Un Solo Corazón

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Sus dedos recorrieron el suave cabello rubio, podía sentirlo sonreír contra su mejilla acorde llegaba hasta el cuello masculino y lo abrazaba estrechamente

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Sus dedos recorrieron el suave cabello rubio, podía sentirlo sonreír contra su mejilla acorde llegaba hasta el cuello masculino y lo abrazaba estrechamente. El corazón le palpitaba con fuerza y no podía esconder la dicha que sentía al saberse amada por un chico como él. Repentinamente, lo sintió reírse con cierta travesura infantil, mientras los labios masculinos bajaban lentamente por todo el camino desde su mejilla hasta llegar a su mandíbula y continuar hasta su mentón, obligándola a mirarlo. Los ojos de color esmeralda lucían especialmente brillantes en esa cercanía y el corazón se le aceleró cuando notó que él estaba por capturar sus labios sin duda alguna. La piel se le erizó cuando el aliento cálido llegó hasta su boca justo antes de sentir el beso directo y profundo que la obligó a apoyarse contra la pared para no perder el equilibrio.

- Mi lady... -lo escuchó murmurar, al momento exacto en que se separaba y el cascabel de su cuello resonaba ligeramente.

Abrió los ojos de golpe y ahogó un grito cuando notó los grandes ojos de Tikki mirarla con preocupación.

- Marinette... -la pequeña criatura ladeó el rostro, sobrevolando a la joven- ¿Qué ocurre...? Lucías muy feliz mientras dormías pero te despertaste asustada.

- ¿Qué...? –abrió los ojos con sorpresa y un rápido sonrojo se formó en sus mejillas- ¡Claro que no estaba feliz! Tuve una pesadilla, Tikki, una... -sus ojos se clavaron en el reloj y dio un fuerte brinco fuera de su cama- ¡Voy tarde! –gritó, apresurándose a tomar un baño y cambiarse.

Ese sueño debía tratar sobre Adrien... no sobre... él.

Quince minutos después, sonrió culpable cuando su madre le lanzó una última mirada reprobatoria. Al parecer, había estado llamándola por casi media hora y no se había despertado. No podía creer que estuviese próxima a cumplir dieciocho años y siguiera siendo tan poco organizada como años atrás. Pero se había trasnochado vigilando la ciudad con Chat Noir, ser una heroína no era fácil. A veces... le faltaban las horas de sueño. Por lo menos, sospechaba que su compañero de patrulla estaría igual de agotado.

Oh...

Toda la culpa la tenía él. Ya recordaba, él era la razón por la que ese día se sintiese como si fuese a ahorcar a alguien, se quisiera ocultar entre las sábanas y estuviese a punto de reiniciar la noche pasada. Todo al mismo tiempo. Él tenía toda la responsabilidad sobre esa extraña sensación en su corazón... como si fuese una extraña en su propio cuerpo. Pero por fortuna, había logrado llegar a tiempo a clases y deslizarse hasta su asiento junto a Alya. Ya no debía pensar en esas cosas, oficialmente se daba un descanso de Ladybug y sus problemas. En ese momento era Marinette y nada más, sin gatitos traviesos ni sueños extraños.

- Estoy sinceramente sorprendida, has llegado a tiempo. –su amiga le sonrió con el mismo orgullo que tendría una hermana mayor ante las proezas de una infante.

Entre un latido de corazón «Miraculous: Ladybug»Where stories live. Discover now