El niño no comprendía, nana Tina era todo menos mala, quizá un poco estricta, pero solo cuando sus madre estaba cerca, por lo demás, cuando su madre se iba a trabajar, era la persona más buena del mundo, incluso muchas veces en lugar de almorzar algo saludable, se habían escapado a un restaurante de hamburguesas y le había dejado pedir lo que él quería. Nana Tina, además,  estaba allí desde que él había nacido y había viajado con ellos desde Alemania pues no quería separarse de la que había sido su única familia.

— Te equivocas, nana Tina es gritona, pero es buena, es muy divertida, solo le tiene miedo a los sapos, ratones, culebras… en fin, a todos los animales divertidos— respondió el pequeño

Para Nathalie, sin embargo, parecía ser que nada de lo que dijese Felipe le haría cambiar de opinión, la pequeña no podía dejar de recordar aquel las extrañas palabras que la nana gritaba presa del terror ante el señor Verrugo, en un idioma desconocido para ella, pero tan similar al que Yin le había contado en sus historias, simplemente le ocasionaban miedo.

—Es mala y punto — Yin dice… — la pequeña se detuvo nuevamente en brusco — Yin dice nada, ¿quieres jugar en mi jardín, lejos de la nana Tina, que si es mala?

—Antes que nada, ¿eres una adulta empequeñecida? — preguntó un tanto irritado el niño

— Pues claro que no — Nathy miraba con extrañeza a su nuevo amiguito –— ¿Por qué crees que soy una adulta empequeñecida?

— Pues porque escondes cosas como los adultos— se detuvo un segundo antes de continuar, y finalmente formuló su pregunta— ¿quién es Yin?

— ¿Yin? — la niña preguntó algo nerviosa – Yo no conozco a ningún Yin, tú te inventaste al tal Yin, ¿Quién es Yin y por qué lo mencionas?, ¿me lo presentas?, ¿es otro sapo?... ¿o es una culebra?, ¿puedo ver a Yin la culebra?— respondió la pequeña con un tono que parecía demostrar un sincero interés en conocer a la culebra Yin

— ¡Basta! — el niño se desesperaba — primero que nada, fuiste tú quien habla del tal Yin, no yo, no me quieras confundir como hacen los adultos, si no me dices quien es Yin me voy, no me gusta que mi madre me esconda cosas, y menos otros niños — Felipe se encaminó hacia su casa cuando escuchó la tímida voz de su amiguita.

— Yin es un silfo — Soltó repentinamente la niña.

— ¿Un silfo, qué es un silfo?, ¿salta o se arrastra?, ¿puede hablar?, pero más importante ¿es una animal de esos que asustan a nana Tina?— Felipe regresó sobre sus pasos, nunca había escuchado nada sobre los “silfos” y realmente esperaba que se tratase de un reptil muy interesante.

—No seas tonto — Nathy parecía molesta — Un silfo es un hada pero en niño, y Yin algún día gobernará en el Reino Khim, pero ser rey le parece muy aburrido, así que se escapa de sus clases para ser rey y viene a jugar conmigo, pero a su abuelo, Siblanok, no le gusta que se escape — la niña nuevamente se atropellaba con las palabras, así que hizo una pausa antes de continuar disponerse a continuar

La risa, de intensidad creciente de Felipe cortó el relato de Nathy y esta, molesta por la risa, y la incredulidad de Felipe, se acercó tranquilamente hacia un interruptor disimilado entre los rosales, y encendió los aspersores, los cuales empararon al niño, quien dejó de reír en ese momento.

— ¡Oye!, ¿por qué me mojas? —Rezongó Felipe.

—Porque te ríes de mí cuando te cuento sobre Yin —Nathy hacía un gracioso puchero — Así que te mojo para que te calles, me hiciste romper la ley, si el abuelo de Yin se entera, tal vez no deje venir a Yin a jugar conmigo nunca más… ¡te odio! — y para asombro de Felipe, la niña se puso a llorar.

Nathalie y los Portadores de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora