Capítulo 7

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Mamá llamó a papá como cien veces hasta que decidió salir del hospital y volver a casa. Había notado que Aiden no se sentía del todo cómodo, mucho menos cuando le dije a mi madre quién mató a Harry. Mamá no lo fulminó con la mirada  como yo esperaba, simplemente le sonrió con expresión tranquila y le dijo que era su trabajo y que lo comprendía. Yo a diferencia de Aiden cada vez tenía más claro el tiempo que iba a tardar en volver de nuevo a casa. La mirada de mamá había cambiado, la de papá no tanto, pero no parecían los mismos de siempre y en ningún momento me hablaron sobre si tenían algún problema, ni que le había pasado a la prima de papá, nada. Es como si no fueran ellos realmente y cada vez era más jodido aguantar las ganas de preguntarles qué les pasaba. Pero por alguna razón sabía que si lo preguntaba o me echarían de casa, o algo realmente malo pasaría. 

Aiden me sonrió en cuanto salimos de casa y me adentré en su coche. Eran las 4 y media. 

-¿Quiere que vayamos a algún sitio a tomar algo?- elevó una ceja, interrogándome-. No tenemos que estar allí hasta las 7- dije encogiéndome en el asiento, su mirada me resultaba muy incómoda. 

-Si así lo quieres- fruncí el ceño. Parecía una niña a la que se le perdonaba cualquier cosa.

-Si no quiere, no hace falta, puedo ir yo sola- Aiden arrancó el coche, negando con la cabeza.

-Te acompañaré, es mi deber- rodé los ojos. Estaba cansada de que siempre se excusase diciendo que era su deber o su trabajo. Decidí pasar del tema y me quedé mirando como la ciudad pasaba a gran velocidad por la ventana. Seguía preocupada por todo lo que había pasado en casa, sus miradas estaban extrañas, sobretodo cuando me miraban. Era como si no me reconocieran, después de todo este tiempo. Lo más seguro es que solo estuviese alucinando porque los echaba de menos. 

-¿Te encuentras bien?- me sobresalté al escuchar su voz grave. Asentí. Aiden aparcó el coche y ambos salimos al exterior. Echaba de menos el sol y el calor que este emanaba, cerré los ojos, echaba de menos poder disfrutar de la vida. Abrí los ojos y noté como Aiden me observaba desde la otra parte del coche. Me sonrojé. Él rápidamente apartó la mirada y rodeó el coche. Nos compramos dos batidos por 5 myntis. Hoy era el día de los batidos. 

-¿Estás saliendo con ese tal Shane?- solté una carcajada fuerte. 

-¡No! Pero entre usted y yo, no sería nada malo- se quedó mirando mi sonrisa durante unos segundos que se hicieron insoportables. Sonrió de lado y clavó su mirada en la mía. Sus ojos eran demasiado verdes. 

-Nada como el amor adolescente- miré al suelo mientras andábamos, frunciendo el ceño.

-Nunca he estado enamorada- me miró alzando una ceja.

-Por supuesto que no, eres demasiado joven como para saber lo que se siente realmente. 

-¡Vamos! Tampoco es tan viejo- lo empujé de broma. 

-Pero sí sé lo que se siente- por alguna razón mi sonrisa desapareció, intenté hacerla volver de nuevo pero algo no me lo permitía.

-Entonces, ¿está enamorado ahora?- pregunté demasiado emocionada como para ser cierto.

-No lo sé- se encogió de hombros y me dio la espalda.

-¿Cómo que no lo sabe? ¿Cuánto tiempo lleva saliendo con la guardia?- por un momento sentí pena por aquella mujer. 

-Un año- abrí los ojos como platos.

-¿No está enamorado y piensan en boda?- puse mi mano sobre mi pecho como si me doliese, actuando.

-Ambos queremos salir de allí, nos casaremos y viviremos felices.

-No puede vivir feliz sin un amor verdadero- me sentía realmente mal por culparle por el asesinato de Harry. Él en verdad no tenía toda la culpa, él no había elegido matar a gente inocente. Sabía lo que estaba mal pero temía por su vida, y era algo normal que yo comprendía.

-Dejemos este tema- ¡Espera unos años y huyamos juntos! quería gritarle. Sus ojos reflejaban tristeza y los míos no debían ser muy diferentes ahora que comprendía el por qué de sus actos. Yo también quería huir de aquel lugar, desde que había entrado no había sentido otra cosa que miedo e incomodidad. No quería ni pensar en cómo se sentía Aiden, que llevaba más años trabajando allí. Ahora que lo pensaba jamás lo había visto hasta aquel día.

