1-El primer rencuentro.

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Víctor siempre se había considerado alguien de fuerte carácter y gran moralidad. No obstante, en casa era todo un mundo diferente al que él vivía.

A la edad de 16 años ya había visto pasar sacos de droga por los pasillos de su casa, visto como su padre golpeaba a otros por la puerta entreabierta del despacho, había visto a su hermano mayor ordenar a otros pasar a por el pago protección a locales vecinos, habría consumido lo que hubiera querido mil veces y mil veces se negó... No obstante, a su temprana edad pasaba más tiempo fuera de casa que en ella.

A pesar de los secretos a voces sobre su familia, Victor tenía grandes amigos. Una pandilla de 5 chicos y una chica que había creado de calle. Solo dos de ellos compartían la misma escuela y era porque eran hermanos, el propio camino que habían tomado juntó a los demás. Las amistades de su adolescencia eran sus pilares morales, sus guias ante las experiencias que le ofrecia una vida llena de obstaculos y dificultades. Se habían convertido en la familia que había podido elegir. Era un grupo unido y pese sus diferencias, todos tenian algo que les mantenia juntos. Parte de ese pegamento era la situacion de su ciudad...

En aquel entonces; estaba Ethan, un chico de 17 años. Algo más alto que Víctor, siempre iba acompañado de su skate y pese su edad ya tenía dos tatuajes en su brazo derecho. Ethan venia de una familia bastante desestructurada; padre ausente y madre drogadicta. Aún su procedencia, era un chico de gran corazón y siempre tenía una sonrisa en su rostro.

James, de 16 años, era el 'niño bien' del grupo, el chico al quien sus padres prohibían ir con los demás, quien iba a una academia privada y aún así, solía saltarse la vigilancia de su casa y reunirse con los demás. Sus padres, de familia rica y llena de prejuicios, no habían mostrado el significado de familia y cariño a James, así que el grupo de amigos era lo más parecido a una familia que había tenido.

Hope y Dylan eran los dos hermanos, apenas con una diferencia de un año entre ellos, 15 y 16 respectivamente. Su padre era soldado destinado en el extranjero, su madre murió al dar a luz a Hope y desde entonces vivían con su tía en un barrio residencial. De caracteres muy distintos; Hope era aventurera e intrépida, y en cambio Dylan era mucho más lógico y practico.

William era el menor de los chicos, 15 años y aún así era el más alto del grupo. Un chico al que adoptaron con 12 años de un país mucho más al norte. Algo menos intrépido que los demás y muy influenciable pese todo lo que había tenido que pasar. Will tenia que medicarse de forma continúa por una enfermedad latente en su interior, todos lo sabían pero ninguno sabía que era y ese era el único secreto que mantenia Will.

Y por último estaba Tae Yang, al cual todos le llamaban Tae. Un chico de 16 años asiático. Muy atlético y compartía la afición del skate con Ethan. No muy buen estudiante pese la insistencia de sus padres, que al tener un CI propio de un genio le exigían mucho pero no le ponía interés, pero su mente era tan rápida y era tan autosuficiente que sabía sobrellevar la presión.

Todos ellos habían pasado mucho tiempo juntos, mil experiencias en una ciudad donde día tras día al policía tenía menos poder que la gente como el padre de Víctor. Buscaban sitios alejados y solitarios para pasar el rato, competían entre ellos a juegos de resistencia o a deportes, compartían inquietudes y sobretodo se aislaban de todo lo que les rodeaba, juntos. Su lugar predilecto eran unas vías antiguas que habían dejado de funcionar porque habían desviado el trayecto del tren a una calle más abajo y justo debajo de esas vías ahora pasaba el metro. Era un lugar que aun no habían reformado y quedaba justo debajo de la gran carretera que creaba un puente traveseando siete calles de la gran ciudad.

Pero todo eso acabo hace tiempo, justo en el día de cumpleaños de Víctor...

Víctor llegó a casa junto a Ethan después de haber estado celebrando su cumpleaños con todos los demás. Lo que nunca imaginó es que su sonrisa quedaría atrapada en el momento que giro el pomo de la puerta. Escuchó gritar a su padre, algo habitual, pero aquella vez había un grito que no esperaba, el de su madre.

El suave tacto del metal.Where stories live. Discover now