"Oh no..."

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{Matias}

Llegó Franco a decirles a Lara y a Axel que me tenían que dejar solo.
Luego de que me desearan suerte, decido subirme a mi auto para empezar a concentrarme.
Había llegado ésa noche tan esperada para nosotros, había mucha plata en juego y no queríamos llevarnos una derrota al taller.
Dylan, quien estaba al lado del auto, baja el vidrio de mi lado y cierra la puerta mientras me acomodo los cinturones de seguridad. Una vez que terminado eso, pongo en marcha el auto y -regulando-  voy hacia la largada con una mano apoyada en la puerta, aparentando sostenerla. Había mucha gente, y muchas de esas personas me tocaban la mano o el brazo mientras me alentaban. Me había ganado una buena fama, no sólo por ser uno de los más rápidos de mi ciudad, sino que también por ser un "buen chico".
Me acomodé en el costado derecho de aquella ruta. Gabriel no había llegado aún, así que hice una tirada de  40 metros para calentar las ruedas. Cuando estoy volviendo en reversa, Dylan, me mira preocupado.
—Matu, creo que se mueve mucho de atrás. —Me avisa.
—No, imposible. En las pruebas que hicimos en la semana no se movía, al contrario, estaba muy rígido. —Le respondo serio.
—Tira otra vez, quizás sean las cervezas que me tomé las que me hacen ver cualquier cosa. —Me dice medio divertido.
Hago otra tirada, un poco más larga.
—Ahora no se mueve tanto, tal vez vi cualquier cosa Mati. —Me dijo Dylan, aunque no muy convencido.

Llegó "El Gato", hizo una tirada de 30 metros y volvió a su sitio, colocándose a la par mía.

—Te veo en diez segundos. —Me despide Dylan. Yo sólo le sonreí y levanté el vidrio.
Miré al chico que nos iba a largar, quien levanta la mano del lado izquierdo para que Gaby acelerara, levanta la mano del lado derecho y acelero yo. Cuando baja las dos manos juntas, se larga la picada.

Saco una pequeña ventaja sobre el otro auto. Pero cuando pongo segunda, curiosamente mi coche se mueve hacia la banquina. Fue tan leve que casi no lo siento, pero cuando puse tercera siento como la rueda trasera del lado derecho se cae. El auto comienza a irse fuera del camino y en el afán de querer corregirlo se cruza sobre aquella ruta, volcando sobre mi lado derecho después de dar cinco vueltas.
Para mi desgracia, entre la tercera y cuarta vuelta se corta uno de los cinturones de seguridad, por lo que quedo desatado debido a que el otro no logró retenerme a la butaca de aquél 128.
Me golpeé muy fuerte la cabeza, escuché los vidrios explotar, la chapa y los hierros abrirse, e incluso otros doblarse.
Y ahí quedé yo, cruzado en medio de la ruta con la mitad del cuerpo sobre el tablero del auto.
No sentía mis piernas, pero sentía correr la sangre por mis brazos, mi cara y mi cuerpo.

—¡¡¡MATU!!! — Se escucha que gritan desgarradoramente desde lejos. Fue una de las últimas cosas que pude oír antes de perder el conocimiento.

Sentía que me moría, que ya estaba todo perdido y que mi hora había llegado. Era una ironía ¿De aquella forma debía morir?
Cerré mis ojos lentamente. Se me cruzó por la cabeza una promesa que le había echo a mi novia hace un tiempo, la cual consistía en que jamás la iba a dejar sola.
Pensé en el último beso, y en el último "Te Amo" que le pude decir. Estaba seguro de que era mi fin.

En ése instante, se oye un "Click-clang" característico de cuando se abrían o se cerraban las puertas de aquél auto. Y éso fue todo, en ése momento me desmayo.

{Lara}

Tenía la mirada fija en el auto rojo que conducía mi novio. Axel y Franco hablaban animadamente a mi lado.
Un par de chicas se acercan a mí con una gran sonrisa en sus rostros.

—¿Te gustó alguno? —Me pregunta una de ellas, por lo cual no puedo evitar reír.
—El del 128... Es mío. —Les comento orgullosa. Los ojos de ambas se abren con sorpresa.
—¿Y apostaste? —Me pregunta la otra muchacha. Negué con mi cabeza a la par que metía mis manos dentro los bolsillos de mi chaqueta.
—Vengo a apoyarlo, nada más. Sólo quiero que ésto termine pronto, para así me lo puedo llevar a casa. —Murmuro haciendo una mueca con los labios.
—Por la manera en la que te miró Gaby durante toda la noche, creo que estará corriendo por algo más que dinero. —Me comentó la bonita pelirroja, que había sido la primera en hablar. No evité poner mis ojos en blanco antes de encogerme de hombros.
—Ayúdenme a alentar a mi novio. —Fue todo lo que dije, no sólo para cambiar de tema, sino porque ambos autos ya estaban posicionados y apunto de largarse a correr.

Una vez que la carrera empieza, mis gritos eufóricos no se hacen esperar, al igual que los de las muchachas a mi lado. Pero toda mi ilusión y emoción se desmoronó en un pestañeo.
Veo dar vueltas al auto que mi novio había armado con tanto entusiasmo junto a sus amigos, y detenerse con un estruendoso golpe en seco.
No podía reaccionar más que para tapar mi boca, así no dejaría salir el sollozo que debería haber soltado ante la impresión. Axel se había paralizado a mi lado y una de las muchachas tan sólo había apoyado una de sus manos en mi hombro derecho.
—¡Axel, anda a buscarlo! — Son las palabras que me hacen reaccionar.
Comienzo a correr detrás del mejor amigo de mi novio -quien grita su nombre desgarradoramente- los metros que nos separan del 128.

El castaño abre la puerta apresuradamente a la par que Franco estaciona su auto a nuestro lado. Mientras Axel y Dylan suben a mi chico -totalmente destruido- a los asientos traseros, yo me acomodo en el asiento del acompañante.
Me encantaría poder estar a su lado, pero a la vez entré en pánico. No podía ver al amor de mi vida así, no podía perder la poca tranquilidad que me quedaba en esos momentos, no importaba cuanto miedo estaba teniendo yo en ése instante. Ahora sólo importaba Matias y que llegáramos lo antes posible al hospital.

Sueño de una victoriaWhere stories live. Discover now