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Un asalto de deseo perverso, manchó la tierra de un color obsidiana. Las montañas, las llanuras y todo lo que puramente fluia en esas tierras fue arrasado sin piedad por el fuego y la oscuridad.

Todos estaban atemorizados. Los monstruos eran más fuertes de lo que sus mentes imaginaban. La mayoría de los ancianos y jóvenes oraban en el santuario del castillo totalmente desesperanzados.

-¡Oh!, ¡Es el fin del mundo!, ¿La diosa realmente nos abandonó? -Gritó uno de los ancianos arrodillándose y juntando sus manos-.

No había señal de la diosa desde la última vez que se vio junto con la extraña ave de plumaje carmesí.

-¡Se que alguien vendrá a ayudarnos! -Un joven decía desesperado- ¡Los dioses no nos pueden abandonar ahora que los necesitamos!-.

Ya en el campo de batalla Link empuñaba su espada con fuerza. Hasta los mismos soldados se habían arrodillado a orar al ver la gran fuerza del enemigo. Pero el caballero sólo se limitó a mirarlos seriamente. Su gente mantenía una falsa esperanza de que alguien de otras tierras o los mismos dioses iban a ayudarlos. 

Sin embargo, también se sentía superado en esta batalla. Más bien, no perdía las esperanzas.

-Sus oraciones no van a derrotar a los demonios.-Habló con claridad mientras esbozaba una sonrisa. Alzó su espada-. ¡Debemos de ir y hacernos frente al Rey de los Demonios!.-.

Link dirigió a su gente hacía el norte de las tierras de Hylia. Allí se encontraron con los primeros demonios. Los humanos lucharon con valor y determinación al ver estas mismas características fuertemente destacadas en su líder. Pero la tierra comenzó a temblar. 

Las rocas se estaban levantando, tomando una forma con extremidades. Los soldados retrocedieron pensando que aquellas criaturas se trataban de demonios, pero no era así.

-¡Criaturas de la tierra! ¡Siervos de la diosa Hylia!

Al llamado, más criaturas aparecieron, y de diversas especies. En el cielo y en la tierra. Los humanos derribaron por completo sus miedos al ver sus nuevos aliados. 

La heroica batalla entre el ejercito de demonios y el ejercito de la Diosa fue librada durante 7 largos días y 7 largas noches. Un gran número de seres humanos fueron asesinados. Sin embargo, los ciudadanos de aquellas tierras continuaron luchando, mostrando una determinación inquebrantable. 

El caballero rubio era uno de los pocos que seguía en pie. Su espada era manejada por el valor que llevaba y la ira en contra de quienes le arrebataron la vida a sus soldados.

Por fin había llegado el momento. El rey de los demonios se encontraba frente de si.

No sentía miedo. Estaba alerta ante los movimientos de su más poderoso enemigo.

 El rey lanzó unas carcajadas de maldad que resonaron en el paisaje. 

-¿Qué pasa cobarde? ¡No eres nada sin tus dioses! -Dijo el rey de los demonios-

-¡Llora, grita! -Prosiguió- ¡Da la vuelta y huye!. Si tiras tu armadura y te arrodillas ante mi, podrías servir como pata de mi mesa. -.

El demonio alzó sus gigantescas manos dejando a la vista sus garras que habían arrasado con las tierras ya oscurecidas.

-¿O acaso prefieres que te desgarre con estas garras? -Dio nuevas carcajadas repugnantes-.

El héroe no se inmutó antes las arrogantes amenazas de su contrincate. 

-Eres un inútil si piensas que me dejaré derrotar por ti. -Lo desafió el rubio-.

El Héroe Caídoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن