Si las mordidas mataran...

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Bump Bump

Bump

...

Sasuke hizo una mueca de asco y noqueó al humano como quien pisotea una cucaracha, y retrocedió tres pasos hacia la oscuridad.

Ni siquiera había podido olerlo sin sentir el impulso de alejarse-

Repugnante. Era como si hubiera inhalado un terrón de azúcar.

Aparentemente tampoco podía alimentarse de persona excesivamente sanas, menos aún de un deportista loco con cejas del tamaño de una carretera.

Sus tres sirvientes se sintieron derrotados y Sasuke se volvió un murciélago, voló hacia el bosque, lejos de la ciudad y todo aquel tumulto de desagradables humanos.

Ellos habían querido ayudar, lo sabía, pero al final no había resultado.

Había terminado más hambriento al tener que usar sus poderes, y enojado consigo mismo por no poder hacer algo que debería ser natural para él.

Voló como si tratara de escapar de sus propios pensamientos, sin mirar atrás, resignado y buscar algún par de animalillos en el bosque y regresar luego a su ataúd, donde no tendría que lidiar con la persistencia de sus sirvientes ni con la cara de su hermano.

Casualmente, esa fue la primera noche que se encontró con Naruto.

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Presente: Falta un día para el cumpleaños de Sasuke

Como era de esperarse, Naruto se llevó la capa a su casa cual si fuera contrabandista de droga, o Gollum (Mi precioso-tebayo...) Durmió con la prenda envuelta en su almohada y al abrazarla quedaba presionada contra su nariz. Oh, el olor de ese vampiro...Olía a muerto y a algo más que no podía identificar.

Al menos ya tenía la excusa perfecta para volverlo a ver.

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Del otro lado del bosque, Sasuke pensaba lo mismo.

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La mujer lobo más aterradora de toda la tribu, cuando quería serlo – y cuando no quería también; es que lo llevaba en la sangre, y en cabello rojo sangriento que flotaba a su alrededor cuando su temperamento se alzaba a niveles estratosféricos – era, para su fortuna y desgracia, su madre.

Kushina Uzumaki se tomaba la libertad de despertar a su hijo con un sartenazo en las pompis porque sabía que no le hacía daño.

_ ¡¡AYYYYYYYYYY!! HIJA DE LA CONCHINCHINA QUÉ RAYOS-Mamá!?!

Un profundo ceño fruncido se había asentado en el rostro de su progenitora.

Ahora que Naruto lo pensaba, probablemente el sartenazo iba a ser la menor de sus preocupaciones. Se sobó una nalga al tiempo que caminaba hacia atrás, lejos de la cama y en busca de refugio de aquel temperamental enojo.

La pelirroja le estaba lanzando miradas de fuego a la capa que reposaba inocentemente en la cama.

_ Eh, M-mamá, p-p-puedo explicarlo...

Minato asomó la cabeza con dos vasos de té en la mano.

_ ¿Qué tal si charlamos primero y dejamos la violencia para después? – Ofreció con una sonrisa conciliadora. Todos sabían que el té era su mejor escudo en esta situación.

Inservible, pero no hacía daño intentar.

_ ¡Minato! ¿No ves lo que está haciendo tu hijo!? ¡Fue a encontrarse con ese chupasangre otra vez-tebane! ¡Van a hacer que lo maten!

Happy Bite!Where stories live. Discover now