4. Los Clubes.

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Tenía hambre. Sí, era de ese 0.01% de que se levantaba de madrugada a prepararse algo de comer porque el hambre no la dejaba dormir. Sólo Charlie Preston, damas y caballeros. Me sorprendí que a bajar las escaleras de mi hogar, la luz de la cocina estaba encendida, mi padre estaba apoyado a la encimera bebiendo un vaso de leche y galletas.

— ¿Niño grande? —me burlé. Soy de esas que tienen padres que parecen niños, pelean mucho, sí, pero todo lo que hacen es de manera infantil.

A pesar de sus desacuerdos, sé que están hecho el uno para el otro, no imagino a ningún hombre aguantándole a mamá sus lloriqueos porque murió su personaje literario favorito, ni a otra mujer jugando con papá al concierto imaginario.

Sí, esa es una historia divertida, resulta que papá estaba viendo una película de una banda de Rock y comenzó a tocar una batería invisible y entró mi mamá con el cabello alborotado sacudiéndolo mientras lo seguía con una guitarra...también invisible, ojalá sus canciones hubieran sido mudas, pero no.

Esa noche, los vecinos llamaron para quejarse del ruido alegando de que era yo, no malcríen a esa niña, sí la vecina supiera...

—Adolescente amargada —así era nuestro juego, buscó otro vaso y me sirvió la leche y rellenó el plato con galletas No era la primera vez que nos encontrábamos a comer.

—Gracias, papá —le dije llevándome a la boca una galleta de mantequilla de maní.

—Siempre, chiquilla. Ahora, empieza. —dijo.

Cuando tenía seis años fue la primera vez que bajé y me lo encontré como siempre, el cabello rubio alborotado, el pijama azul, y el bigote de la leche. Ese día había sido pésimo, los chicos de la primaria se burlaban de mí por fea ... no, no te burles, no es que era fea, fue que Becca Flynn quería que me sentara al lado de la basura, y le dije que no lo haría, peleamos un rato más y después me gritó ¡FEA!. Creo que era el único insulto que conocía, después de ahí toda la clase me llamó fea hasta que fuimos creciendo y todos se dieron cuenta que no tenía sentido porque era una diosa egipcia

Como seguía... esa noche, la leche y las galletas eran como alcohol para mí y le conté todo a mi papá, a partir de ahí cada vez que bajo si tengo un problema se lo cuento.

—Hoy no hay problemas, papá —le mentí.

Él me lanzó su mirada de detective, ojos castaños a ojos castaños, realmente no tengo nada físico de mamá, soy totalmente hija de mi padre, el cabello, los ojos, nariz, es como si fuera él niña, eso dice mi abuela.

— ¿Llamándote adolescente amargada y no tienes problemas? A otro perro con ese hueso.

Decidí aprovechar esta situación: —Bueno, esta adolescente amargada tiene una cita el viernes por la noche.

— ¿Por fin aceptaste a Jhon Freeman?

Sí, hasta mi padre lo sabía. ¡TODO EL JODIDO PUEBLO! En unos de sus episodios de cómo enamorar a Charlie Preston decidió ir a pedir mi mano con mi padre, ahg que desgraciado, lo peor de todo fue que a él le agradó.

—No saldré con él, nunca en la vida, papá.

Volvió con su mirada de detective, mamá le decía que había leído una novela así donde ella decía que nunca se enamoraría del tipo y terminaban casados, que Jhon era un buen prospecto de personaje literario.

Espera a que conozcas a Fred Irons, mamá.

—A mi me agradó —dice humedeciendo la galleta con la leche.

—Tengo una teoría para eso, eres el padre, según el mundo y sus reglas el sobreprotector y más conmigo que soy tu única hija, es entonces llega un muchacho que me desagrada, pidiéndote salir conmigo y te agrada sólo porque a mí me desagrada.

Te lo advertí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora