Capítulo 2.

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"Tae Min-ah.

¿No crees que eres demasiado impaciente?

Ya sabes que mi estatura es de un metro ochenta, que tengo cabello negro y corto, que soy coreano, mis ojos son cafés, el tono de mi piel es un poco más obscura que la tuya; sin embargo, no mucho, pero tú no dejas de insistir con mi nombre.

¿Es que acaso si lo sabes piensas en darme una oportunidad?

Porque me gustaría que fuera así, tal vez si dices que sí, yo lo haré, te diré mi nombre.

Creo que mi nueva pista de hoy será que soy estudiante. No pienses que quiero jugar con mi pista, pero no solo eres hermoso para los estudiantes, hay personas que no lo son; sin embargo, para ellos también lo eres, por ejemplo: el profesor Jung, o la señora Cho, porque si no te has dado cuenta ellos te miran demás para solo ser tus profesores, ten cuidado con ellos, y si tienes algún inconveniente con ellos puedes decirme a mí.

M".

Dobló la carta y la guardó en el sobre en la que le había sido enviada. No era mucho tiempo desde que comenzó a recibir esas cartas, sin embargo, los estudiantes ya habían notado que lo hacía y querían hacer algo parecido, recibiendo cartas molestas, de tres estudiantes que parecía no rendirse con sus insistentes declaraciones de amor. Cartas que no se parecían para nada a las que llegaban de 'M', para él lo demás era cualquier cosa, lo que recibiría solo su rechazo como acostumbraba a hacerlo.

"No me parece justo no saber quién eres, pero al parecer no sabré hasta que tú decidas decírmelo. Tal vez deberíamos encontrarnos.

Tae Min".

Arrancó la hoja de su libreta y como días anteriores colocó su respuesta con cinta adhesiva, en el tronco del árbol de siempre, para luego alejarse del lugar sabiendo que tendría que esperar hasta el siguiente día para tener su respuesta.

De regreso pasó por la cafetería del instituto comprando un bocadillo y volvió a su salón. Para él no había algo verdaderamente divertido o que lo atara a clases, estaba ahí para cumplir, nada más, aunque su mamá tenía fe de que algún día estudiara porque él así lo quería y no solo porque fuera una obligación impuesta por ella.

Hizo algunos dibujos abstractos en clases para distraerse mientras sentía las horas pasar con lentitud, pero ningún maestro se esforzaba porque él atendiera. Al parecer ya se habían dado por vencidos y él lo prefería así, al final sabía que aprobaría las cátedras aunque fuera con el mínimo de la calificación, nunca reprobaba y eso era gracias a ser el sobrino favorito del director, aunque sabía que estaba mal aprovecharse de eso, tampoco era como que hiciera algo para aprobar por sus propios méritos.

Como parte de su rutina en el instituto pasó al final del día por su casillero, abrió la puerta para dejar sus libros, encontrándose con el familiar sobre azul que llegaba una vez por día, con algunas excepciones como ese día que había tenido dos sobres azules en su casillero. Tomó el sobre y al mismo tiempo que dejó sin cuidado alguno los libros dentro del casillero, lo abrió de inmediato, y desdobló la carta para comenzar a leer.

"Tae Min-ah.

Estoy pensando que vas demasiado rápido, y que por más que insista no dejarás de hacerlo para saber quién soy. Tampoco creo que quieras encontrarte conmigo para aceptar mis sentimientos, pero está bien, encontrémonos en dónde guardan las pelotas los equipos, te espero después de clases.

M".

Contuvo el aliento, no había esperado que fuera una respuesta afirmativa a su pedido, creyó que sería una negación como lo había hecho a cada momento en que pedía saber quién era, pero ahora lo tendría frente a él.

¿Qué me hiciste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora