Adiós mundo cruel...

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Salí de casa, llevaba las pastillas y la botella de agua, estaba preparada para hacerlo. Lo quería hacer. Cerré la puerta tras de mí y cuando llegué al portal dejé caer la breve nota por la rendija de nuestro buzón, esta decía así:

“Siento heriros, puede que sea demasiado cobarde para enfrentarme a mis problemas… Adiós, adiós para siempre… No me echéis de menos, por favor.

Os quiere,

La Pequeñaja.”

Esperaba llorar, esta vez no lo hice. Las mismas palabras de las que huía se repetían en mi mente, “Stay Strong… Stay Strong…”. No podía más, salí del portal con la mente extraviada, anduve con la música puesta, Hometown Glory sonaba… Anduve un poco más hasta que decidí que era el momento, me paré y saqué el pack de pastillas, saqué una, no, dos. Abrí la botella de agua y me tragué las pastillas. Seguí andando y al cabo de unos minutos saqué más pastillas, esta vez fueron cuatro, las tragué y continué mi camino hacia ninguna parte. Volví a pararme cuando vi a unos niños jugando en un pequeño parque, ya anochecía, me tomé más pastillas. Seguí caminando, cada vez más lento. La oscuridad me inundaba. Mi mente estaba en blanco. Me tomé las últimas pastillas.

Deambulé por mi pequeña ciudad hasta que mi cuerpo se agotó. Me senté en el suelo. Estaba frío, pero no me importaba. Me acomodé y acerqué mis rodillas hasta mi pecho. Tenía… ¿sueño? Mis ojos se cerraron. Hometown Glory volvió a sonar, pero ya no escuchaba nada. Ahora sentía la verdadera felicidad, sentí que me iba a dormir… Me dormiría para no despertar jamás. La felicidad fue lo último que sentí… La canción se paró y con ella mi corazón. Ya me iba. Susurré algunas palabras: ‘Adiós mundo cruel’ Sonreí… y lo último que pensé fue que nunca me arrepentiría. Ya todo se acabó, se desvaneció. Adiós…

Adiós mundo cruel...Where stories live. Discover now