Capítulo 3

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Canción: We Got Used To Us - Riverside

Desde que despertara escuchando una conversación entre Carlos y una mujer ya no había podido volver a dormir

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Desde que despertara escuchando una conversación entre Carlos y una mujer ya no había podido volver a dormir. Además, se sentía muy descansada a pesar de la incomodidad que le causaba la cama.

Tenía muchas ganas de ya irse a casa.

Iba a comenzar su lista de pensamientos negativos y quejas por no poder comunicarse con su familia, pero escuchó la voz (más bien los gritos) de su hermana preguntando por Verónica.

Sonrió y se acomodó en su cama esperando la llegada de Josi.

—Dijo que era la del fondo. ¿Por qué tan lejos? ¡Qué horror!

Verónica intentó poner atención a la voz de Josi, las demás voces y ruidos no le permitían escuchar a su interlocutor. ¿Venía con su mamá?

No. No era su mamá. Esos pasos jamás podría olvidarlos. Elegante, silente, grácil. Ese era su padre.

Los tacones de su hermana fueron los primeros en recibirla. Josi primero se asomó, desconfiada. Su padre vio a Verónica en la camilla del fondo y correspondió con una sonrisa al saludo. Ella seguía siendo la única en la habitación. Hizo una seña a la despistada Josi y ésta gritó de gusto al verla.

—¡Vero!

Su hermana tenía un aspecto desaliñado, vestía chamarra de piel desabrochada, blusa suelta de tela ligera, jeans azules y botas de piel. Se había cambiado el peinado, ahora lo llevaba muy corto, como de niño, estaba en capas y enmarcaba su bonito rostro ovalado. Se veía más delgada, más femenina. Se lanzó a abrazarla.

—Josi, la asfixias. Déjala respirar —mencionó el señor Vicens mientras se arreglaba su saco elegante.

Josi se separó de su hermana aún sonriendo. Era una sonrisa auténtica, de alivio. Se enjugó la cara, que por cierto estaba limpia de maquillaje.

—Vero. Estaba tan preocupada.

—Se nota —la regañó Verónica—. Llevo aquí más de una semana y nadie sabía sobre ti.

—Exacto. Nadie me dijo dónde estabas. —La voz de Josi temblaba, aunque ya sin llanto—. Nunca supe dónde estabas ni tampoco si estabas bien.

—Nos acaban de decir, cariño —continuó el señor Vicens—, que tuviste un accidente que te provocó amnesia.

Verónica asintió con tristeza.

—¿Sabes cuál es tu último recuerdo?

—Lo último que recuerdo es la fiesta de Josi, sus dieciocho. Aunque no recuerdo... gran cosa.

—¡Mis dieciocho años! Uf, nena. Estás muy mal.

—Creo que sí —admitió Verónica y perfiló una sonrisa triste.

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