Capitulo 4

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30 de Abril del 2016 (6 meses antes).

Narra Jack Wilder.

Este último mes ha sido muy difícil para mí, me he enterado que mi abuela falleció hace unos días, me he puesto distante con mis compañeros, ya no es lo mismo, ahora tenemos más libertad en la casa pero fuera somos fugitivos, Dylan aún no ha ideado el siguiente plan.

Hemos estado encerrados desde año nuevo, Daniel se ha vuelto menos egocéntrico y ha cambiado, ahora se lleva mejor con nosotros aunque sigue siendo irritante con su sarcasmo.

Lula y yo hemos estado distantes, creo que fue por mi culpa, la chica no sabe qué hacer para animarme, ella sabe que me pasa algo, me gustaría decirle pero me da tristeza el solo recordarlo, empeze a dudar de nuestra relación desde el principio, técnicamente fue instantánea y no tuvimos tiempo de ser amigos primero y conocernos, creo que fue nuestro error ir tan rápido, además no estoy acostumbrado a tener una relación, se que es una terrible excusa, pero me conozco lo suficiente y no quiero dañarla, tal vez si nos hubiéramos conocido primero esto hubiera funcionado mejor.

Últimamente me he unido más con Merritt, no significa que seamos gays o tengamos algo, simplemente se volvió mi apoyo, mi confidente. Él es el único que sabe lo de mi abuela y lo de Lula, él único que me entiende y sabe mis problemas por el momento, me ha aconsejado que por las mañanas salga a correr o pasear a un lugar como la playa, que sea mi ancla cuando estoy triste y que ese lugar sea mi santuario.

Eran las 4:30 am así que me levante, tome una ducha, me vestí, seque mi cabello y me puse mis tenis, baje ala cocina y comencé a picar fruta para desayunar. Trate de hacer el menor ruido posible pues no quería que despertaran y me preguntaran a dónde iba, de hecho ni yo lo se; Tal vez a la playa o a un bosque.

Acabe de desayunar y lave mi plato, cepille mis dientes, tome mis llaves y cartera, me puse unos lentes y una gorra negra y salí del PentHouse.

Caminaba por las calles en silencio y se me hacía extraño, no había nadie, solo un yo y una mañana nublada con un poco de viento que hacía caer y volar las hojas de los árboles.

Me sentía bien, me sentía relajado, libre.

Mientras caminaba llegue a una cafetería, entre y estaba vacío; extraño.

–Buenos días joven–habló la señora detrás de la barra–¿Que va a ordenar?–.

–Buenos días–contesté y miré un poco el menú–Me da un Café sencillo, con azúcar extra por favor–sonreí y ella asintió–.

–En un momento se lo traigo joven–.

–Disculpe–ella volteo a mirarme–¿Sabe donde están todos?, se supone que a estas horas hay mucha gente que va a trabajar–.

–Bueno, no se si estan todos pero con el cambio de horario, amanece a estas horas y la gente va a ver el amanecer desde el Pier de Santa Mónica porque desde ese muelle se puede ver como el sol va saliendo poco a poco–sonrió–Creo que ya debe estar saliendo–me entregó mi café y yo le pague–.

–Gracias–dije antes de salir–.

Seguí caminando pero esta vez me dirigía al Pier pues no quedaba tan lejos.

Al llegar ahí vi a muchas personas recargadas en el barandal del muelle y algunas otras sentadas. Había llegado justo a tiempo pues el sol comenzaba a salir y la luna a esconderse, el cielo estaba en una tonalidad naranja y morada claro, todo era muy bonito, me sentía relajado, despreocupado, feliz. Me acerque más al barandal al final del muelle abriéndome paso entre la gente, me quite los lentes de sol lentamente y admire aún mejor el paisaje, todo era perfecto.

–¡Hola Gente!, ¿Cómo están?–gritó una chica castaña que estaba parada arriba de un banquillo–.

La gente comenzó acercándose alrededor de ella contestando algunos “bien”, no sabia que ocurria asi que decidi acercarme un poco poniéndome de nuevo los lentes por si me reconocían.

–Yo soy Esmeralda y seré la nueva sensación de la magiasonrió y todos se miraron entre sí–.

Esas palabras me recordaron tanto a mi cuando empecé en esto de la magia, era como volver a revivir ese momento, se sentía la nostalgia del pasado y no podía estar más orgulloso de que gente empezara como yo, tan abajo con simples trucos para después brillar y convertirse en una verdadera sensación de la magia.

–Me han dicho que no soy buena en nada pero con el arco soy fantástica–dijo la chica castaña sacando su arco y flechas–¿Quieren ver algo asombroso?–todos asintieron y aplaudieron–.

La chica llamada Esmeralda comenzó a apuntar a blancos como botellas en lugares lejanos, botes de basura, y la verdad era muy buena, no fallaba ninguna flecha.

–¿Quieren ver algo aún mejor?–preguntó y todos asintieron–Bueno necesitare a alguien del público–busco con la mirada–¿Que tal tu chico de la camisa roja?–dijo apuntando con su dedo índice a un chico de estatura media, cabello castaño oscuro y ojos azules–.

El chico se acercó a ella y lo posiciono en el barandal y le dio algunas cartas mientras ella se iba a la otra esquina del barandal quedando lejos del chico.

–Bien, quiero que presten atención el chico frente a mí tiene algunas cartas, ¿Puedes mostrarlas…?–hizo una pausa para que le dijera su nombre y él contestó “Max” y mostró las cartas–Bien Max, tu vas a sostener una carta y ponerla donde tu quieras, ya sea al lado de tu cabeza, arriba, abajo, donde quieras y yo voy a atinar todas las flechas en las cartas sin tocarte ningún cabello–el asintió–¿Listo?–.

–Si–contestó–.

Esmeralda acomodo su arco apuntando a la flecha de Max y tiró la flecha pero Max tiro las cartas y comenzó a lanzar fuego de las manos, como si fueran bolas de fuego, las flechas de Esmeralda chocaban con el fuego sin traspasarlo y ella no dejaba de tirar flechas al igual que Max no dejaba de lanzar fuego, el público aplaudía maravillado pues no entendían cómo el chico lanzaba fuego y como las flechas no lograban traspasarlo.

Fácil, mangueras de gas y fosforos.

Siguieron así hasta que Esmeralda se quedó sin flechas y Max paró de lanzar fuego, ambos se juntaron en el centro y unieron sus manos levantandolas y agachándose diciendo “gracias”.

–Somos los hermanos Monroe, nos veremos pronto gente–dijeron despidiéndose más no se fueron, no huyeron, solo fueron a un puesto que estaba por ahí y compraron unos hot-dogs–.

Me acerqué a ellos y los salude, ¿Qué podía salir mal?.

–Hola–dije una vez que estaba cerca de ellos, ambos voltearon y sonrieron–.

–Hola soy Max Monroe–dijo el chico estrechando su mano con la mía–.

–Un placer–sonrei deshaciendo apretón de mano–.

–Hola, me llamo Esmeralda Monroe–contestó la linda chica castaña–.

–Un placer–dije estrechando su mano que se sentía tan delicada y suave–Me llamo Jack..., Jack Wilder–.

Fin del capítulo 4.

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–Ángela♤.

Los Ilusionistas 3: "La Revelación Final".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora