∆ Casi irremediable

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¡Feliz cumplaños, Krul! —vociferaron los invitados a la fiesta, todos a la misma vez.

La pequeña pelirosa se hallaba cumpliendo trece años, razón por la cual el vecindario completo estaba celebrándola, porque aquella ojirubí era muy querida en ese lugar; incluso Yuu se había ofrecido a prestar su casa para la fiesta, dado que era la que tenía el patio más grande.

Y el moreno había sido quien hizo absolutamente todo lo comestible en la fiesta por petición de la madre de la pelirosa; este no se negó, lo hizo como un agradecimiento a la chiquilla por cuidar de Michi en las tardes cuando él trabajaba durante un largo mes en el que Mika se había ido de la casa.

AmorNarumi lo llamó con una sonrisa; lo tomó de la cintura y le dio un corto beso—. Horn-san me dijo que partirán pronto el pastel y quieren que estés allí.

Oh, entonces iré en un momento —sonrió también el azabache y empujó al castaño para que se fuera al jardín, dado que en ese instante él estaba en la cocina terminando de decorar los últimos cupcakes.

El pediatra visitaba constantemente la casa, se quedaba a dormir a cada rato y cuidaba de Michi algunas veces cuando tenía el día libre; para él y para Yuu, su relación había vuelto a la normalidad.

En el patio trasero, donde los vecinos charlaban amigablemente en medio de un ligero bullicio que formaban sus voces acompañadas de la música, el médico salió a ver cómo haría para las fotos que Horn le había pedido tomar; y en medio de todo eso, el sonido del rugir de un motor resonó.

Casi de golpe, todo el mundo calló y observó la cerca que daba a la calle, por donde, segundos después, apareció Mika saludando a todos sin ganas y unas grandes ojeras.

Mikaela-san —saludó el castaño en cuanto visualizó al aludido.

Narumirespondió el saludo—. ¿Dónde está Amane?

—Narumi, ¿cómo van las fo...? —Yuu apareció de manera distraída justo detrás del castaño, y al ver al ojizafiro se calló súbitamente.

Ver a Mika era incómodo; la tensión era casi visible y los vecinos cercanos a ellos se alejaron un poco para evitar ver tal escena llena de sentimientos encontrados.

¡Ah! —exclamó el moreno—. Ya vuelvo, debo traer los cupcakes que decoré.

Caminando a paso apresurado, el azabache se fue a la cocina —que daba con la pared que pegaba al patio— para poder llevar los cupcakes en forma de gato que había preparado por ser los animales favoritos de Krul.

Mika lo siguió lentamente por dos motivos: el primero, quería arreglar las cosas, y el segundo, necesitaba llevarse a Michi y la pañalera de este.

Yuu-chan —llamó en la entrada de la cocina, pero el aludido no contestó—. Yuu-chan —insistió; pero no fue efectivo, el moreno seguía poniendo los pastelillos en la charola—. Amane.

Dimegiró a verlo; el más alto frunció el ceño.

Quiero arreglar las cosas contigo —declaró entrando en la cocina y parándose junto al buró cercano al ojiesmeralda.

¿Qué cosas?preguntó casi que con inocencia.

Hablo en serio, Yuu-chan.

Bajo el mismo techo [MikaYuu] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora