Capítulo 2

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Exactamente a las siete y media -hora a la que habían quedado- Atsushi llegó a un parque. Habían acordado que aquel fuera su lugar de reunión, aunque realmente no había razón alguna para ello. Ryunosuke no estaba por ninguna parte. En cierto sentido le sorprendía, ya que el moreno no le parecía de esas personas con tendencia a llegar tarde.

El albino se envolvió en su sudadera negra. No llevaba la misma ropa de siempre. Había logrado salir pronto de la Agencia para poder ducharse y arreglarse antes de su cita. Dazai y su labia le habían ayudado en cierta medida, aunque el menor seguía molesto por todas las burlas y preguntas indiscretas que había recibido durante el día. No había vivido momentos tan incómodos en su vida como cuando Naomi lo acosó, tratando de averiguar quién lo había llamado.

En aquellos momentos, Nakajima deseó haber cogido un abrigo de verdad en vez de una simple sudadera. A pesar de estar a mediados de abril, esa tarde era fría. El viento de procedencia norteña contribuía a ello. Atsushi suspiró, tendría que haber sido más previsor. Tapándose hasta las puntas de los dedos con las oscuras mangas, trató de olvidarse de las bajas temperaturas. Su método fue pensar en Akutagawa. Automáticamente sus mejillas adquirieron un suave rubor y sus labios una tenue sonrisa. También se le hizo un nudo en el estómago por los nervios y las ganas de verle. Quiso golpearse a sí mismo. ¿Cómo podía haberle ocurrido aquello? ¿Cómo podía haberse enamorado de semejante manera de un mafioso? No lo entendía aunque, por no entender, no se entendía ni a sí mismo. Que no es que lamentase haberse enamorado de Ryunosuke, nada más lejos de la realidad. Nunca antes se había sentido tan feliz. Simplemente le resultaba extraño. Durante toda su vida pensó que el amor no estaba hecho para él. Él prefería tener algo en el plato para comer en vez de perder la cabeza por otros. Pero de pronto, de golpe y porrazo, estaba casi en una relación. Y decía casi porque allí nadie se había confesado. Se habían besado, sí; actuaban los dos como idiotas enamorados, también, pero no habían llegado a poner sus románticos e infantiles sentimientos en palabras.

El gélido viento le distrajo de sus pensamientos, helándolo. El tigre se frotó con las manos los brazos para obtener algo de calor corporal, aunque no le hizo falta. En cuestión de un par de segundos, una gabardina negra cayó sobre sus hombros. Las delgadas y blancas manos posadas en estos le dieron la pista del dueño de esta prenda, al que no necesitó ni ver para esbozar una amplia sonrisa. Al darse la vuelta, como buen detective contempló la veracidad y el acierto de sus deducciones. Tras él, un recién llegado Akutagawa dibujaba una media sonrisa en su casi siempre serio semblante.

-Hola. -Saludó el mafioso sin ser capaz de cambiar su expresión ni aunque tratase de hacerlo.

-Hola. -En igualdad de condiciones, Nakajima le devolvió el saludo.

-Siento llegar tarde. -Se disculpó-. Estaba huyendo de Chuuya-san.

-¿Por qué?

-Supuestamente, debería estar en una misión. Me pilló escaqueándome y no se lo tomó demasiado bien.

-¿Por qué no me dijiste que quedásemos más tarde? No me habría importado.

-Ya, pero me apetecía mucho verte. No quería esperar.

Casi instantáneamente, los rostros de ambos, desde las mejillas hasta la punta de las orejas, se tiñeron de un rojo potente. Parecían -y lo eran- dos inocentes niños primerizos.

-Esto... -Sin saber muy bien cómo salir del apuro, Akutagawa trató de salvarse con una propuesta-. ¿Quieres ir a tomar algo? Quedamos en que esta vez invitaba yo.

-Creo que lo decidiste por tu cuenta. -Rió Atsushi.

-Da igual. ¿Vienes o no, hombre tigre?

-Voy, voy. -El albino se envolvió en la gabardina del mayor mientras esbozaba una sonrisa. Ahora se sentía mucho más calentito-. ¿Por qué todavía me llamas hombre tigre?

-¿De qué otra manera podría llamarte?

-Tengo nombre, ¿lo sabías?

-Entonces usa tú también el mío, Atsushi. -Ordenó el mafioso, tornándose sus palabras con cierto tono burlón.

-Trato hecho, Ryunosuke.

En parte sonrojados y en parte molestos, se sonrieron con picardía, demostrando en esos porcentajes una tercera parte de alegría. Paseando uno al lado del otro se dirigieron a la salida del parque, inconscientemente pensando en ir a la misma cafetería en la que Dazai les reunió en una cita a ciegas contra su voluntad. Aunque no pensasen admitirlo, ahora le agradecían sus actos al suicida.

Casi habían llegado al final del parque cuando reconocieron un sombrero de marca y un cabello anaranjado, rodeado de miembros de la Port Mafia. El nuevo Doble Negro se volvió blanco de miedo al contemplar la iracunda expresión del miembro más menudo del antiguo dúo. A toda velocidad se escondieron tras un árbol, rezando por no haber sido vistos.

-Chuuya-san. -Masculló Akutagawa entre dientes.

-Pensé que lo habías despistado.

-Nunca dije eso.

Nakajima lo miró fastidiado antes de suspirar y preguntar lo que cualquiera cuestionaría en semejante situación.

-¿Qué hacemos?

-¿Nos enfrentamos a él? Aunque me castigarán por insubordinación y aparente traición...

-¿Sabes? Siento que con esto plagio a Kunikida-san, pero entrar en una pelea contra uno de los líderes ejecutivos de la Port Mafia no es mi ideal de cita.

-¿Y qué sugieres tú, listillo?

Mutuamente, como en los viejos tiempos, se fulminaron con la mirada. Ahora nadie diría que estaban perdidamente enamorados el uno del otro, a pesar de que esa fuese la más pura realidad. Aunque esa impresión volvió en el momento en el que Atsushi se armó de valor y cogió la mano del mafioso, entrelazando los dedos de ambos. Ryunosuke parpadeó varias veces, mirando atónito sus manos emparejadas.

-A la de tres me sigues y corremos.

-¿Qué?

-¡Tres!

Ambos salieron corriendo en dirección contraria a Chuuya y los suyos. Sin conocer el rumbo, Akutagawa sólo fue capaz de preguntar:

-¡¿Y qué ha pasado con el uno y el dos?!

Chocolate con leche [AkuAtsu] (Bungou Stray Dogs fanfic yaoi)Where stories live. Discover now