CAPÍTULO 0: El Kozmos

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El Kozmos es la composición magnifica de cinco mundos, creados para vivir en armonía y equilibrio, dependientes el uno del otro de maneras extraordinarias que ningún ser mortal pudiese entender, pues si alguno de estos desapareciera el bienestar d...

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El Kozmos es la composición magnifica de cinco mundos, creados para vivir en armonía y equilibrio, dependientes el uno del otro de maneras extraordinarias que ningún ser mortal pudiese entender, pues si alguno de estos desapareciera el bienestar de los demás mundos se vería gravemente afectado.

Hace miles de años el Kozmos tan solo era el sueño fugaz de dos extraordinarios seres de luz, destinados a vagar por la eternidad con tan solo su mutua compañía. El primero, Dios, con una enorme sabiduría e inmenso amor; el segundo, un gran dragón de escamas moradas y ojos brillantes, amante de la alegría y enemigo de la traición, el Hënë. Dos deidades diferentes pero iguales que soñaban con formar un mundo donde no existieran malicias ni engaños, justo como la relación que tenían.

Hënë creo dos mundos, el primero era desértico, no contaba con las características que el dragón necesitaba para habitarlo, por lo que a este mundo lo llamo Mërgim, y se dispuso a crear otro, que a diferencia del primero contenía bellos mares y pintorescos paisajes con miles de colores mezclados y fusionados, era tan hermoso que lo llamo Hijerëndë. Convencido de que ese era el lugar que tanto había soñado se dispuso a procrear un hijo, uno que amaría más que cualquier cosa, incluso más que a él mismo. Desafortunadamente, sin poder predecirlo o evitarlo el pequeño dragón nació débil y enfermizo, por lo que Hënë decidió alejarse del lado de Dios para poder cuidar de su primogénito.

Ante tal abandono Dios creó su propio mundo al cual bautizaría como Parajsë y diseño a su semejanza seres que le servirían por el resto de su existencia, sin embargo, les coloco dos enormes alas, para que no tuviesen ningún obstáculo al cumplir sus misiones u objetivos. Dios creo ocho ángeles, ocho hijos, que llevarían parte de su sangre en ellos, a los que amaría tanto como Hënë al dragón.

Lo deseado había sido cumplido, los tres mundos funcionaban como lo habían querido ambos; el descendiente de Hënë había crecido a pesar de ciertas limitaciones que tenía, pues no alcanzaba el enorme poder del gran dragón. Dios había creado más ángeles, y a los ocho primeros les dio un rango superior, porque le habían demostrado que su amor era firmemente correspondido. Aunque no por uno de ellos.

La tranquilidad fue arruinada por uno de los hijos de Dios, un arcángel que envidiaba el poder de su padre, él quería ser igual e incluso más poderoso; realizo una revuelta queriéndose igualar con su creador. Sin embargo, al no poder superarlo al arcángel se le arrancaron las alas y fue desterrado a un nuevo mundo que creo Dios, árido y a la vez frio de maneras extremas, este era el nuevo mundo llamado Ferr.

Entonces una nueva especie surgió, al ser un ángel caído perdió ciertas habilidades, pero su resentimiento y odio a Dios lo hizo desarrollar otras, el arcángel se denominó a sí mismo como demonio, al igual que un nuevo nombre: Satanás. Ante la desesperada sed de venganza acudió al ser que podía igualar a Dios, Satanás le suplico a Hënë que le ayudara, pero este se negó de inmediato al no quererse entrometer en los asuntos que no le correspondían. Cegado por la rabia, Satanás le advirtió a Hënë que crearía más demonios y estos se alimentarían de la carne de su hijo.

Desesperado ante la amenaza acudió a Dios en busca de ayuda, el hijo que había desterrado quería acabar con la existencia de su progenitor; Dios indignado y sumamente decepcionado de los seres que había creado hizo un trato con el dragón. Ambos crearían una especie diferente, el dragón una poderosa que protegiera a su hijo y Dios una dependiente de él, con muchísimas limitaciones y que sin su ayuda jamás vivirían.

El dragón aceptó, así que tomó elementos que conformaban Hijerëndë; el agua pura que corría por los ríos, lagos y mares, la corteza de los sólidos árboles, el rayo de luz que iluminaba cada amanecer y el frio viento que corría cada noche; con ello creo seres poderosos que serán capaces de acabar con los demonios. Hënë creo cuatro brujas. Sin embargo, sentía que aún faltaba algo en la especie, alguien que las guiara cuando él ya no pudiese, pero también alguien noble y justo que buscara la verdad, ante todo, incluso cuando ya no la hubiese.

Se arrancó dos escamas, una de su frente y otra de su lomo; la primera la quemó por completo y la unifico con su aliento, mientras que la segunda fue envuelta en un beso, creando dos brujas diferentes, pero necesarias la una a la otra. Ellas vivirían en Hijerëndë.

Dios unifico un nuevo mundo, Töke, que estaría en el centro de los cuatro existentes, sería la puerta a cada uno de los mundos y además allí habitarían los humanos, hechos a su semejanza. Los dos crearon a sus especies para necesitarse mutuamente, las brujas necesitaban un humano para poder procrear, mientras que los humanos necesitarían un amor puro y sincero al cual venerar, solo existían dos acuerdos que no debían violar:

Las brujas debían ir hasta Töke para procrear y los humanos jamás se enterarían de la existencia de los mundos restantes.

Y entonces el Kozmos se creó, fue unificado como el equilibrio para cada mundo y así se cumplió el sueño que dos amantes de la soledad habían querido. El maravilloso Kozmos.

Witch Tarix: La Última Bruja BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora