Capítulo 7: Mi desordenada familia.

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No sabía si sentirme alegre y llena de esperanza porque me había seguido, o avergonzada porque tenga que ver el lugar donde vivo.

Me doy la vuelta lentamente, preparando una frase espectacular con la que responder a su comentario.
Debo destacar que me encanta que me llame pelirroja, por una vez me gusta mi color de pelo. Por una vez siento que le gusto a alguien, lo cual me deja pensando... ¡yo no le gusto! Y no sé si sentirme feliz o triste sobre eso.

No quiero que me guste, pero no puedo evitarlo.

—Me has seguido. —Ahora estamos cara a cara y siento que las mejillas me queman.

—Así que aquí vives... —Mira todo el barrio a su alrededor hasta detenerse en la casa delante suya.

—¿Te sorprende? —Realmente no me importa lo que piense de mi casa, probablemente piense que es una pocilga al igual que yo.

—No, de todas formas no tenías la pinta de niña mimada con mucho dinero. —Se acerca a mí y por un momento pienso que va a intentar besarme de nuevo, pero en cambio pasa a mi lado, en dirección a la sucia puerta.

—¿A dónde crees que vas?

Prácticamente corro hasta él, antes de que abra la puerta y se encuentre con mi padrastro o, mucho peor, mi hermanastra.

—He venido corriendo hasta aquí, como mínimo tendrás que darme un vaso con agua, ¿no?

—Nadie te pidió que me siguieras.

Me adelanto y justo cuando estoy por abrir la puerta, ésta se abre primero dejando ver la figura de mi padrastro, Luke.

—¿Qué haces que no entras? —Me agarra del brazo y me intenta empujar para adentro, pero sus ojos caen en Andrew que está a mis espaldas—. ¿Y este quién es?

—Soy Andrew, señor. —Miro a Andrew que, a pesar de intentar sonar educado, tiene la furia grabada en sus facciones. Nunca lo había visto así. Bueno, no es que conozca mucho sus expresiones...

Mi padrastro me suelta rápidamente.

—¿Qué se te ofrece?

—Es un amigo, sólo quiere un poco de agua. —Le digo a Luke antes de que Andrew pueda responder. Porque no sé cuánto autocontrol tenga Andrew para poder soportar a mi padrastro.

—¿Amigo? ¿Desde cuándo tú tienes amigos?

Me quedo callada, porque tiene razón, y Andrew ni siquiera es mi amigo. Es un completo desconocido.

Mi padrastro suspira al ver que no voy a contestar y finalmente dice—: Sólo un vaso con agua y luego se irá.

Entra en la casa, yo me doy vuelta y me disculpo con Andrew.

—Perdón, no es muy educado...

—¿Siempre dejas que te trate así? —Incluso desde lo alto de las escaleras de la entrada podía sentir lo enojado que estaba. Y no lo comprendía, no era a él a quien maltrataban, no tenía por qué importarle.

Ambos pasamos adentro, yo cierro —como puedo— la estropeada puerta. Voy rápido a la cocina esperando que me siga, pero veo que se queda observando unos marcos con fotos que hay en el único mueble que decora la desordenada casa.

—¿Por qué no sales en ninguna foto? —Pregunta luego de un rato observando las fotos de Luke y mi madre, o Luke y mi hermanastra Marie.

Me alegraba de eso, de no aparecer en las fotos me refiero. Me alegro de no pertenecer a esta familia. Por lo menos no biológicamente.

—Bueno, no soy realmente familiar de ellos. —Me acerco hasta él, no soy de mirar mucho las fotos más que nada porque no quiero ver a mi madre en ellas. Cada vez que veo una fotografía suya no la reconozco—. Esos son mi padrastro y mi hermanastra.

Le voy señalando varias imágenes y le digo los lugares en los que estábamos. Si, estábamos, en plural. Yo era la que sacaba las fotos.

—No entiendo porque nunca sales en las fotos.

—No quiero. —Voy de vuelta a la cocina, y está vez si me sigue—. Y ellos tampoco me quieren en las fotos, todos salimos ganando.

—A puesto de que sales hermosa en las fotos.

Decido no contestar a ese comentario y me dedico a servir el agua. Se lo entrego, lo agarra con sus manos llenas de tatuajes. Quiero ver de qué son sus tatuajes pero justo toma el vaso y lo deja en la mesa. Ya tendré la oportunidad.

—No tenía sed realmente. —Sonríe y se sienta, mirándome.

—Sabes —Me siento frente a él, mirándolo también—, no te conozco y estás sentado en la mesa de mi casa. Si fueras otra persona probablemente ya hubiera llamado a la policía o hubiera salido corriendo.

—¿Qué tengo de especial? —Se acerca a mí por encima de la mesa, casi agradezco que haya algo entre nosotros— ¿Qué te hace pensar que no soy un psicópata?

—¿Lo eres? ¿Vas a lastimarme?

—No si tú no quieres. —Me sonríe de lado mientras levanta una de sus cejas. Casi grito de la sorpresa. ¿Qué se supone que significa eso?

Por suerte no tuve que pensar una respuesta a eso, Marie aparece en la cocina.

—¿Y tú eres? —Mi odiosa hermanastra se queda mirando a Andrew. Poco más y se lo come con la mirada— ¿Eres el nuevo distribuidor de mi padre? No sabía que eras tan guapo.

—¿Distribuidor?

Inmediatamente me levanto y tomo a Andrew del brazo, obligándolo a levantarse de la silla también.

—Ya has tomado tu agua, vamos. —Lo arrastro hasta afuera.

—Espera.

Salimos y cierro la puerta detrás mío, la cierro tan fuerte que por un momento creo que se va a caer el techo. No me sorprendería.

—Ann, ¿qué quiso decir? —Lo suelto, miro sus ojos y estos están llenos de confusión— ¿Esa era tu hermanastra?

—Sí, sí. —Realmente no quería contestar a su primera pregunta. Es decir, yo sé del negocio de mi padrastro, no es que esté de acuerdo pero tampoco es como que pueda denunciarlo, me mataría y si no lo ha hecho hasta ahora es porque sigue enamorado de mi madre, aunque ella lo haya abandonado hace años—. Nos vemos.

Entro corriendo a la casa pero puedo escuchar que me grita desde la reja.

—¿Iras mañana a la biblioteca? —Está sonriendo tanto que unos hoyuelos se le marcan en las mejillas.

Antes de entrar por completo a la casa le respondo—: No es como si tuviera algo mejor que hacer.


El Chico de los Libros.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt