10. LA PLAZA DE LA REPÚBLICA

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La ciudad seguía tan viva como la habían dejado, sin embargo Clarke se sentía en calma en ese momento exacto. Ella estaba sentada en el asiento del conductor mientras que la otra chica estaba a su lado derecho, en el del copiloto. Lexa susurraba en su oído y besaba su cuello. Podría ser la última vez que iba hacerlo, pero se encargó de no volverlo melancólico. Ella le pidió volver a verla antes de que regresara a Suecia y la castaña accedió, por lo que esos besos significaban un "hasta pronto".

—A la una en punto en la Plaza de la República—, le recordó Clarke sosteniendo su cabeza entre las manos.

Lexa le sonrió emocionada y asintió. Posteriormente, tomó su maleta y se apresuró a abrir la puerta y bajar del auto. <<La luna de miel terminó>>, pensó la rubia. Antes de que saliera, Clarke le dio un beso más e hizo lo mismo que ella.

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El tráfico del lunes era horrible, pero Finn no se podía quejar; había tenido un fin de semana muy divertido. Wells trató de reunir a todos sus amigos y lo logró. Jasper, Monty, Bellamy, Murphy, Miller y Bryan. Aún se sentía un poco eufórico por todas las aventuras que pasaron en esos escasos días.

Pero tenía que dejar de pensar en su despedida de soltero y enfocarse en lo más importante. Se iba a casar. En un rato llegaría a casa donde lo estaría esperando su prometida, a quien amaba con todo su corazón. Se preguntaba si Clarke lo había extrañado o si había estado ocupada, sumergida en el trabajo como hacía cuando se sentía sola.

Wells estaba recreando la ocasión en que Jasper se lanzó al lago para salvar a una chica pero él estaba más concentrado en la castaña que estaba al cruzar la calle. Esos rizos y ese mentón, era definitivamente Lexa, la hija de Marcus Kane. La chica llevaba su inconfundible chaqueta color café. Con una mano cargaba una valija y con la otra rodeaba la cintura de una rubia que se aferraba a su cuello en un fuerte abrazo. El cabello rubio también era inconfundible.

Era Clarke.

Al parecer estaba intentando llevarse bien con su futura hermana, gracias al cielo...

Su visión comenzó a tornarse de un color rojo y sus manos se clavaron con gran fuerza en el volante al ver cómo Lexa se inclinaba a besar a Clarke y aquélla le correspondía. La ira empezó a correr por sus venas y tapó sus oídos. Ya no podía escuchar nada de lo que Wells hablaba.

Las piezas del rompecabezas que no sabía que tenía comenzaron a unirse y crear un espectro que le atacaba el pecho con garras afiladas. Le oprimía hasta no poder respirar y después le provocaba náuseas.

Claro que había estado haciéndolo. Todo ese tiempo. Desde la isla.

Él sabía que Clarke había estado muy distinta desde ese viaje a Suecia, pero nunca creyó que se debiera a una razón tan asquerosa como esa. Estaba a punto de casarse con alguien a quien no conocía.

El claxon de un auto lo hizo volver a la realidad y darse cuenta que el semáforo había cambiado a verde. Avanzó, pero sabía que cuando llegara a casa las cosas serían muy diferentes.

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Marcus disfrutaba mucho del cuidado de las plantas. Cuando vio el invernadero de los Griffin por primera vez, se emocionó más de lo debido y no es ningún secreto que quería lograr un lugar así en la casa de la isla. La casa que se supone iba a compartir con su futura esposa, Abby, quien no le había dirigido la palabra desde la pelea que tuvieron en la comida cuando hablaron sobre sus hijas.

La amaba. Abby Griffin era una mujer tenaz y decidida, pero extremadamente terca. Estaba un poco extrañado la primera vez que se dio cuenta que no lograría hacerla hablar sobre su hija. La relación que tenía con ella era muy extraña, pero Marcus no era nadie para juzgarlas. Así funcionaban, o al menos lo intentaban.

CON CADA LATIDO (Clexa fic) [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora