1. "La guarida del lobo"

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"Recuerda, hija mía. Eres la esperanza de nuestro clan. La única semilla que hemos podido proteger. Crecerás a tu ritmo, sin impedimentos. Disfrutando de la vida, como una niña normal debería hacer. En el momento en que esa niña se convierta en mujer, el cascarón se romperá y tus manos se teñirán de la sangre de tus enemigos. Cuando eso ocurra, habrá nacido la reina que a de gobernar este mundo"

Agnes se levantó de golpe. El corazón le latía a mil por hora. Fue tal la impresión de aquel sueño que tuvo que incorporarse en la cama para relajarse. Se sentía nerviosa y asustada, como si realmente aquella voz de mujer le estuviera hablando directamente a ella.

-Otra vez este maldito sueño. Por si estar encerrada aquí no era suficiente, ahora me tengo que sentir insegura en un mundo donde me puedo evadir de la realidad. Ay, Agnes. Parece que al destino le gusta martirizarte.

Una vez que estuvo más relajada, Agnes echó una mirada a su hermoso dormitorio. Los primeros rayos de la mañana ya lo iluminaban con su cálida luz, mientras el humor de la chica iba mejorando. No sabía como, pero aquella luz artificial siempre la animaba por muy mal que estuvieran las cosas. Repasó con la vista la habitación donde vivía y se percató de algo. La noche anterior lo había dejado patas arriba y ahora estaba todo ordenado. Los peluches en sus repisas, los libros en las estanterías y su ropa en el armario

-Tonto...no tenías porque hacerlo. En fin, iré a hacerle el desayuno. Será mi forma de pagarle el favor.

Pero justo cuando se iba a levantar de la cama, vio algo que no debería estar allí. Su miraba se fijo en sus manos temblorosas teñidas de sangre, mientras sus recuerdos volvían a traer la voz de aquella mujer en sueños.

"En el momento en que esa niña se convierta en mujer, el cascarón se romperá y tus manos se teñirán de la sangre de tus enemigos."

Estaba paralizada de terror. Todo su cuerpo temblaba violentamente sin saber que estaba ocurriendo esa mañana. Su voz intentaba salir, pero su garganta se había cerrado de pavor ante la imagen de sus manos manchadas de sangre.

-Sss...Swift...ven...¡Swift, por favor! ¡Ayuda!-dijo mientras varias lágrimas comenzaban salir de sus ojos violetas.

A lo lejos, se podía escuchar el repiqueteo de unas patas que corrían hacia la habitación de Agnes. En cuestión de segundos, la puerta se abrió de par en par y por ella entro un gran lobo negro de ojos celestes.

-¡¿Qué ocurre, Agnes?!-contestó el lobo asustado mientras se acercaba a inspeccionarla.

-He tenido ese sueño otra vez...pero esta vez...mira...mis manos están manchadas de sangre. Como decía el sueño.-sollozó Agnes.

Swift se subió a la cama y golpeó su hocico contra la mejilla de Agnes suavemente. Este gesto la tranquilizó mientras el lobo olisqueaba las palmas de sus manos. De pronto, elevó una de sus patas y la dejó caer suavemente en la cabeza de la chica.

- Agnes, cabeza de chorlito. Menudo susto me has dado. No hay nada de que preocuparse.-dijo mientras le lamía las lágrimas.

-¡¿Cómo que no?! ¡Tengo las manos manchadas de sangre! ¡¿De donde ha venido?

-De tí. Mira las sabanas.

Swift puso una pata en una de las piernas de Agnes y entonces lo comprendió todo. Como cada mes, Agnes sangraba, recordándole que hacía tiempo había dejado de ser una niña y ahora era toda una mujer. La chica suspiró de tranquilidad mientras veía las sábanas y su camisón blanco teñidos de un rojo carmesí.

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