Capitulo 4-El sabor Agridulce

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No había nada, ni nadie a mí al rededor, sólo el tenebroso ruido de la oscuridad, mis ojos empezaron acostumbrarse a la noche, mi cabeza tenía secuelas de la migraña, era un dolor soportable. Me encontraba en mi habitación con la luna saludándome por la ventana y no solo era la luna que me hacía compañía. eran exactamente las 3:00 am, podía sentir la mirada salir del armario, siempre ha estado allí vigilándome todas las noches, pero jamás me he atrevido abrir la puerta y asegurar que realmente no hay nadie.

Mis recuerdos venían de a poco, mientras recordaba lo sucedido, decidí levantarme de la cama y deambular un rato por mi habitación ya que la ansiedad podía consumirme y danzar conmigo en esta amarga madrugada.

Flashback

—¿adónde vas Tsukki?

—Solo voy al baño —

—Está bien, no tardes mucho—

Yamaguchi mi mejor amigo y la persona que más se preocupa por mí, lo primera vez que lo vi fue un día que mi padre me golpeaba en la calle recitando un versículo de la biblia, odiaba cuando citaba a su Dios, ese Dios que tanto odiaba y todo sucedió porque me vio besar a otro hombre. Ese día recuerdo la mirada de Yamaguchi y por un instante creí que me llamaba, sentía que me conocía y que había regresado por mí, entonces me hizo recordar a mi primer a mor, pero yo ahora era impuro ya que a pesar de mi corta edad ya había estado con algunos hombres mayores que yo, pero mi corazón seguía sintiéndose vacío pues anhelaba el regreso de aquel niño pecoso y por alguna razón Yamaguchi me lo recordaba.

—Daichi detente, me haces cosquillas —

La imagen que estaba frente a mí, me saco de todo mi pensamiento; eran mis superiores, se encontraban besándose como si nada, sin miedo a ser vistos. Yo simplemente quería ir por una leche de fresa para Tadashi y me encontré con esto, lo odiaba, lo odiaba demasiado, sentía envidia de la gente libre, de seguro ellos tienen amigos, conocidos y padres... padres que los apoyan. Mi cabeza comenzaba a doler, mi ira estaba corriendo por doquier sin mi permiso, no podía, no podía ver más esa imagen de felicidad, la deseaba, deseaba besar a Tadashi sin preocupaciones, quería hacerlo mío, escuchar cómo me dice mi nombre tras un orgasmo. Yo era de lo peor, tenía un ataque de migraña y sin embargo yo, me encontró imaginando como seria si Yamaguchi y yo tuviésemos intimidad, y siempre he sido así de malvado pues me he masturbado pensando en Yamaguchi, lo he hecho una y otra vez. Estaba a punto de ponerme duro, cuando la bomba estalló en mi cabeza, el dolor creció sin avisarme, lleno de prisa por lastimarme, por castigar mis malos pensamientos; Siempre me lo ha dicho mi padre: "Tus migrañas son un castigo de Dios por lo sucio e impuro que eres".

—¿Tskushima estas bien?

Demonios el Rey tenía que aparecer en el peor momento, afortunadamente logre correr lejos de mis superiores y logre llegar a la expendedora, pero al llegar aquí mi dolor me dio un gran golpe y me hizo perder la razón.

—¡Aléjate de mí, Kageyama! — no podía dejar que me viera así, tenía que ir con Yams lo más rápido posible

—pero Tsukishima, ¿Por qué estás en canclillas? —¿Cómo fue?, no supe en que momento me puse en esta posición, todo me estaba dando vueltas y sólo sentí unas ganas horribles de vomitar.

—Te dije que te fuebua — el líquido salió sin más, no hubo tiempo para volver con él, no tenía otra alternativa más que ...

—Kageyama.. Ayúdame por favor— sentí como se pasmo al escuchar mis palabras. El dolor era insoportable, ya no podía, no quería más, ya no quería aguantar más, quería huir, correr al lado de mi pecoso, pero la oscuridad me lo impedía, las sombras que me ataban ella estaban ahí, torturándome diciéndome que jamás podre ser libre...

MigrañaWhere stories live. Discover now