Prólogo

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|Tres años después|

Kol.

El estrepitoso y molesto sonido de la alarma obliga a mis ojos a abrirse. De inmediato, tomo el teléfono y lo reviso, a la espera de encontrar algo... cualquier cosa.

No hay nada.

En una monotonía a la que ya me he acostumbrado, tomo una ducha y me alisto para ir a la empresa. La vocecilla molesta de Bárbara retumba en mi cabeza en el momento en que abro la nevera y no encuentro más que leche. Tal vez ella tiene razón, necesito hacer más seguido las compras. Desayunar leche todos los días está jodiendo mi mañana. Y como si hubiera invocado al diablo, justo cuando estoy saliendo del apartamento, mi teléfono vibra en una llamada entrante.

— Bárbara — contesto sin ni siquiera mirar —. ¿Qué quieres?

— ¿Ayer fuiste a hacer las compras o de nuevo todo lo que hay en tu nevera es leche insípida?

— ¿Qué te importa? — Espero impacientemente el ascensor y cuando éste abre, frunzo mi ceño al encontrarme con la anciana del piso de arriba. Ella me saluda, yo la ignoro —. Metete en tus asuntos — susurro para Bárbara y también para la vieja metiche a mi lado.

— Estoy tan cansada de cuidar de ti, deberías pagarme por ser tu niñera — la aniñada voz de la rubia es quejumbrosa y me retengo para no rodar los ojos. Enserio, ¿cuál es su problema? Tengo treinta años, sé perfectamente cómo cuidarme solo.

— ¿Sabes qué debería hacer? Patearte el trasero, eso debería hacer — aunque quiero sonar rudo, algo de diversión se filtra en mi voz. Nos quedamos en silencio por unos segundos y sé qué es lo que ella espera; la pregunta, la misma jodida pregunta de siempre —: ¿Has sabido algo de ella?

Y su respuesta, también, es la misma de siempre —: Todo igual, no hay avances.

Asiento, ya acostumbrado a la desgarradora sensación dentro de mi pecho.

Aclarando mi garganta, pregunto mientras camino hacia el parqueadero —: ¿Estás allí?

— Sí, Fancy está conmigo, ¿quieres que te la pase?

— No — niego de inmediato. No soporto hablar con Fancy, no cuando ella me sigue mirando como si yo fuese un caballero de armadura blanca que salvó a su hermana.

— Oye...

— ¿Necesitas algo más? — La corto antes de que termine lo que iba a decir.

— Seriamente, necesitas dejar tu malgenio a un lado.

Gruño —: ¿Eso es todo?

— No, Fancy quiere tu permiso para salir con Bo. Hoy llevarán a Dest para el zoológico y quieren llevar a tu sobrina.

— Soy su tío, no el padre, que hable con Evy — entro en mi auto y toco con mis dedos el puente de mi nariz, impaciente —: ¿Algo más?

— Voy a hacerte las compras, de nada.

Cuelga antes de que yo pueda hacerlo, la muy listilla. Es en estos momentos en los que me cuestiono por qué decidí darle las copias de las llaves de mi apartamento. Es molesto cómo no puedo deshacerme de ella, muy molesto.

Si alguien me hubiera dicho hace tres años en quién me he convertido ahora, de quién me rodeo y cómo mi vida ha cambiado, lo hubiera escupido a la cara y después lo habría llamado mentiroso. Sin embargo, aquí estoy... viviendo una vida que nunca, ni en mis sueños más salvajes, esperé vivir.

|...|

La mañana se pasa volando entre el trabajo y muchas tazas de café. Mis ojos arden ligeramente debido al tiempo que llevo frente al computador, pero no me detengo. No puedo. Esto es lo único que me trae un poco de calma: trabajar.

Riesgo |Disponible en Dreame|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora