobre mi rodilla y la hace ascender hasta llegar a mi sexo. Cierro los ojos y aferro con fuerza las sabanas.

Lo único que escucho es mi respiración agitada y el correr de las manecillas del reloj que adorna la sala. Es más de media noche, la casa está sumida en silencio, lo que me recuerda que debo permanecer callada.

Seung levanta mis piernas hasta colocarlas sobre sus hombros y dedicándome una sonrisa perversa comienza a devorar mi clítoris. Su lengua es ardiente y feroz. Muerdo la seda que cubre mi boca, cuando da un lametón que me hace ver luces de colores. Luego cambia la rutina hundiéndola y trazando círculos que me obligan a elevar la cadera haciéndola chocar contra su rostro, en busca de más contacto. Sus manos se clavan a mis muslos aferrándome con fuerza, deja escapar ligeros sonidos que terminan de excitarme. Gimo y me retuerzo sobre la cama, completamente fuera de sí. Espasmos comienzan a sacudir mi cuerpo, indicándome que estoy al filo del precipicio. Se detiene un instante y mis manos vuelan hasta su pelo tirando con fuerza y obligándolo a continuar, escucho una ligera risa, pero estoy cegada por la pasión, así que lo ignoro y gimoteo.

Levanta el rostro y me dedica una mirada de reproche. Estoy haciendo ruido y sé que ha dicho que no debo, pero está volviéndome loca. Sonríe y entonces reanuda su labor. Esta vez con más intensidad, dos dedos acompañan a su boca haciendo que mi orgasmo regrese con más fuerza. Entonces, estallo dentro de su boca, la cual se aferra a mí como si fuera el más delicioso fruto, que jamás hubiera probado. 

Hace bajar mis piernas y entonces suspende su cuerpo sobre el mío, haciendo que su miembro choque contra mis muslos y de nuevo las ganas se agolpen en la unión de mis piernas. Es una locura, lo acabo de sentir, pero mi cuerpo quiere más. Seung mantiene su rostro suspendido sobre el mío. Parece no tener intensiones de moverse, así que tomo la iniciativa y paso mis manos por su nuca atrayéndolo a mí, necesito sus labios, así que intento librarme del paño que cubre mi boca.

Una pasión peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora