Capítulo 8.

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8. ¿Vas a dormir aquí?

Me quedé de piedra, me había pillado.

—Deja de hacerte la dormida, sé muy bien que no lo estas.

Abrí los ojos y lo mire.

—¿Y bien? ¿Algo qué decir?

Iba a hablar pero me interrumpió.

—Y no me preguntes por lo que te voy a contar, ya has oído bastante por hoy, lo demás tendrá que esperar un poco.

Mierda.

—Entonces nada que decir. —dije.

Él asisntió.

—Pues a dormir de una vez, que es tarde.

Asentí y me acomodé en la cama, esperando a que se fuera a su habitación a dormir.

—¿Tú no te vas a tu habitación a dormir? —dije frunciendo el ceño.

—Esta es mi habitación. —dijo y volvió a sonreir.

—¿Qué? ¿Y por qué me la has dado a mí?

—Tengo que vigilar que no intentes escapar durante la noche, y lo demás ya lo sabrás todo a su debido tiempo.

—¿Entonces vas a dormir aquí?

Él asintió.

—¿Te molesta? —preguntó mirándome.

Me quedé callada.

Él no me molestaba, sólo me incomodaba ya que no sabía que quería conseguir con todo esto, y tampoco lo conocía.

Pero ya que esta era su habitación, y se negaba a dejarme sola, qué menos que duerma en su cama, aunque sea connigo.

—No, no me molesta. —contesté al cabo de un tiempo.

Adam sonrió aún más, se hizo un hueco en la cama y se introdujo en esta.

Gracias a dios nos quedamos cada uno a un lado, teniendo espacio.

Cerré los ojos quedándome dormida al poco tiempo.

(...)

A la mañana siguiente, me desperté y noté que mi almohada estaba más dura de lo que recordaba.

Abrí los ojos y lo primero que ví es que estaba abrazada al torso de Adam.

Y por lo tanto lo que tenía por almohada era su brazo.

Alejé mis manos de su cuerpo y me separé de él.

—No tienes por qué apartarte, a mi no me molestaba.  —dijo Adam con una voz ronca y una sonrisa, aún mantenía sus ojos cerrados.

—L-lo siento. —susurré poniéndome roja.

—No tienes por qué sentirlo, ya te dije que no me molestaba...

Asiento.

Algo tonto, ya que él tiene los ojos cerrados y no podía verme.

Abrió sus ojos y me miró.

Volvió a sonreir, como siempre.

Me quedé ahí pasmada, mirándolo y sin decir nada.

—¿Te pasa algo? —me miró frunciendo el ceño.

Yo simplemente negué, ya que no podía ni hablar, sentía mi rostro arder.

—¿Seguro? No pareces estar muy bien...

Me aclaré la garganta.

—Si, estoy bien. —dije segura.

Él asintió.

Mi Alfa, Mi Mate [MAMM1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora