Capítulo 10

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Permaneció inmóvil, perdido en su cristalina mirada hasta que ella se levantó corriendo a sus brazos.

Era un sueño, una ilusión, no sabía cómo describirlo. Después de hacía casi dos años, tenía la delicada y femenina figura de Sara entre sus brazos. La abrazó fuerte, solo disfrutando el momento mientras su hombro se mojaba con las lágrimas de ella.

Con la triste joven aún abrazándolo, abrió la puerta de su departamento e ingresó con ella; se sentó en el sillón con Sara quien seguía llorando. Aprovechó el momento para acariciarla y pasar sutilmente la mano por su cabello, su espalda y finalmente su rostro, con tanta delicadeza que parecía estar tomando una rosa por sus pétalos. Le levantó por el mentón y la miró fijamente a los ojos.

—Lo siento yo... —Ella lo esquivó —. Me caso mañana, no debería estar aquí. —Se levantó taciturnamente y Alan la detuvo sosteniéndola por la muñeca y jalándola junto a él.

—No voy a dejar que lo hagas. —Afirmó serio —. Eres infeliz, cualquiera se da cuenta, ¿viniste aquí buscando que yo te dé un motivo verdad? puedo darte varios: primero que Jeff es un idiota, Nicolás me dijo que no te trata muy bien, no puedes estar con alguien que no te valore; viniste aquí llorando, lo que significa que no deseas hacerlo, tú siempre haces lo que quieres ¿por qué ahora te obligas a algo que no deseas?; eres demasiado hermosa para estar con alguien tan horrible, nosotros tendríamos hijos perfectos. —Sara rió por primera vez ese día, Alan era incapaz de dejar su arrogancia de lado, aún en situaciones como esa—. También estoy seguro que es pésimo en la cama y debe tener el miembro muy pequeño.

— ¿Eso qué rayos tiene que ver?

—Si lloras de esa forma... mucho, seguro hicieron el amor antes de venir.

—Nunca me acosté con él.

— ¿De verdad? —preguntó más que extrañado, no se imaginaba como en casi dos años de relación Jeff hubiese sido capaz de mantenerse ajado de una mujer tan hermosa.

—Claro ¿qué me crees?, le dije que esperaríamos hasta estar casados —habló orgullosa y Alan se alegró en serio, posiblemente él había sido el último en poseerla.

—Lo vez, otro motivo, es imbécil o gay, posiblemente ambos.

—No todos son unos mujeriegos sexópatas como tú; además no estamos tanto tiempo, solo tres meses. —Sonó más tranquila, sus lágrimas se secaban y comenzaba a sonreír.

Alan asimiló sus palabras: ¿sólo tres meses? Eso significaba que ella no lo había engañado, no habían terminado porque ella se hubiese enamorado de otro. Entonces vio la luz al final del túnel: Sara parecía cambiar de opinión, ya podía saborear la victoria y asegurar que ella no se casaría, es más, volverían a estar juntos.

— Lo lamento; qué puedo decir, te arruiné para otros hombres, después de mí ninguno va a complacerte. —Cruzó sus brazos por detrás de su nuca mirándola arrogante y Sara le dio un golpe—. Sigues igual de agresiva y sólo yo soy capaz de soportarlo, además que... Sara yo te amo, lo sabes, tenemos que estar juntos, no voy a dejarte ir ¿me entiendes? Esta vez no. —Su tono cambió a uno serio de nuevo, tomó su rostro con ambas manos y ella también le acarició la mejilla, sonriendo con sinceridad.

Su momento de calma pasó rápidamente antes de besarse con pasión. Alan no recordaba la última vez que había besado a alguien con tanto sentimiento, con tantas ansias, ninguno que lo hubiese dejado tan completo.

Sara parecía igual de ansiosa, solo abandonaba sus labios para tomar aire y continuar. Entre caricias tan apasionadas y la necesidad de entregarse el uno al otro ya se encontraban semi desnudos recostados en el sillón. Sara le permitía explorar su cuerpo y repasaba con anhelo el pecho y brazos trabajados de su amante, enredaba los dedos en su rubia cabellera, soltando sonoros suspiros mientras él le mordía el cuello con cuidado.

Mi dulce tormento [DDC #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora