Capítulo Dos.

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                                                                  ASHLEY

A la vida le gusta fastidiarme, lo tengo claro, no podía ser otro día no, tenía que ser hoy que mi hermano pequeño esté enfermo, y mi padre tenga que ir con él al médico. Y yo tenga que quedarme cuidando de la tienda de surf, alquilando tablas. Claro, Derek se ha escaqueado en cuanto ha podido. Típico de él. Levanto la vista del inventario de la tienda cuando veo a un chico muy guapo acercándose al mostrador, está claro que viene a surfear.

-¿Han cambiado al dueño de esto?.--. Oh, no, por favor, este tipo de personas, no, personas que no saludan al entrar me caen mal. Personas maleducadas, en general. Decido responderle con cortesía, una de las reglas del empleado, ante todo, educación, aunque el cliente carezca de ella.

-Buenos días.--.Él arqueó las cejas y se cruzó de brazos. Me estaba empezando a cabrear.

-Te he hecho una pregunta, respóndeme.--. Bueno, eso ha sido la gota que colmó el vaso. A la mierda la cortesía.

-Oye, guapo, si vienes a faltar el respeto, ya puedes ir por donde has venido.

-No hasta que respondas a mi pregunta, chata.--. ¡Cuidado, guapo! No conoces el límite de mi paciencia, digo mentalmente. Decido serenarme, y aunque cada vez me cueste más, ser educada con él.

-Mira, hay unas olas geniales ahí fuera y...

-¡Vaya!, no me digas, gracias, estoy ciego y no las he visto.-- Iba a responderle cuando apareció Derek por la puerta, estaba escuchando.

-Tío, modera tu educación ante mi hermana o te saltará al cuello. Y no, no han cambiado al dueño de esto, mi padre ha tenido que irse hoy--. ¡Sí! Mi hermano a veces era el mejor, me conoce muy bien, a veces demasiado bien. Sabe cuánto puedo llegar a enfadarme. El chico que me resultaba familiar puso los ojos en blanco.

-Lo sé, a todas las chicas del instituto les pasa lo mismo...Es broma--. Rectificó ante la mirada fulminante que le lancé--. Sólo quiero alquilar una tabla y la ficha para los vestuarios. Por favor.

Menos mal, empezaba a comportarse mejor ahora. La advertencia de mi hermano surgió efecto. Le sonreí para, como si de un perrito al que le dan un premio se tratara, supiera que lo había hecho bien.

-Vaya, rubita, tienes una sonrisa preciosa--. Oh dios, ¿A caso sabe todo lo que no me gusta? ¿O quizás es el mejor en incordiar?

-Ashley, me llamo Ashley--. Dije, con cierta irritación. Recuperé la compostura para no saltar el mostrador y estrangularlo--. A ver. ¿Cómo te llamas?

Seguro que fue él el del numerito del chiringuito de Monty esta mañana. 

                                                                     ALLAN

Dios, espero que esta chica no sea demasiado pesada, ya he tenido bastante con ese estúpido del chiringuito donde desayuné esta mañana.

-Me llamo Allan Johnson--. Esa chica, Ashley teclea algo en el ordenador y gira la pantalla hacia mí.  Dejaré de molestarla o me denegará la entrada aquí. Pero seguiré llamándola rubita. Tiene una sonrisa encantadora, lástima que no sea de mi clase.

-Éstas son las tablas que tenemos disponibles por el momento del tipo gun. Va a haber olas grandes--. Dijo, enseñándome los diseños.

-Vale, rubita--. Si las miradas matasen, yo estaría muerto desde hace un rato. Una clienta entró con su tabla y la dejó en el lugar de recogida. Acto seguido se apoya en el mostrador, mirando hacia Ashley.

Amor Surfista.Where stories live. Discover now