Solo Un Gesto.

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Por la puerta entreabierta de la vida

entró la muerte sedienta,

tomó mi mano cansada y serena

intentando llevarme con ella.

Acarició mi temblor repentino

sin mirarme, sin hablarme

con un gesto

me invitó a levantarme

y seguirla, me negué

con angustioso silencio,

la miré con rabia, con fuerza,

con espanto, con asco y con recelo.

Me envolvió con su manto

mucho frío . . .

escapé de su abrazo

corriendo . . .

corriendo . . .

Desperté de este sueño horrible

sin llantos, sin sombras, ni miedos.

CuestarribaWhere stories live. Discover now