PRÓLOGO: Inspiración

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¿Cómo ha de saber uno cuando las historias son verdaderas? ¿Es acaso cuando el artista omnisciente
cuenta la verdad y solo la "verdad"? ¿O es cuando el héroe nos cuenta sus épicas hazañas? Todas y cada una de ellas cuentan una verdad, lo más verídica posible para el narrador, pero tal vez nunca sea solo "la verdad". Lo mismo sucede ahora, pero ¡bah! Nadie nunca hace caso a los desvaríos de un artista; así que será mejor que comience. Después de todo, esa es la razón por la que estás aquí, ¿no? Para escucharme y reírse de este pobre pintor...

Como sea deberíamos comenzar, no sé cuánto tiempo tengamos hoy. Se podría pensar que empezó muchos años antes de esta historia. Realmente no puedo decir si eso fue lo que originó este caos, pero es lo que todos han dicho... fuera lo que fuera, todo tiene que tener un comienzo, sí o sí; de no ser así, ¿cómo explicaría la situación en la que me encuentro? mmm... ¿cómo empezaré? Quizá con algo sencillo como "Era una hermosa tarde de invierno, tal vez una de esas en las que prefieres quedarte en casa, ya sea por frío o lo que sea..."

Cualquiera podría decirte que era un día para encerrarte, sin embargo no lo hice como se suponía que debía ser. No, salí a una cita con mi neurótica, celosa y exagerada, pero muy hermosa, delicada y detallista novia, Leia. No existen palabras para describirla en su totalidad, era muy impredecible. Como siempre, la cita sería en nuestro pequeño espacio personal: un parque cercano a nuestras casas en el que solíamos encontrarnos siempre que nos era posible.

Al llegar la vi sentada con sus manos entrelazadas mientras veía algún punto fijo a la distancia, eventualmente pasando sus dedos en aquel sedoso cabello negro suyo. Era como para decir que intentaba modelar y conquistar a quien pasara, pero esa era su pose, ¡Esa maldita postura que siempre hacia cuando quería algo! Pero, ah, era la expresión más bella que podía hacer... Me atrevo a decir que fue ella quien me inspiró a convertirme en un artista, un pintor. Pero eso no tiene relevancia, ¿o sí?

Bien, Ahora, ¿dónde estaba? ¡Ah, sí! La reunión en el parque.

No hay mucho que decir; no tardó mucho y
tuvimos una conversación muy placentera: un chiste aquí, una anécdota acá e infinidades de temas sin sentido. Todo normal hasta que su sonrisa se esfumó y soltó la bomba con su voz tan suave que aún me sorprende y atemoriza saber que podía hacer:

"Tenemos que terminar. Ya no estoy feliz contigo y no puedo continuar haciéndome esto, lo siento tanto... adiós."

Y sin más, sin esperar a que reaccionara o dijera algo se levantó y camino como si el sendero fuera suyo, al igual que el mundo mismo... mi mundo. "Me quedé pasmado en el banco del parque, con lágrimas resbalando por mi mejilla y los mocos saliendo descontroladamente por mi nariz" como desearía haber hecho eso, en su lugar me levante tras ella y aprisione su mano en la mía, estaba increíblemente enojado, nunca habría imaginado que había en mi tanto enojo y rencor, pero ahí estaba; una nombra a punto de estallar. Ella batalló e intentó soltarse, pero mi agarre en su muñeca era mayor que sus patéticos esfuerzos

No regresé a casa ese día, aún con el frío, el viento y la lluvia, no regresé; en cambio, la seguí. Muy de lejos, siempre varios pasos detrás, pero lo suficientemente cerca para poder ver con detalle el vaivén de los mechones de su cabello. No lloró y no se veía triste en lo más mínimo; parecía disfrutar de su más reciente "libertad". Salía de tiendas con ropa nueva y alguna que otra cosa cuyo uso desconozco.

Después de unas horas volvió a casa... por unos momentos nada más, porque luego salió una vez más. Salió a bailar, a tomar y a coquetear con el primer tipejo que se cruzara con ella, y yo... Yo sentía que una pequeña parte de mi corazón se destrozaba con cada beso que daba, con cada baile que compartía con alguien y con cada pequeña conversación que tenía con alguien que no fuera yo.

Sabes, después de tanto tiempo aún siento que ese fue el invierno, ¡qué va, el día más frío de la historia! y con todos estos años no puedo dejar de pensar dos cosas: primero; ella era una hermosura, aun en ese momento, con sus ojos llenos de dolor y sin su perfecta sonrisa al principio durante esa tarde; y segundo; era una desgraciada de lo peor, olvidándose de mi a la primera hora de haberme botado a la basura para irse a revolcar como cerda con el primer ser viviente que caminara en dos patas y tuviera como satisfacerla.

Suelo pensar algunos días que heme aquí ahora por ella, sólo y al borde –o quizá un poquito más allá-
de la insanidad, imaginando qué sería de mi vida si aún saliera con ella, pensando en si todo esto podría haberse evitado si tan solo hubiese tenido el coraje para decirle:

"Por favor... no me dejes"

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