Capitulo 6

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Victoria curvó los labios y lo miró coqueta. Heriberto desesperado buscó los labios de ella, besándola con deseo y ansias locas. Mordió sensualmente el carnoso labio inferior de ella y gimió. Las manos expertas de Heriberto rodaron por el cuerpo de la bella mujer con facilidad. Le acarició el trasero y la pego más hacia él. Victoria comenzó arrancarle la camisa y varios botones salieron volando.

—Te advierto que me debes una camisa nueva —murmuró contra los labios de Victoria.

Victoria solo reía mientras tiraba la camisa de él hacia atrás. Tenía la necesidad de rozar sus pezones contra el pecho velludo de Heriberto, el cosquilleo que sentía la excitaba más. Las manos traviesas de Victoria descendían por el torso desnudo hasta llegar al pantalón. Acarició el miembro duro por encima de la tela y Heriberto gruñó. Rápidamente el se deshizo de su pantalón junto con el bóxer. Victoria enarcó una ceja al ver la anatomía de él apuntar en su pelvis directamente de lo excitado que se encontraba.

—¿Que sucede? –le dijo mientras le masajeaba los pechos con las manos suavemente.

—Me parece increíble cómo reaccionas tan rápido —gemía suavemente.

—Eres tú diablilla la que me pone así, basta con una mirada coqueta.

Victoria iba a responder pero Heriberto se inclinó y se llevó a la boca un pezon y lo que ella finalmente emitió fue un suspiro de placer. Enredó sus dedos en el cabello de él y lo apretaba contra su pecho por instinto, disfrutando la íntima caricia y así mismo le dedicó la misma atención al otro seno mientras tanteaba el punto de unión de ella y comprobó que Victoria estaba lista para recibirlo.

La arrinconó en la pared más cercana e hizo que ella enroscara sus piernas alrededor de su cintura para un acceso fácil. Victoria sintió el miembro de Heriberto que rozaba frenéticamente su feminidad, era una caricia exquisita.

—Me estás torturando —jadeaba con fuerza.

Heriberto la embistió sin la mínima delicadeza, su mente estaba nublada por la pasión y la sed que tenía de Victoria. Al instante comenzó el movimiento . Empujaba con fuerza buscando la culminación. A cada embestida Victoria enterraba sus uñas en la espalda de él y gemía sin pudor. Heriberto minutos después se derramó dentro de ella y un grito de satisfacción se oyó por parte de ambos. Victoria cerró los ojos con fuerza y se tensó. El orgasmo la alcanzó y se sintió en el cielo. Se quedaron por un momento en la misma posición. Recuperando la respiración. Heriberto pegó la frente de él junto a la de Victoria.

—¿Te había dicho lo mucho que me encantas?

—Victoria sonreía coqueta. Pues no Ríos Bernal, no me lo has dicho

—Pues me encantas... Me gustas, me pones de cabeza. Te deseo fervientemente

Heriberto salió de ella y la dejó en el suelo pero antes de eso la besó suavemente explorando cada rincón de su boca encontrándola cálida.

—Me pregunto, ¿qué dirá Leonela cuando llegues quien sabe a qué hora a tu casa? –Se colocó la bata.

—Seguramente estará dormida. –comenzó a vestirse. Arruinaste mi camisa Tory, te has vuelto algo arrebatada 

—Ríe. No tenía todo el tiempo del mundo para ir botón por botón —hizo un puchero. 

—Si ya me di cuenta, está más que claro —tratando de arreglar su camisa.

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