Capítulo 4.

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Capítulo 4

Cuando entró a la gran sala iluminada, Irina se quedó con la boca abierta: Era espaciosa, el suelo estaba hecho de suave madera y dos de las cuatro paredes estaban completamente cubiertas por espejos.
Tardó unos segundos en reparar en el hombre que se encontraba de pie en el centro de la estancia.

—Hola... —saludó desde lejos.

El hombre tenía unos cuarenta años y era bastante alto, su cabello rizado y negro botó cuando se giró para reparar en la chica. Durante unos segundos examinó una carpeta y después la arrojó a un lado, en el suelo.

—¿Eres Irina Stahl?

Irina asintió.

—¿Y por qué te quedas ahí?

—Perdón —murmuró y caminó rápidamente hacia el profesor.

Se colocó frente a él, esperando que dijera algo... pero no lo hizo. Un par de minutos después, en la puerta apareció Ian, el cual parecía acabar de salir de la ducha...
Irina se preguntó quién se metería a la ducha antes de una clase de baile intensa, pero la aterciopelada voz del profesor interrumpió el hilo de sus pensamientos.

—Miles, tarde. La próxima vez no entra.

Ian simplemente bufó y miró a Irina unos segundos mientras se acercaba, pero después apartó la mirada y se dedicó a fingir que no estaba allí.

—Soy Damon Orlando, seré el profesor de baile clásico para vosotros, alumnos de primero y segundo.

Genial, profesor de lírico con pinta de odiar a Irina tan sólo un minuto después de conocerla. ¿Podía ir peor?

—Señor Miles, el año pasado usted y la señorita Clapton fueron elegidos mejor pareja de la promoción. Espero que no bajen el nivel y no nos decepcionen... —miró a Irina—. Aunque tampoco espero que lo igualen.

Vale, sí podía ir peor. Si además tenía la larga sombra de Ivanna Clapton planeando sobre su compañero y, por desgracia, sobre ella.

Irina se quedó callada, abrazando su familiar bolsa de deporte. Lo único que parecía hacerle compañía en ese sitio.

Orlando los observó durante unos segundos, como calibrando la pareja y tras una mueca torcida ordenó que dejaran sus cosas en una esquina.

—Hoy tendremos una hora de clase para después darles tiempo a acostumbrarse a la escuela, pero quiero que hoy ambos lleguen a conocerse como si fueran pareja de hecho... Porque el jueves empezaremos a trabajar tan duro como si se conociesen de toda la vida y llevaran el mismo tiempo bailando juntos —sonrió perversamente—. ¿Entendido?

Irina asintió con la cabeza de nuevo e Ian hizo un sonido parecido a «Ajam...»

—Ahora a correr. Diez minutos.

Aún perdida, Irina comenzó a seguir a Ian porque era lo único que podía hacer. Él había comenzado con la carrera en cuanto las palabras habían salido de la boca del profesor, pero ella todavía había pataleado un poco por la sala antes de saber qué hacer.

Miró fijamente a Ian. Era cierto, la primera vez que lo había visto le había parecido guapo y por alguna extraña razón, también había creído que era simpático... No solía equivocarse con las personas, así que... ¿Por qué se comportaba así?
Observó fijamente el pantalón de chándal ancho estirarse contra las piernas del chico y observó el cabello claro cayendo con pequeños saltos cada vez que Ian respiraba otra vez y expulsaba el aire lentamente.

—¿Qué pasa? —susurró él cuando se encontraban todo lo lejos que podían del Señor Orlando. —¿Por qué me miras?

Irina dio un respingo y se colocó a su lado mientras seguían corriendo.

Dance, sólo baila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora