3. Shadow

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Narra Adelaine

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Narra Adelaine

Odié la idea de ir a pasar las fiestas a casa de mis abuelos. No es que los odie a ellos, pero mi primo Aiden es un mediocre y un pusilánime. Y además cae con sus otros amigos igual de mediocres y pusilánimes que él. Es la persona menos respetuosa de la historia: mis tíos y mis abuelos se habían reunido allí para festejar Navidad y para conmemorar la muerte de mis padres. 

A la edad de quince años, ningún pariente mío quiso contarme sobre la causa de muerte de mis padres. Pasé un año sin hablar, no le contaba nada a nadie y dejó de importarme lo que en algún momento en mi vida tuvo su valoración. En ese entonces mi única compañía era mi sombra

Claramente, mis abuelos se alarmaron ante mi actitud de desinterés y me llevaron a un psicólogo. Este me trató por un tiempo, obviamente repetí año y volví a tener clases en un internado. Allí conocí a mis únicos amigos, quienes supieron sobrellevar mis problemas y mis imperfecciones y demostrarme que no estaba sola.  Supongo que éramos los repudiados de la sociedad en North Mystic College. Devi y Johann tienen su carácter, pero yo... soy la más débil de los tres. 

En Navidad fuimos a llevarles flores a mis padres al cementerio, les pedí un momento a solas a mis abuelos y me quedé allí por unos quince minutos. Dejé salir mis lágrimas y lloré como se debía. No me gustaba que los demás me viesen llorar. 

Sólo me permitía llorar en esa fecha: en memoria de mis padres y de la chica que solía ser. 

La cena de Navidad transcurrió como siempre. Los días transcurrían y yo no percibía la diferencia entre un día y otro. Veía las noticias con mis abuelos, escuchaba música y a mi abuelo tocar la guitarra, bebía té, ignoraba los comentarios desubicados de mi primo y dormía. 

Tanto mi primo como sus amigos asistían también al mismo internado que yo. No se me olvidó la vez que uno de sus amigos llamado Ted me acorraló en un pasillo e intentaba besarme o persuadirme en tener relaciones con él. El desgraciado de Aiden se hallaba en un esquina de donde me encontraba forcejeando con su amigo y él se reía. 

Por suerte, en ese momento venía Johann y no era más que obvio de la situación en la que me encontraba y se agarro a golpes con Ted. Intervinieron tanto autoridades como estudiantes. No podía estar más agradecida con Johann por haberme defendido pero me preocupó el hecho de que se hallaba herido y que el padre de Ted es un reconocido juez de la Corte Suprema de Justicia. Por suerte, yo al dar mi testimonio, expliqué en que término ocurrieron las circunstancias y el que fue perjudicado fue Ted.

Las dos semanas que estuve en casa de mis abuelos me hallaba en estado de alerta por si el idiota de Ted se le ocurriría terminar lo que intentaba hacer en el internado. Cerraba la puerta de mi habitación con llave y me alejaba lo más posible de él. Siempre me miraba y de una manera nada agradable. 

Un gran alivio recorrió mi cuerpo cuando al fin me encontraba regresando al internado a reencontrarme con mis amigos. Ellos eran algún tipo de refugio. 

Saludé a todos mis familiares menos al grupo de mediocres antes de subirme al auto de mi abuelo, ya que él me llevaría al internado. El viaje transcurrió con conversaciones con mi abuelo que me decía que podía ir cuando quisiera a su casa y que ellos me estarían esperando con los brazos abiertos y yo le prometí que volvería antes de la vacaciones de verano. 

Cuando llegué al internado, saludé con un abrazo a mi abuelo y salí junto con mi mochila a la entrada del North Mystic College. Llegando a la entrada, percibí de reojo una luz blanca potente. Me di vuelta a la dirección proveniente a la luz y no había nada o nadie. Seguramente habrá sido el reflejo de la luz de un auto. 

A penas llegando a las residencias de alumnos, visualicé a Johann y a Devi sentados en el pasto del jardín de la residencia de mujeres. Caminé hacia ellos y ellos parecieron notar mi presencia. Devi se paró, me tomó de los hombros y me abrazó. Ella es la más afectiva de los tres. Johann también se paró y me abrazó. 

-¿Cómo estás?- me preguntó Johann aún abrazándome.

-Bien, ¿y ustedes?

-Mejor de lo normal- respondió Devi con una sonrisa irónica, típica de ella.

Después de esa bienvenida, fuimos a la habitación que compartíamos Devi y yo. Tiré mi mochila arriba de mi cama y luego me senté en el sillón que estaba a un costado de la habitación. Johann, como si estuviera en su casa, agarró un almohadón de la cama de Devi y se acostó en el suelo, colocando el almohadón en su cabeza. Devi colocó un CD que al parecer era de James Bay y luego se sentó al lado mío apoyando su cabeza en mi hombro. 

Nos encontrábamos tan tranquilos que ninguno de nosotros dijo una palabra. Pasaba una canción tras otra, pero ahora me sentía a salvo, con las personas en las que hallé un refugio y con las cuales me siento a salvo del resto del mundo. 




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⏰ Last updated: Oct 26, 2016 ⏰

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DestrucciónWhere stories live. Discover now