-¿Trabaja desde hace mucho para el gobierno?- algo me decía que esta conversación no iba a acabar bien. Aiden me miró incómodo. 

-Me criaron para este trabajo, aunque cuando empecé a tener sentido común sabía que este trabajo no era el indicado para mí- ahogué un grito. 

-¿Quién le crió?- no sé para qué preguntaba si no quería saber la respuesta...

-Aurora, soy el sobrino del presidente- en ese mismo instante la realidad me aplastó. Lo más seguro es que ya toda la "cárcel" supiese de mis poderes. EL PRESIDENTE ERA SU TÍO. Seguro que mamá y papá estaban raros por su culpa, por culpa del gobierno. Seguramente ellos ya lo sabrían y por eso mamá no se ponía en contra del gobierno. Ellos sabían quién era Aiden. ¡Soy una imbécil! Su cara me sonaba pero no sabía hasta que punto, por supuesto que me sonaba, lo había visto incontables veces en la tele, al lado del presidente, sonriente. Aunque ahora mismo solo podía pensar en una cosa. Aiden me miraba, como esperando una reacción.

-¡Podría haberse negado a la orden de asesinar a Harry!- Aiden intentó agarrarme del brazo para que no me alejase, pero lo empujé-. ¡No me toque!- él apretó la mandíbula y yo lo abofeteé. Llevaba queriendo hacer esto durante mucho tiempo, pero nunca a tal nivel. Observé como sus ojos brillaban con rabia. 

-No vuelvas a golpearme- su tono era mortífero. Quería esconderme en cualquier lugar, pero eso sería demasiado cobarde por mi parte. 

-Le ha dicho todo al presidente, ¿verdad?- Aiden me miró como si se sintiese tremendamente insultado. Ahora sí que no podía confiar en él. 

-¡¿Desconfías de mí después de todo lo que he tenido que arriesgar por ti?!- lo fulminé con la mirada. 

-¡No es quien para gritarme!- volví a empujarle. La gente comenzaba a observarnos y él se había dado cuenta. Agarró mi brazo y me empujó contra él, pegando su pecho al mío-. ¡Qué no me toque!- intenté deshacerme de su agarre, pero me ganaba en fuerza de sobra.

-La gente nos está mirando, deja de gritar- mi cuerpo estaba paralizado de arriba abajo.

-Como no me suelte diré que me está forzando- me sonrió de lado. No iba a conseguir nada si me ponía a gritar ahora. 

-Nunca le diría nada a mi tío- sentía que mentía. No quería confiar en él. De repente su móvil sonó, él contestó sin deshacer el agarre en ningún momento. Observé su mandíbula mientras hablaba. Todo su cuerpo se tensó y decidí prestar atención a la conversación.

-¿Estáis seguros?- no tuvo que escuchar respuesta cuando colgó y rápidamente me agarró del brazo haciendo que corriese. Me paré en seco, casi cayéndome de bruces. 

-¡¿Qué narices está pasando Aiden?!- me miró con más miedo que nunca en los ojos y volvió a sujetarme el brazo, obligándome a seguir caminando.

-¡Aurora, joder, hazme caso por una vez!- negué con la cabeza, con unas ganas tremendas de llorar. Aiden se agachó un poco y me miró a los ojos-. Te vas a venir conmigo- me levantó por detrás de las rodillas como si fuese un peso pluma y corrió conmigo en brazos. Sabía que algo malo estaba pasando, rápidamente abrió la puerta del coche y me sentó en el interior. Temblé de miedo. Él con rapidez rodeó el coche, se sentó y arrancó el coche. Conducía a velocidad prohibida. El cielo se volvió oscuro y aquel sol que antes provocaba tranquilidad desapareció por completo. La gente a la que conseguía observar comenzaron a correr, a direcciones diferentes. Aiden tenía la mandíbula en tensión todo el rato, ¿qué estaba pasando? En menos de 10 minutos ya estábamos en la "cárcel", me obligó a entrar. Todas las puertas se cerraron en cuanto nosotros estábamos dentro. Es como si nos estuvieran esperando. Gritos se escuchaban de todas partes.

OblivionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora