Capítulo 37: Matthew y Mía.

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No estaba segura de cómo presentarme.

El chico levanta una ceja, luego de unos segundos parece acordarse y esboza una sonrisa educada.

—¡Ah, sí claro! La hija de la amiga de mi madre... —Se queda pensativo, intentando encontrarle sentido a lo que dijo. Como pensé, me cae bien—. Como sea, soy Matthew, el hijo de la dueña.

—Ann. —Le devuelvo la sonrisa.

Sus ojos miel se desvían hacia Charlie, esperando que este se presente, pero cuando volteo la vista a mi amigo, me doy cuenta que está con la boca abierta prácticamente babeando por mi nuevo compañero de trabajo.

—¿Y el que está babeando el piso es... —La pregunta de Matthew hace que suelte una carcajada y que Charlie vuelva a la realidad.

—Charlie. —Su voz es apresurada y sus orejas están rojas. Matthew le sonríe. Y automáticamente sé que mi amigo estará hablando de él toda la semana.

Los siguientes minutos me explica todo lo que tendré que hacer, lo cual no es mucho. A esta hora no suele haber muchos clientes y si los hay, yo solo tendré que cobrarles. Simple y sencillo.

Y a pesar de la simpleza y lo aburrido que puede llegar a ser, me gusta mi nuevo trabajo.

Charlie se queda haciéndome compañía. Bueno, más que por mí, sé perfectamente que se ha quedado para mirar a Matthew.

Mi turno termina tarde por lo que le digo a Charlie para que se quede a dormir en casa, lo que acepta alegremente. Sabía que lo que menos haríamos sería dormir, él estaría toda la noche hablando de su nuevo enamoramiento y yo lo escucharía, claro.

Cuando llegamos a casa ya es tarde y sólo unas pocas luces están encendidas en el interior. En cuanto abro la puerta mi madre corre a nuestro encuentro.

—¿Cómo te fue? ¿Te gusta el trabajo? ¿Y tus compañeros? —Mi madre no tarda en bombardearme con preguntas hasta que ve a Charlie a mi lado—. ¡Oh, hola!

Ambos sonríen y se presentan. Subimos a mi habitación inmediatamente después de comer. Ni bien la puerta se cierra, mi amigo dice:

—¿Puedo trabajar contigo? —Tiene la cara iluminada mientras dice todo tipo de halagos y cosas irrepetibles de Matthew. Yo simplemente sonrío al darme cuenta que no está pensando en Jayden, y que al fin ha logrado distraerse.

Hablamos y hablamos hasta que nos dormimos.

*~*~*

—Me debes un café. —Andrew me da un beso y luego se pone a caminar. Yo lo sigo.

Ha venido a buscarme al colegio con la intención de llevarme a la cafetería donde trabaja. Yo estoy tan feliz de por fin conocer algo de él.

—Tienes que llevarme a conocer al tal Matthew. —Dice después que le cuento todo lo ocurrido ayer.

El café no queda lejos y no tardamos en llegar. Es un lugar pequeño pero acogedor, está diseñado al estilo antiguo e incluso los uniformes parecen de otra época. De sólo imaginarme a Andrew con uno de esos uniformes... pero hoy no iba a ser el día. Hoy sólo me presentaría a sus amigos del trabajo.

En cuanto entramos, el olor a pastel recién horneado hace que me entre más hambre y el estómago me gruña. Nos acercamos a una mesa cercana a la ventana y esperamos que nos atiendan.

—¿Hace mucho trabajas aquí? —Observo el menú y todas las variedades de dulces. Este lugar me va a gustar.

—Prácticamente desde que se fundó, no hace mucho. Antes de que mi madre biológica se fuera. —Levanto la vista y lo observo. Es raro que mencione a su madre y busco cualquier rastro de tristeza en su rostro pero, por suerte, tiene una sonrisa en su boca. Es tan linda que me dan ganas de morder sus labios.

Muero por preguntarle por qué la madre los dejó, pero ninguno parece ser el momento adecuado.

Una chica de melena morocha muy corta, se nos acerca con una libreta en la mano. Si no fuera porque Andrew la saluda, ella no hubiese levantado la vista del anotador.

—¡Hey, Mía! —Dice él alegremente.

Mía lo mira con los ojos abiertos y las mejillas rosas, como si no esperara encontrárselo como un cliente.

—¡Andrew! ¿No te toca trabajar hoy? —La tal "Mía" no parece haberme notado, pone su mano en el hombro de Andrew y yo siento ganas de quitar sus manos de un golpe.

—No, no. —Él le sonríe y ella sigue pasando su mano por su hombro.

Mis estúpidos celos vuelven a actuar cuando veo que ella acomoda uno de los rebeldes mechones de cabello de él. ¿¡Por qué Andrew se deja tocar siquiera!?

—Hola. —Mi tono de voz no es precisamente amistoso. Ni siquiera sé por qué me estoy comportando como una idiota con Mía. ¡Son sólo amigos por Dios! Intento sonreír para no quedar tan borde.

—Oh, estás acompañado. —Mía mira a Andrew de una manera que no logro descifrar.

—Sí, Ann ella es Mía, una amiga; Mía ella es Ann, mi novia.

Cuando dice "mi novia" sonrío orgullosa, como si fuese una competencia que yo haya ganado.

Le tiendo la mano pero no me devuelve el saludo.

—No sabía que tenías novia. —Sigue hablando como si yo no estuviera delante de ella.

—Pero la tiene. —Replico.

Andrew intenta reprimir una risa cuando se da cuenta que estoy tontamente celosa. 

Ella me dedica una mirada con la ceja alzada y luego se abstiene a tomarnos la orden antes de irse. Siento su mirada sobre mí durante toda la tarde.

Mía, creo que tú y yo no nos llevaremos muy bien.

El Chico de los Libros.Where stories live. Discover now