Querido Diario (Wigetta)

#27

Querido Diario...
#27
(Cuando aparezca eso ↑ significa que Guillermo está narrando)

Vi que Samuel y Brenda se besaron...

Empecé a correr, con un Samuel persiguiendome por detrás...
Llegué a una iglesia, pensé en entrarme ahí para tratar de esconderme de Samuel...lo que no funcionó.

Me arrodillé debido a que mis rodillas estaban demasiado cansadas ya para seguir corriendo y...misteriosamente saqué una pistola debajo de una alfombra roja, la cual guiaba hacia el altar.

La cogí y la puse delante, Samuel e percató de esto y trató de detenerme.

—¡No! —gimoteé— ¡Sueltame Samuel! ¡Estoy harto de todo esto! —ya mis lágrimas se hacían presentes ante tal situación...soy patético.

—¡Guillermo! ¡Sueltala, es peligroso!

El forzejeaba por quitarme el arma, lo cual no permitía.

—¡Que me sueltes maldito! —el se quedó perplejo— ¡Callate...callate ya! ¡tu no sabes nada! ¡nunca has sabido!

Samuel se quedó arrodillado en el suelo a un paso de mi, observándome sin decir nada.

Yo estaba llorando frenéticamente, en serio, todo, todo ya me cansaba, estar en esta vida, la cual no vale nada.

Me paré y caminé hasta el centro del altar, donde estaba la mesa delante con el mantel bordado en brocados de oro y pequeñas piedras preciosas.

Miré la mesa...y con la pistola en la mano, Mié tras me salían lágrimas y al mismo tiempo Samuel me veía desde abajo, me puse a hablar...

—“En ésta vida mía, nada vale. Todo es una mierda. Ya me he cansado. Me he cansado de despertarme todas las mañanas con el molestoso sol, mirarme en el espejo y ver mis ojeras, ver mis defectos, ver todo lo malo y horrible que soy, me he cansado de mirarme y preguntarle a mi reflejo “¿ese soy yo?” pero nunca me responde, claro, no lo va a hacer. Me he cansado de que en esta vida todos me superen, se crean mejores que yo. Me he cansado de que me ignoren, me he cansado de merendar solo en el receso, viendo desde lejos en el suelo, lo felices que son todos menos yo. Si Dios verdaderamente existe ¿porqué me creó? ¿porqué malgastó su tiempo con alguien como yo? Y todavía sigo preguntándome el porqué estoy aquí parado, hablándole a la nada, tu de seguro ni me oyes...se te entra en un oído todo y se te sale en el otro.

“Todos son felices...menos yo. Tienen aspiraciones...menos yo...tienen sueños...yo lo único que tengo es el cuerpo para desplazarme de aquí para allá, de seguro ensuciando el suelo con mi aura tan insignificante. Maldita sea la madre que me trajo al mundo, malditos todos que me detestan, pero no los culpo sinceramente, yo no sirvo para nada, me tienen que detestar. Los odio a todos. Samuel...tú tienes culpa también, tienes la culpa de ser tan hermoso. De que mis ojos se hayan posado en ti, te odio.
Le hago un favor al mundo en desaparecer....¿me quieres decir algunas últimas palabras?”

Samuel se puso a llorar. Vale, de seguro se puso así porque finalmente admiti verbalmente de que soy horrible.

—Guillermo...—dijo, se paró y trató de abrazarme, pero lo aparté.

—Samuel...te aseguro, que vas a ser el único que me verá morir...

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