—Madi, necesito que me des un tiempo a solas con Peach. —Lynn suelta una carcajada, la pellizco para que deje de hacer eso—. Si quiero, puedo llevarla hasta su casa.

—Aiden. —Madison palidece y luego enrojece como un tomate—. No creo que tengas que llevarla hasta su casa.

El silencio de Wrathly le indica que ya dijo lo que tenía que decir. Se aleja a regañadientes, veo a Luccas preguntarle a Lynn de lo que se perdió.

—¿Estamos solos, Peach? —me pregunta para confirmar.

—Aparentemente sí, Lynn, Luccas y tu "amiga" —enfatizo muy bien la palabra amiga—, no están muy lejos de nosotros.

—¿Qué te pasa?

—Me duele la cabeza —mascullo en tono cortante—. Además, olvidé que tengo cosas por hacer.

—¿Desde cuándo te comenzó a doler la cabeza? —Aprieta su mandíbula.

Desde que llegó la víbora roja de tu amiga a tratar de menospreciarme.

—¿Cuál es tu punto, "Aiden"? —Le doy énfasis al nombre por el cual lo llamó Madison.

Madison se mueve un poco para que quedemos de frente en la distancia, ella centra su vista en mí. Me lanza una mirada negra llena de odio y de celos. En cambio, yo lucho contra mis ganas de llorar por la rabia que me invade. Siempre soy la descartada, la que ningún chico en su sano juicio se podría enamorar por mi contextura física.

—Siento que me estás mintiendo, Peach. —Mi respiración se detiene—. Aunque admito que no me gustaron las interrupciones de nuestros amigos.

Trago saliva y estiro mi mano para tomar su mano entre las mías.

—Tampoco a mí me gustaron tantas interrupciones.

Wrathly asiente, luego se inclina para decir:

—Espero que esto se repita, Peach, sin ellos.

Mi corazón se hunde hasta el piso, no tengo por qué ser cortante con él. El verdadero problema lo tiene su amiga, la víbora roja; no seré yo quien se lo haga saber. Inclino mi cabeza hacia un lado y me impregno de él.

—Podemos coordinar para otro día. —Hago un puchero—. Eso sí, prométeme que haremos todo lo posible para que nuestros amigos no intervengan.

Wrathly da un pequeño asentimiento. No sé qué fuerza me motivó hacer lo que hice a continuación, tal vez fue ver las miradas que me lanzaba la víbora esa, tal vez fue porque mi estado de ánimo estaba por los suelos o sencillamente era algo que necesita y deseaba hacer.

Abracé a Wrathly sin avisarle, por un momento pensé que me apartaría. Sin embargo, me devolvió el abrazo, cerré los ojos y sentí el revoloteo en mi cuerpo por la sensación. Inhalo profundo.

—Nuestra próxima reunión será mucho mejor que esta.

Wrathly incapaz de contener una sonrisa, responde:

—Sin ellos.

—Sin ellos

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