Capítulo Veintiuno

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Manuel condujo hasta una de las zonas turísticas de la costa de México, donde cada una de las villas que componen la exclusiva zona tiene una excepcional vista al mar. La arquitectura de cada villa le brindaba total privacidad y disfrute a cada uno de los huéspedes que se hospedaban.

Cuando Mayte y Manuel entran por el acceso controlado hacia las villas, el guardia le da las indicaciones de cómo llegar a su villa. Una vez Manuel estaciona su vehículo, Mayte puede apreciar con detenimiento la maravillosa y lujosa villa que les acogerá por todos el fin de semana.
La villa, moderna por demás, estaba totalmente equipada para brindar a sus huéspedes, durante el tiempo que se hospedaran, las mejores vacaciones.
Para sorpresa de Mayte, Manuel había preparado un camino de rosas rojas desde la puerta principal hacia el dormitorio principal adornado con velas aromáticas.
M: Manuel, mi amor, este lugar es hermosísimo y romántico por demás, es un paraíso soñado.
Ma: Todo para ti y nuestra princesita (poniendo una mano sobre su barriga), lo mejor, te amo, las amo. Si no fuera por ti, no habría ganado el premio, tú has sido mi motor inspirador desde que te conocí.
M: Nunca dejas de sorprenderme, te amo.
M: Y yo más

Manuel agarró por la cintura a Mayte acercándola y Ella le acarició lentamente la mandíbula, pensando en lo delicioso que resultaba tocarlo y comenzó un camino de besos desde el lóbulo de la oreja hacia su cuello. Mayte comenzó a quitarle el lazo y a desabrocharle cada botón de su camisa)
M: Te amo Manuel Mijares...
Mayte se sintió completamente segura en sus brazos mientras los labios de Manue la buscaban con un hambre que ya no tenía que ocultar. Mayte se estremeció de todas las sensaciones que la bombardeaban. Manuel elevaba a Mayte a lugares insospechados, un nivel más allá de lo esperado, serán por el ser que crecía en ella. Pero también era el calor de su cuerpo, las caricias de sus manos sobre su cuerpo ya desnudo y sus apasionados besos los responsables de ese sentimiento Ambos se dejaban llevar por la fuerza y fluidez de las emociones del gran amor que se tenían.
Ya en el cuarto Mayte le acarició los hombros, palpó los músculos de pecho mientras Manuel se ponía sobre ella y se erguía para verla a sus ojos para darle una sexy sonrisa que la enamoraba.
Ma: Yo te amo a ti Mayte Lascurain, con todo mi ser. Me realizas como hombre, porque el ser amado por una mujer como tú, me siento en las nubes.
M: Manuel, eres mi conplemento, mi hombre ideal eternamente...
Mayte jadeó al sentir la mano de Manuel entre sus piernas, acariciándola lentamente. De pronto lo deseaba con urgencia, sin timidez alguna, sin más demora. Imperiosamente, alzó las caderas al encuentro de él.
Ma: Mayte... (las palabras se perdieron en sus besos)
Ella no quería palabras, sino acciones. Todo resultaba vago e impreciso comparado con la fuerza y el calor que emanaba de sus cuerpos y el ansia por tenerlo dentro. Con impaciencia, le tomó por la cintura para llevarlo hacia ella. Una sensación deliciosa de excitación se apoderó de ella al sentir que entraba suavemente en su interior, llenándola.
El deseo frenético ocupó el lugar de todas las sensaciones, obligándola a seguir su ritmo cada vez más rápido, cuyo eco se repetía en todo su cuerpo. Mayte intentó moverse con lentitud y retrasar su respuesta, pues quería disfrutarlo, pero su cuerpo se estremeció en oleadas de placer mientras su mente entraba en un mundo donde no existía lógica ni sentido común.
Poco a poco fue recuperando la conciencia tras la descarga de placer cuando sintió que Manuel se quedaba rígido entre sus brazos y luego caía sobre ella con un gemido ahogado.
Mayte lo abrazó, apoyando la cara en su hombro sudoroso, demasiado cansada para moverse. Se sentía como si no fuera a moverse nunca más. Qué raro, se dijo mientras Manuel se echaba a un lado y la arrastraba con él para abrazarla. Ella se gira para ver directamente a los ojos del hombre que amaba.
Ma: Mi amor, te amo con locura, hacer el amor contigo es el momento más sublime de mi vida y saber que hemos creado esta princesita que crece en ti me llena de una inmensa felicidad.
M: Mi amor, tú para mí eres un ser especial y estoy segura de que serás un gran padre.
Manuel se levanta y extrae del bolsillo de sus pantalones una cajita de terciopelo color negro. Se arrodilla sobre la cama frente a Mayte.
Ma: Mi amor, yo había querido el encargado de las sorpresas esta noche, pero tu ganaste por mucho y me diste la mejor de las noticias, que vamos a ser padres. Pero yo quiero que nuestra relación se consolide y es por eso que (abre la cajita) Matte Lascurain, ¿quieres acompañarme para siempre junto a todos nuestros hijos, casarse con su hombre ideal y ser la señora Mijares?
Mayte no emitía palabra alguna, solo sollozaba y apenas podía contestar. Hasta que por fin, se tranquiliza un poco.
M: Mi amor, claro, si, si, te amo, quiero formar contigo una gran familia (Lo abraza y lo besa intensamente)
Manuel saca el anillo de la cajita y se lo coloca en el dedo anular a Mayte y la vuelve a besar demostrándole todo el amor que siente por ella.

Habían pasado diez años del nacimiento de Isabella Mijares Lascurain. La jovencita era igual que Manu la había soñado. Tenía el cabello claro y rojizo junto a la sonrisa de su madre y los ojos oscuros y pícaros de su padre.

La experiencia como madre le indica a Mayte que ya había llegado el momento de escribir un libro. A ella le gustaba el trabajo investigativo por lo que decide escribir sobre la crianza de los hijos primerizos y los temores que enfrentan los padres antes su mayor responsabilidad. Su libro fue un éxito total por lo que las críticas la ubicaron en un lugar privilegiado entre los escritores investigativos en México.
Ante el gran éxito de Mayte, Manuel siempre era su motor y apoyo en todo momento. La impulsaba a perseguir sus sueños porque la felicidad y los éxitos de ella lo llenaban de mucho orgullo. Mayte y Manuel se amaban cada día más que el anterior y como una vez se prometieron gozaban de tener una gran familia. Dos años más tarde de haber nacido Isabella, tuvieron a Agustín (8) Al año siguiente la cigüeña los sorprendió por lo que Mayte estaba embarazada nuevamente pero esta vez de mellizos (Mayte y Tomás de 7)

Todos sus hijos formaban parte de su vida. Una vida llena de amor y pasión. Una vida que comenzó con la búsqueda de las 50 características que debe tener el hombre ideal y que poco a poco se fue reduciendo a la "El hombre ideal es aquél a quien amas".


Fin.

#El Hombre Ideal#Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz