—¿Estás bien? —Pregunté de todos modos, para corroborar mi duda.

—Sí, sí —respondió Donato aún impresionado, seguramente sintió la muerte pasar por su frente, se vio nervioso pero afortunadamente se calmó—, no me lo vas a creer Naúm. Justo cuando vi que la rueda iba a salir disparada, debajo de ella estaba el gato mirando hacia mí con sus ojos penetrantes.

Me asomé a las escaleras para ver si el gato se encontraba ahí pero sólo me topé con oscuridad, ni siquiera veía el agujero que la rueda había dejado. Era una prueba más de que era la muerte quien los guiaba a las trampas.

—Sentí por un momento, la sangre correr por mis venas. La piel se me erizó. Creí que iba a morir Naúm.

—Afortunadamente no fue así —lo animé y él se lanzó a mí para proporcionarme un abrazó, lo sentí tenso, en verdad estaba asustado.

—¡Johana quiere saber qué es lo que está pasando! —Gritó Lizzeth desde el inicio del pasillo, vio a Matías con Cristy y el abrazo mío y de Donato, en unos 10 minutos que nos habíamos distanciado, ya teníamos que explicarle bastantes cosas.

Donato y yo dejamos de abrazarnos y con un poco más de calma pudimos acercarnos hasta Lizzeth, ella esperaba ansiosa nuestra llegada con Johana para explicar todo lo que estaba sucediendo.

Cuando llegamos, nos encontramos con un cuerpo sin energía de Johana, su piel estaba amarilla, su frente sudaba y se mantenía inmóvil completamente.

—Está peor Naúm —me susurró Lizzeth. En sus ojos miré cómo trataba de ocultar la tristeza que Johana le provocaba, teníamos mucho miedo de que ella ya no pudiera mejorar, teníamos mucho miedo de que ella no sobreviviera las siguentes horas, los siguentes minutos, incluso los siguientes segundos. Repentinamente ella se debilitó y así de repentino también podía llegar a morir.

—¿Qué está pasando? —habló Johana apenas audible—, quiero saber por qué tanto ruido.

—Se activó otra trampa —contesté mientras me posicionaba a su lado para brindarle mejor entendimiento, tomé sus cálidas manos y comencé a frotarlas—, no te preocupes Johana, vamos a sacarte de aquí.

—¿Por qué llora Matías? —Preguntó ella intentando recuperar la compostura, pero falló y decidió mantenerse en su lugar.

Vi a Cristy, indicándole con la mirada que debía llevarse a Matías o por lo menos alejarlo un poco para yo poder hablar tranquilamente con Johana, ella asintió y le dijo a Matías que la acompañara un momento, Matías sin comprender, asintió.

—Encontramos el cuerpo del gato fantasma —hablé una vez que sentí que ya Matías no iba a escuchar—, cayó del techo del elevador y creemos que él fue quien provocó ese charco de sange y no Ricardo.

—¿Quién fue la persona que gritó? —Me preguntó Lizzeth entrometiéndose a la plática. Ambas mujeres me miraron con la espera de la respuesta.

—Creo que fue de Ricardo —contesté, Lizzeth dio pasos hacia atrás por la impresión y giró a ver a Matías y Cristy. Johana solamente continuaba viéndome atenta—. No sé si también pudo haber sido un engaño de la muerte, o si en realidad era él, lo extraño fue que grité su nombre y ya nadie me contestó.

Johana cerró los ojos, estaba demasiado débil y probablemente el sueño le estaba ganando. Pero me sorprendió la manera en que sus brazos dejaron de moverse, me sorprendió que su respiración acelerada se calmara de repente, Johana no estaba dormida. Johana no.

—¡Johana! —Le grité llamando al instante la atención de Lizzeth, quien de inmediato se giró a su cuerpo. Los pasos de Cristy, Matías y Donato sonaron al fondo, comenzaban a acercarse. Toqué su frente, estaba aún caliente, no sentía su respiración—. Johana, despierta por favor —supliqué, Johana no se podía desvanecer así, no iba a permitirlo.

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