CapítuloQuince|Incomodidad|

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No sabía si, en cuanto él despertara, abordarlo con todas las preguntas que tenía por hacerle. Estaba muy avergonzada, quizá demasiado. Él, muy probablemente había visto hasta la última parte de su cuerpo. Su rostro enrojeció y el monitor que tenía a un lado, el que medía su frecuencia cardíaca, comenzó a sonar aún más fuerte.

Ergh, qué molesto sonido.

Respiró hondo, e intentó calmarse un poco para que el fastidioso pitido de la máquina no despertara a Noah. Se veía terriblemente cansado, sumándole su desalineada apariencia y su olor a cigarro y colonia femenina; seguramente, la noche anterior, no clasificó entre sus favoritas.

Vio cómo Noah comenzaba a estirar su cuerpo con sus ojos aún cerrados. Estaba nerviosa, mucho más que antes de que él despertara y no quería confrontarlo justo en ese momento. Primero debía de reunir el valor; por ello, decidió que era lo mejor hacerse la dormida. Observó nuevamente desde el rabillo del ojo cómo él la miraba fijamente desde su posición encorvada en el pequeño sofá negro. Metió la mano dentro de su pantalón y sacó su móvil. Escuchar cómo decía, que lo único que él quería, era que ella estuviera bien, había sido demasiado gratificante para ella. Siguió escuchando su conversación.

¿Qué tanto había pasando mientras estaba inconsciente?

—No. No me estoy enamorando de ella.

¿Por qué escucharlo decir aquellas palabras le había dolido tanto? Se obligó a sí misma recordar lo que le había dicho antes de marcharse con quiénsabequién y así mantener la compostura. Abrió los ojos en cuanto le dio la espalda y vio salir en silencio con el móvil entre las manos. ¿Qué podría pensar de él?, ¿cómo podría haberla tratado de esa manera y luego estar ahí mirándola como perro arrepentido?

Cerró sus ojos y escuchó cómo la puerta se abría lentamente, para luego cerrarse de la misma manera. Sintió pasos, pero no le prestó atención, lo más probable es que fuera Noah.

—Mírate, quién diría que estando así de ojerosa y demacrada; seguirías siendo jodidamente hermosa. Aunque bueno, luego de las golpizas que te daba Marcus, seguías viéndote igual de hermosa.

Kara abrió sus ojos como platos al escuchar esa voz. Era Logan.

—¿Q-q-qué h-haces aquí?—tartamudeó echándose hacia atrás en la camilla.

—Quería hacerte una visita. Hacía mucho que no hablaba contigo, nena—Logan apoyó sus manos sobre las barandas de la cama y se acercó al rostro de Kara—. Espero y no hayas metido la pata con ése imbécil, porque me enojaría mucho.

—¡Aléjate de...!—se calló de inmediato cuando él la calló con un beso.

— Si no te callas te golpearé— Miró los ojos llorosos de Kara. No pudo evitar que una sonrisa de satisfacción se clavara en sus labios. Plantó un otro beso en los labios de ella—. Ten en cuenta lo que te diré—dijo apresurado—. Mantendrás distancia con ése tipo. Estaré vigilándote de cerca, así que si llego a ver algún movimiento sospechoso; haré que cierta mujer, que sé que está embarazada, tenga un aparatoso accidente en donde no sobreviva su bebé, y posiblemente ella tampoco.

—¡No! ¡Con ella no te metas! Ella no tiene nada que ver con esto.

—Sí que lo tiene, claro que lo tiene.—su rostro se obscureció y tomó de la barbilla a Kara—. O sigues lo que te he dicho y te alejas de ese hombre, o tu amiguita la pasará mal.

...

Ver a ese hombre, frente a ella, mirándola con una amplia sonrisa, hacía que todos sus vellos se erizaran. Ese hombre se le hacía jodidamente conocido. Se acercó a ella y estrechó su mano con la de él. No pudo sonreír, se sentía totalmente cohibida con su presencia aun más imponente que la de Noah.

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