Capítulo 18: hay que ser lo que hay que ser

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Gilbert despertó en la camilla de un hospital. No tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí. Todo lo que recordaba, hasta lo que parecía ser una pérdida de conocimiento, era a Rammy conduciendo su coche y a Roderich junto a él en los asientos de atrás. ¿Roderich junto a él, fuera de su casa? Quizá lo hubiese soñado.

Despertó en una estancia de un blanco que dañaba los ojos. El intenso brillo de los fluorescentes le provocó un mareo instantáneo y la necesidad urgente de vomitar. Todo estaba borroso ante él. Alguien le tendió un cubo que el tomó de manera instintiva. Devolvió y sus sentidos se aliviaron de momento.

—Has sufrido un desvanecimiento. Te he comprobado la presión arterial y te he hecho una prueba psicotrópica. Me daba un 70% de cannabis en sangre. —Los músculos del cuello de Gilbert se tensaron en cuanto escuchó aquella voz conocida. Una voz dulce, grave. Con ciertos matices eslavos—. No sabía que te habías vuelto un yonki, Gilbert. ¿Tanto te destrozó mi amor? Y yo creía que tenía problemas con el vodka.

Gilbert alzó la vista y se topó con la fría mirada violácea de un hombre de pelo rubio lacio y de constitución corpulenta. Apretó con fuerza los puños cuando observó como esbozaba una mueca que quería parecerse a una sonrisa. Era el mismo gesto que aparecía en sus pesadillas cuando evocaba inevitablemente a Ivan Braginsky. Se pellizcó uno de sus brazos para despertar. Sin embargo, solo consiguió un pescozón del tamaño de una clementina en su antebrazo. Era real. Era condenadamente real y no podía escapar de él.

—¿Qué haces aquí? —Gilbert le pidió explicaciones, blanco de ira.

—Yo esperaba un saludo más cálido de tu parte. Se nota que eres un cardo cuando estás completamente sobrio —comentó Ivan, carcajeándose.

—¿Qué haces aquí? Contéstame —repitió el germano, quieto como una estatua. El odio no le dejaba moverse.

—Buscarte. Al final has aparecido ante mí como caído del cielo. ¿Quién podía imaginar que te ibas a pillar el amarillo de tu vida aquí, en esta ciudad, lejos de lo que más has amado en tu miserable vida? —El ruso cambió su tono de mofa y tuvo la desfachatez de sentarse en el borde de la cama de su enfurecido paciente que estaba a punto de explotar debido a la rabia. Sacudió la cabeza como si quisiera quitar importancia a lo que acababa de decir—. Perdona, Gil. Olvida lo que he dicho. ¿Cómo te encuentras?

—Quiero que me dejes en paz. No he desaparecido del mapa para que tu sigas acosándome como en el pasado. Quiero que me dejes y que no me toques jamás en tu vida. Si no llamas a otro médico, gritaré a los cuatro vientos que eres un fugado y que te escondes de las autoridades ejerciendo una profesión a la que jamás deberías haber accedido —advirtió Gilbert, enseñando sus dientes.

—¡Vamos, Gil! ¡Olvida el pasado, podemos empezar de cero! Sin resentimientos. ¡He cambiado! —El tono de Ivan se volvió de súplica conciliadora. No obstante, Gil no tenía ninguna intención de seguirle la corriente.

—Ya he empezado de cero. Sin ti. Mi hermano está a salvo de tus diabólicas intenciones. Y yo he comprobado que soy capaz de amar sin tener que sufrir maltrato de ningún tipo—respondió Gilbert. Pero en el momento, se arrepintió de haberle dado un detalle como ese. No se equivocaba. La apariencia calmada del ruso comenzó a mutar y se convirtió en el mal genio incontrolable de un monstruo. Su mirada se tornó fiera, como la de una presa dispuesta abalanzarse sobre su presa en cualquier momento.

—Sé que mientes, estás mintiendo...

—No, en absoluto. Tú has rehecho tu vida. Y yo he hecho lo mismo con la mía. Ahora puedo amar. Ya no soy un pobre animal al que tu solías domesticar a palos. —Gilbert se incorporó y se aferró a la pizca de valor que acudió a él. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza—. Pero las cosas han cambiado. Ahora yo controlo mi vida. Amo de manera saludable. Y que no te quepa la menor duda de que haré de tu vida un infierno si te acercas a mí o a los que quiero.

El sonido de las hojas al quebrarse (GerIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora