17. UN LARGO, LARGO VIAJE

Comenzar desde el principio
                                    

- ¿Qué más? ¿Qué más? - intenté forzarme a recordar, pero nada venía a mí, resignada me di una última mirada antes de volver con mi pequeño y con Eduardo, pero mientras salía me topé con unas chicas de más menos mi misma edad y no pude evitar escuchar lo que comentaban.

- Él niño era realmente lindo – comento una enternecida

- Pero quien se llevó toda mi atención fue el padre – se abanicó con la mano para luego agregar - No me molestaría en ser como una madre para ese niño si el premio es ese bombón – ambas reían como si del mejor chiste se tratara, hasta que finalmente su risa quedo fuera de mi rango de audición.

- Me gustaría saber de quienes hablaban ese par de locas – murmure para mí misma. La proximidad de la fecha navideña significa temporada alta para todo lo que tiene que ver con viajes y vacaciones por esa misma razón la estación de servicio y la tienda – para nada pequeña – estaban totalmente abarrotadas.

Me alcé en puntillas buscando con la vista a Eduardo o al menos alguna señal de ambos, pero no fui capaz de localizarlos por lo que decidí recorrer la fila donde se compraba, pues era donde los había dejado hace unos minutos atrás, pero nada. Si ya habían comprado entonces estarían sentados comiendo por lo que me encamine al sector de las mesas, pero yo seguía sin encontrarlos un par de mesas más allá de donde yo me encontraba, parecía haber un monto de chicas mirando algo muy interesante por lo que me tapaban la visión de gran parte del lugar, si ellos estaban más allá de todas esas personas no había forma en que lograra verlos. Tome mi celular y marque el número de Eduardo, bastaron apenas unos segundos para escuchar el sonido de llamada entrante clásico que Eduardo tenía en su celular, pero aun así seguía sin verlo

- ¡Mamá! – la voz de Tomi se hizo escuchar entre toda la gente y entonces el grupo de chicas que parecían muy interesadas en algo que no lograba ver, se abrió dejándome ver a mi pequeño de pie sobre una silla buscándome con su mirada y a Eduardo sentado junto a él. Rápidamente me acerque a ambos bajo la vigilante mirada de algunas.

- Aquí estas mi amor – mi hijo salto a mis brazos y yo lo aferre a mí, eso fue suficiente para que algunas siguieran con su camino, pero para otras pareció no ser suficiente.

- Mami – mi hijo me sonrió – La cajera le dio a papá un regalo

- ¿A papá?

- Si – sonrió aún más ahora mirando a Eduardo – muéstrale papi – mi hijo me dejo boquiabierta al dirigirse a Eduardo como si fuera su papá, pero entonces pude notar el resto de mujeres alrededor continuaban con su camino. Mire a Eduardo sorprendida, él estaba algo sonrojado posiblemente avergonzado por la situación. Pero mi hijo acababa de espantar a esas mujeres – buitres – mejor de lo que jamás podría hacerlo yo.

- Si, bueno la... la señora de la caja me felicito porque mi hijo es todo un caballero y te envió esto felicitándote a ti también – Eduardo extendió una caja pequeña de cartón corrugado que contenía dentro un chocolate artesanal en forma de rosa, era realmente bonito.

- Es muy bonito

- Me dijo que papá y mamá habían hecho un gran trabajo conmigo – me sonrió mi hijo – solo que Eduardo aun no es mi papá – me susurro para que solo yo escuchara. Decidí omitir ese comentario, a veces los comentarios de mi hijo no parecían de un niño en lo absoluto, negué mentalmente pero aun así sonriendo.

- Pues claro que sí, mi hijo es todo un caballero – lo abrace y el me correspondió - ¿Qué hare contigo amor? Las chicas te perseguirán.

- No importa mami, tu siempre serás la numero uno – me mostro un uno con sus dedos y yo solo pude abrazarlo más.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora