Julio 15, 2016
3:34am
Estabas lleno de las vibras del verano, y de la melancolía sobre las cosas buenas que estaban por suceder.
Y yo te amaba, y te sigo amando; más que a la vida misma, más que al universo entero.
Te prefería a ti antes que al futuro incierto que me esperaba.
Amé tantas cosas de ti, cosas que sé que nadie más será capaz de apreciar porque eres demasiado complicado y siempre estás cambiando.
Puedo empezar por decir que amaba tus ojos porque te quedan perfectos al igual que tus labios. Y tus pestañas rizadas que no necesitan de nada más para ser tan bonitas.
Amaba tu corte de cabello porque me recuerda a Elvis, y amaba la forma en que lo cepillabas todas las mañanas.
Amaba cómo te veías cuando el sol atravesaba las cortinas al amanecer. Y la forma en la que contemplabas las estrellas por la ventana antes de ir a dormir.
Amaba hasta tus manos, como resaltan tus nudillos y la forma en que me tocabas, con una delicadeza inmensa, como si fuera algo único y frágil.
Me inundabas con la calma que siempre quise tener, la calma que sólo tú me podías dar.
Amaba la manera en que sólo tú podías ser lo más sincero y bonito que alguna vez tuve, y nunca más volvería a tener.
Amaba la forma en la que te gustaba que los objetos en las fotos combinaran, y amaba cómo salías en ellas.
Amaba cuando te enojabas al verme fumar, me quitabas el cigarrillo de entre los labios y lo arrojabas al suelo para pisarlo con rabia y después decirme delicadamente "no te quiero perder nunca", todo eso acompañado de un beso en la frente.
Amaba el hecho de que esos besos fueran los más sinceros que jamás tendré de nuevo.
Y al final del día terminaba amando los poemas que creabas cuando me mirabas; al final del día terminaba amando todo lo que implicaba ser tú.
Terminaba amándote a ti y sólo a ti.
