25. La importancia del perdón

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Por primera vez Derek aborreció a la señora Mcall, la mejor amiga de su madre, a pesar de que siempre había sido muy buena con él. Lo que la mujer tenía de amable, lo tenía de informativa. El esposo de la señora Mcall estaba en la ciudad por asuntos de negocios y tras coincidir con Derek, el hombre había ido a decírselo a su mujer y está ultima le informó a su madre. Ahora Scarlette estaba de camino a la ciudad.

¡Mierda! Pensó mientras colgaba el teléfono. Según lo que le había dicho su madre, llegaba en tres horas. De nada había servido sus intentos de persuadirla porque cambiara de idea durante la semana anterior. Lo que Derek menos quería era otra preocupación, suficiente tenía intentando mantenerse con vida él mismo. Buscó otro número en su agenda telefónica y esperó a que contestaran, ojalá ella pudiera ayudarlo.

—Hola, ¿qué necesitas?

—¿Cómo sabes que voy a pedirte algo? —inquirió Derek con extrañeza.

—Las pocas veces que me has llamado es para pedirme algo.

—¿Sí? Lo siento, yo...

Montserrat soltó una risa.

—No te preocupes, me encanta ayudar. Entonces, ¿qué necesitas?

—Un lugar donde mi madre pueda quedarse. No quiere estar en un hotel y no puedo traerla al departamento, los Diamantes me vigilan.

—Uhm. Está la casa que dejó Sebastian, pero Jess va ahí a veces. ¿Crees que se asuste si ve a Jess lanzar cuchillos al árbol del patio?

Derek soltó una carcajada, le agradaba hablar con Montserrat. Ella era de ese tipo de personas que te hacían sentirte relajado, que te hacían hacer tus problemas a un lado.

—No lo creo, ha pasado por cosas peores. Bueno, ¿me envías la dirección?

—Claro, en un rato. ¿Sabes? Creo que podrías sacar mucha ventaja de esto —mencionó Montse con un deje malicioso. Oh, sí. Las cosas se van a poner interesantes.

Derek estuvo de acuerdo con ello y tras despedirse colgó.

***

Jess había tomado unas pequeñas vacaciones en cuanto al entrenamiento, habían pasado tres días sin hacer otra cosa que ideando el plan para que todo saliera como debía. Una vez lo terminó, se encargó de entrenar en el cuartel junto a los demás agentes para localizar a los que serían de ayuda a su causa. Le sorprendió la capacidad que tenía Pantera para escabullirse de las manos de sus oponentes y la rapidez con la que Jaguar noqueaba a sus enemigos. Sin duda esos dos al igual que R, Huesos, X y otros más estarían en su cruzada.

Ahora se encontraba conduciendo hacia la casa de Sebastian, una vez aparcó dentro del terreno le extrañó ver el coche de Montserrat ahí. No entendía qué hacía su amiga en ese lugar, luego recordó lo que le había dicho meses atrás sobre no conocerla tanto como imaginaba. ¿Así que se estaba viendo con alguien y ahí? Jess dudó si era mejor entrar o dar media vuelta. Se acercó un poco a la ventana para espiar, quería saber que era lo que le ocultaba su amiga. Entonces los vio, había tres personas. Derek estaba recargado en la pared y tenía una gran sonrisa, de esas con las que se muestran todos los dientes y duelen las mejillas. Montserrat estaba sentada en el sillón, pasando las páginas de lo que parecía un álbum de fotos, pero más pequeño. Junto a ella estaba una mujer, unos pocos años mayor que los que Susan tendría para ese entonces. Se sintió una intrusa viendo la imagen a escondidas, parecían todo de lo que ella carecía: una familia. Jess apretó los puños y la mandíbula, pero en lugar de marcharse entró, un poco guiada por la envidia otro por la curiosidad. Jess supo quién era aquella mujer tan pronto la susodicha se dio la vuelta al advertir su presencia. Al igual que Derek, tenía las mismas gemas azules en los ojos.

Sin corazón | Legado de sangre IWhere stories live. Discover now