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La habitación del hotel estaba oscura, la luz del día que desaparecía apenas penetraba por las gruesas cortinas cuando Amanda precedió a Harry en la habitación. La cama parecía enorme. Ella no podía mirar a ninguna parte mientras un caso repentino de nervios comenzaba a revolotear en el fondo de su estómago.

¿Y si se había equivocado? ¿Y si solo fuera el calor de acoplamiento lo que los había reunido, haciendo que el sexo fuese tan desesperado y lleno de placer?

Se quedó de pie silenciosamente en el centro de la habitación, luchando para calmar el miedo repentino que se elevaba en su interior. Cuando ella despertó para comprender que él se había marchado, la rabia y la pena se habían hinchado en su interior en una onda que casi la había destruido. ¿Tal vez era amor?

¾Quítate la ropa.

Tembló por su dura voz, tan oscura y perversa, tan ronca que parecía vibrar desde las mismas profundidades de su pecho. Era áspera y gutural, y ella no pudo detener el pequeño estremecimiento de placer que corrió sobre su cuerpo.

Ella lamió sus labios y le echó un vistazo cuando él se movió a su alrededor, andando despacio hasta la cama y sentándose.

¾Estoy seguro que fuiste una chica muy mala mientras estaba lejos ¾dijo él reprobatorio¾. Sabes que tendré que castigarte.

Oh Dios. Esto era su fantasía más caliente cobrando vida. La penumbra de la habitación lo hizo parecer más oscuro, más fuerte de alguna manera, como si fuera posible.

¾¿Y si prometo portarme bien a partir de ahora? —Ella jugó en su propia fantasía sexual, su sexo lloraba ante la emoción que se disparó por su cuerpo.

Él se rió entre dientes por esto.

¾Estoy seguro de que lo harás. Después esta noche. Ahora quítate la ropa. No querrás que tenga que cortarla.

Apenas contuvo su gemido. Sí, ella lo haría.

¾Comienza con los zapatos. Quítate todo muy despacio.

Casi no podía respirar; sus rodillas temblaban, sus manos se estremecían de excitación.

Le dio una patada a sus zapatos. Aquella parte era fácil. Sus manos se levantaron a los botones de su blusa, y allí comenzó su batalla. Podía sentir sus pechos hinchados, los pezones calientes apretados, erizados al máximo, rozando contra el encaje de su sujetador y ella deseó lanzar un grito sólo por ese pequeño placer.

Ella luchó con los botones diminutos, deslizando sus dedos, no cooperando cuando él siguió mirándola con sus ojos negros calientes. Su mirada fija vaciló, su aliento se atascó cuando él se puso en pie.

¾¿Tratas de atormentarme? —le preguntó él, mientras una malvada, muy malvada sensualidad resonaba en su voz.

¾No ¾Ella sacudió la cabeza ferozmente cuando él la rodeó¾. No lo hago.

Su mano ahuecaba la curva de su pecho.

¾Pienso que sí. Pienso que sabes lo duro que está mi miembro, lo impaciente que está mi lengua por probarte, y me atormentas.

Su respiración se atascaba en su garganta. Sí, era eso.

¾No. Lo prometo. Trato de portarme bien ¾susurró ella jadeante.

Esto sólo era demasiado emocionante. Era todo sobre lo que ella había fantaseado siempre y más.

Un segundo más tarde un gemido salió de su garganta cuando su mano se posó firmemente en la curva de su culo. El pequeño fuego mordaz se disparó directamente a su sexo y lo hizo desbordarse con crema caliente, rica.

Alma profunda (H.S)Where stories live. Discover now