Eternidad de esperas

3 0 0
                                    

En una tarde lluviosa, la casa azul se teñía de amarillo, en una nostalgia fría, donde te vi cruzar la puerta. Me dijiste, abrazándome contra tu pecho, que te ibas de viaje para traer cambios, para vos y para mí, que nuestra vida iba a mejorar y que por fin íbamos a ser felices. A regañadientes sonreí, y te dije que estaba bien, pero no, no te creí ni un poco. Me pediste que me siente a mirar por la ventana, que ibas a volver con oro, plata, regalos a montones, y que no me mueva. Me pediste que jurase fidelidad, que vos ibas a volver pronto, que te ibas lejos pero que ibas a buscarme, para llevarme a aquel paraíso. Asentí y prometí que te iba a esperar.

Te vi cruzar la puerta, mirándome a los ojos, de manera perversa. Y me senté. Miré como el día se escondía atrás de la luna, y como el anochecer desaparecía a tempranas horas. Vi jugar a los nenes que ahora cruzan con sus novias los domingos a la tarde. Vi al invierno fundirse en primaveras coloridas, y vi al verano teñirse de naranja en marzo. Vi a los padres empezar a dar la vida por sus nietos. Vi mi pelo quedarse sin color mientras vos no aparecías en la casa. Esperé un día, una semana, un mes, un año y una eternidad. Siempre supe que no ibas a volver, siempre supe que el viaje era un cambio para vos, siempre supe que los regalos no iban a llegar a mis manos. Pero, lamentablemente, la esperanza es lo último que se pierde.

VosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora