7. Reginam: el circo de la muerte en asiento VIP

Start from the beginning
                                    

Gio y yo ocupamos dos asientos en el primer nivel, cerca del palco de la familia real.

Las pilastras que sostienen la Rota tienen forma de serpientes y en todo el andamio hay esculturas de soles, leones y serpientes. El motivo es que el símbolo de Bitania es el sol, y el reino está lleno de leones y serpientes. Eso también tiene una historia, pero de momento otra cosa llama mi atención:

—¿Qué son esas cosas, Gio? —dos áreas del graderío fueron modificadas para colocar dos rectángulos gigantescos.

—No tengo idea —Gio también los mira con extrañeza—. No estaban aquí hace un mes.

Toda persona que entra a la Rota se percata de inmediato de este cambio.

De pronto esas cosas titilan y destellan luz blanca. Todos saltamos y gritamos asustados ¿Qué en el infierno es eso? ¡La cara de Mina! ¡En esas cosas acaba de aparecer la cara de Mina! Nos espantamos más.

Una anciana intenta tranquilizarnos: —Tranquilos todos, es un televisor gigante.

¿Un qué?

—Sombrero grande lo explica seguro —dice Gio mirando los objetos con horror. 

Mina, que está sentada una fila debajo de nosotros, tampoco parece asustada. 

Las dos cosas gigantes continúan centellando y mostrando caras de personas sentadas en el graderío. No tardamos en acostumbramos. Aún así, hay muchas cosas que nos estamos preguntando. Tambores. Una tuba. Ahora los gritos son de alegría. Aplausos. Poco a poco la Rora se llena y esto se convierte en una fiesta. Las miles de personas sentadas alrededor de la palestra piden a gritos que el espectáculo comience. Llegó la hora de avivar a la Rota.

—Eres plebeya y evidentemente no estás de acuerdo con Reginam —Gio quiere demostrar un punto—. Pero allá arriba puedo ver plebeyos que si disfrutan el espectáculo.

Es una acusación. Miro hacia el tercer nivel y veo saltar a personas que conozco. Ysí, parecen felices de ser parte de esto.

—No sé qué decirte, Gio. Un espectáculo es un espectáculo.

—Exacto.

Sonrió como si esa fuera la respuesta que esperaba.

El graderío fue ocupado por completo en menos de media hora. Tambores. Música. Globos. Risas. Serpentinas. Muchos trajeron máscaras de fieras salvajes, algodones de azúcar y manos gigantes hechas de cartón que pueden ser colocadas con el pulgar señalando hacia arriba o hacia abajo.

Trompetas.

—¡BIEEEEENVENIDOS! —un hombre gordo, que mide un metro y usa un sombrero enorme está frente a un micrófono, de piesobre una tarima colocada cerca del palco de la familia real. Se llama Hank, pero todos lo llaman Sombrero grande—. ¡Damas y caballeros! ¡Niños y niñas! ¡Nobles y plebeyos! ¡BIENVENIDOS A UN NUEVO REGINAM!

Todos aplauden.

—Aplaude, Elena —me codea Gio—. Esta es mi parte favorita ¿Sabes por qué le dicen Sombrero grande a Hank? —Sí, pero niego con la cabeza. Lo quiero escuchar de Gio—. En ése sombrero guarda los mejores secretos de la nobleza.

Sombrero grande es el maestro de ceremonias de este circo, la mayoría dicen amarlo y hasta ríen con él, pero en realidad es un tipo pedante y todos, sin excepción, lo quieren matar; por eso no tiene un ojo, cojea y está lleno de cicatrices. Pero nadie ha podido callarlo, y por esa razón es uno de los consentidos de Eleanor.

Pero algunos no disimulan el odio que le tienen.

—¡Cuántas caras largas! ¡Ríanse! —dice—. No se enojen, duques, condes, marqueses... que les hará más daño lo que verán y escucharán hoy —Algunos nobles ya están preocupados y Sombrero grande todavía no empieza a escupir—. ¡Primero vamos a recibir a la ilustre familia real! —anuncia.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Where stories live. Discover now