Capítulo diecisiete. Corona de espinas

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Aliándose con Abby, fingiendo un amor falso, Justin aseguraba un futuro próspero para su país e, indirectamente, para él.

La coronación tuvo lugar tres meses más tarde, un caluroso día de verano, en los jardines del castillo. Noah y Violet se mantuvieron a un lado, viendo como Justin desfilaba hacia el trono.

-Estoy muy orgulloso de él-susurró Noah.

-Por supuesto-respondió Violet.

Justin terminó de subir los escalones, con una capa ceremonial tras él y Abby siguiéndolo. Se colocó delante del trono. Delante de él, en un pedestal, se encontraban la corona y el cetro que le concederían el poder de gobernar un gran país. Todos escucharon los diferentes discursos del rey, la reina, y diferentes autoridades importantes hasta que llegó el momento de la coronación.

-Justin Lukas Illéa, ¿juras proteger la nación de Illéa con todo tu poder, proveerla de todo lo necesario y velar por su felicidad?

-Sí, lo juro.

-¿Juras mantener el orden que las leyes han establecido y mirar por el interés de sus ciudadanos?

-Sí, lo juro.

-¿Juras dar tu vida por tu país y dirigir el ejército como un buen líder?

-Sí, lo juro.

-Entonces, por el poder que se me ha otorgado, te concedo los poderes y obligaciones de un monarca para con su pueblo. Gobierna con justicia y firmeza.

Se le entregó el cetro, que asió con fortaleza. Esperó con cautela hasta que una pesada carga con forma de corona de oro descansó sobre su cabeza. Dio unos pasos al frente para mirar su pueblo. A su derecha, su futura esposa; a su izquierda, su hermano con la chica de sus sueños. Delante de él, un pueblo que depositaba su confianza en quien, esperaban, fuera un buen rey.

La boda no se hizo esperar después de la coronación. Cuatro meses después, Violet y Abby lucían vestidos blancos que caían hasta dejar una cola y Noah y Justin esperaban en el altar. Todo resultó como aparece en las películas, idílico, perfecto y que acababa con un beso que confirmaba un gran amor. ¿Qué esperar si lo organizó Laura? Violet casi no recordó aquel día.

Algunos recuerdos caían en su mente como las gotas antes de una tormenta. Recordaba a su madre llorando, recordaba a Zhen, Sheila y Emily como sus damas de honor. Recordaba un gran banquete, una preciosa ceremonia, cientos y cientos de vueltas por el salón de baile y varias copas de más. También recordó encontrar a Justin apartado del bullicio, como solía hacer cuando una situación le abrumaba.

-¿Se encuentra bien, majestad?-preguntó ella alejándose de la multitud y uniéndose al rey al pie de las escaleras del segundo piso.

Justin estaba tan elegante y guapo como cualquier otro día. El cabello ondulado con algo de gomina, un traje negro elegante con pajarita, los ojos castaños que la habían observado desde la otra punta de la mesa del comedor cuando aún se encontraban en la Selección. Pero él no parecía feliz en el que debería ser el día más dichoso de toda su vida.

-Violet, no es necesario que me trates así-dijo él mirando sus zapatos.

-Eres el rey, esa es la forma en la que todos deberíamos tratarte.

Viéndolos desde fuera, ella vestida con el más bonito de los vestidos de novia y él engalanado con pajarita, podría llegar a parecer que eran ellos los que se casaban entre sí. ¡Qué caprichoso es el destino! Pensó Violet, que ambos estuvieran así vestidos pero para otras personas.

-No alguien que ya me ha visto en mis peores momentos-respondió él con voz acongojada.

Violet cerró la boca y ambos se quedaron en silencio durante minutos. La novia notó cómo Justin tenía los músculos tensos y los labios apretados. Además, su mano se desviaba continuamente a su cabeza, igual que el día en que se conocieron.

-¿Del uno al diez?-preguntó como en los viejos tiempos.

-Diez.

-¡Justin!-exclamó ella asustada. Se levantó del escalón en el que estaba sentada, muy alarmada y preocupada-¿Qué te traigo? ¿Qué necesitas? Debes ir a tu habitación, no estar rodeado de todo este ruido.

El rey le dedicó una sonrisa triste de medio lado.

-Oh, perdona, hablabas de la cabeza y no del corazón. Entonces solo es un dos. Ya sabes que cuando hay mucho ruido me duele, y con este cambio de tiempo que ha habido pues...

-Justin...-Violet pronunció su nombre exhalando el aire que aprisionaba su pecho.

-No te preocupes, Violet, estaré bien. Soy fuerte y testarudo, igual que tú.

Violet se vio obligada a volver al baile sin siquiera poder rozarle. Llegó cuando Abby bailaba alegremente con Porter, sin siquiera preocuparse por saber dónde estaba su marido. Noah sí había notado la ausencia de la muchacha y la estrechó contra él en cuanto volvió a verla.

-¿Dónde estabas?

-Necesitaba tomar un poco el aire-se excusó ella.

-¿Te encuentras bien?-preguntó él con tono preocupado. Violet había comenzado a acostumbrarse a ver el brillo de amor en la mirada de Noah, pero eso no significaba que no dejara de fascinarle.

-Claro que sí.

Pasaron los meses y Violet se encontró a sí misma aprendiendo a amar a Noah de una forma diferente e inesperada. Las mariposas no tardaban en llegar a su estómago cuando él entraba en una sala. Se sentía plenamente feliz despertándose por la mañana a su lado, viéndole pintar o divagando sobre temas extraños que jamás ocurrirían.

Durante casi tres años, todo parecía un cuento de hadas. Hasta el día en el que ella y Noah tuvieron que huir de un lugar que habían considerado su hogar, instigados a ello por el mismísimo rey Justin.

Todo parecía un cuento de hadas hasta que Violet se dio cuenta de que la realidad no era así.

Existía una posibilidad entre un millón de que todo aquello ocurriera... Y ocurrió.

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¡Chan, chan, chaaaaaan! Así acaba el último capítulo. Sé que es muy corto, pero ya aclaré que era casi un capítulo expositivo, para explicar qué pasaba con ellos. Eso sí, falta el epílogo. Dentro de nada volveré y contestaré a vuestros comentarios. Espero no haberos defraudado.

La semana que viene: "Epílogo: Cartas de amor a los muertos" -VickySpark.

Doble Elección (Orígenes de la Selección)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