Señas de Amor, Dos

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Pasaron exactamente tres días luego de la magna inauguración de los juegos. Tres días en los que Izaya no había vuelto a ver al misterioso chico alemán.

Pero era obvio, como lo iba a ver si con la cantidad inconmensurable de gente que pululaba en Rio hacia imposible la búsqueda.

A menos que se encontraran por casualidad.

Ojalá fuera así.

Solamente tenía asegurado que al ser alemán y competidor le era más fácil.

Los juegos dieron inicio dos días atrás, los estadios, arenas y circuitos ya se encontraban llenos tanto por deportistas como espectadores. Izaya todavía no concursaba, le quedaba un día más.

Debería estar entrenando, pero Orihara Izaya confiaba de forma fiel en sus habilidades como esgrimista, luego de su paseo "búsqueda" llegaría a entrar con todas las ganas; tenía que al menos llegar con una medalla.

Por mientras se arreglaría de acuerdo al clima, era demasiado caluroso. Tal vez llegaría más moreno, eso lo tenía asumido. Sacó su bolsa mochila*, echó su billetera, bloqueador, cargador portátil de celular; un paquete de galletas y una botella de agua. Iría a investigar al centro de la famosa ciudad festivalera.

OoOoOoOoOoO

Estadio acuático olímpico, Barra da Tijuca; Rio de Janeiro.

Dentro del extraordinario estadio olímpico, se encontraba la selección alemana de varones entrenando para la competencia del día siguiente. Hoy les tocaban dos horas de la piscina; antes de que llegara otra selección.

Entre los diez seleccionados de natación se encontraba el misterioso chico que había captado la atención del joven nipón. Sentado en la banca esperando su turno. Tomó un poco de agua, necesitaba refrescarse; el calor lo estaba matando, no estaba acostumbrado a dichas temperaturas.

-¡Hey!, ¡Shizuo du bist dran! (Hey, Shizuo es tu turno) -anunció uno de los compañeros del joven que salía de la piscina mientras se secaba con la toalla.

Bueno, así se llamaba. Heiwajima Shizuo, nadador olímpico de la selección alemana. Pero, ¿Por qué un alemán tiene nombre japonés?

Shizuo había nacido en Japón, más, su madre había conseguido trabajar en el país insular; donde obviamente conoció a su futuro esposo y al padre de su primogénito. Dos años después la pequeña familia volvió al país natal de la madre, llevándose al pequeño junto con su esposo.

Entonces, Shizuo no sabía hablar japonés, era mitad japonés-aunque, no se consideraba del todo-. Él se consideraba alemán, un alemán con nombre japonés pero alemán al fin y al cabo.

Se levantó al escuchar el llamado de su compañero, tomó sus lentes de agua y gorra; mientras caminaba hacia la piscina.

-¡Danke ! -agradeció al chico que le había avisado, se colocó ambos objetos y se subió al podio a esperar instrucciones del entrenador.

Se agachó, juntó sus piernas, ajustó sus lentes. Inspiró profundo, cerró sus ojos escuchando el sonido del silbato que inundaba sus oídos.

En pocos segundos se encontraba en el agua.

Siempre era así, él amaba la piscina, el agua, la natación. Era el con el agua, solo él, donde no tenía miedo de lastimar a alguien, donde lo único que golpeaba era al agua cuando entraba a la piscina. Le traía calma el entrar en contacto con dicho elemento. Tiempo atrás había probado otros deportes. Si no terminaba lastimando a algún jugador era con el mobiliario, odiaba su extraña fuerza descomunal, prefería no usarla y dejarla como un secreto a voces.

Shot's Au ShizayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora