Capítulo 9 - No te haré daño

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—¿Qué? —Su rostro se tensó mirándome fijamente

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—¿Qué? —Su rostro se tensó mirándome fijamente.

—Eres igual a él —susurro.

—¡No hables estupideces! —se alteró.

—¡Ya basta! —grité.

—¡¿Qué diablos pasa contigo?! ¡¿Qué diablos pasa por tu cabeza?! —Se puso de pie mirándome hacia abajo—. ¿Crees que puedes venir y gritarle a quien sea cuando se te de la gana?

Mis ojos se llenaron de lágrimas y cada vez me sentía más hundida en el colchón.

—Sólo quiero ir a casa. —Mi voz apenas se sintió y ni siquiera podía mirarlo. Me intimidaba, sus ojos malditamente verdes me hacían sentir muy débil.

—¡No puedo hacer nada por ti! —continuó alterado.

Me quedé en silencio hasta que Peter volvió a sentarse en la silla. Estaba algo hiperventilado, su respiración estaba agitada y su ceño fruncido. Se sacó la remera de un tirón dejándome ver varios tatuajes negros esparcidos por su piel, lo miré en silencio. Tiró la remera a su colchón y comenzó a moverse frenéticamente.

—¿Qué diablos te pasa? —le pregunté—. Estás asustándome.

Él no me dijo nada, sólo me observó hecho un demonio para luego fijar su mirada en la pared y golpearla de un puñetazo con fuerza. Ésta se abolló y los nudillos de Peter comenzaron a sangrar de inmediato. Dio varios golpes con ambas manos hasta que me puse de pie desesperada.

—¡Ya basta! —le grité. Él ni se inmutó ante mi grito. Su mirada estaba fija en la muralla abollada y su pecho subía y bajaba con rapidez—. Peter.

—¡¿Qué?! —me gritó volteándose hacia mí. Me corrí unos centímetros atrás aterrada. Los nudillos de Peter goteaban de sangre.

—¡Peter! —Golpearon la puerta con fuerza. Era la voz de Marcus. Mis ojos se abrieron enseguida y Peter cambió sus facciones.

—Lali, has como que te golpeé.

—¿Qué?

—Hazlo.

—¿Qué hago? —Fruncí el ceño nerviosa.

—¡Peter, abre la puerta! —gritó Marcus.

Peter hizo que tocara sus nudillos y me pasara sangre por el labio y nariz, lo hice y me tiré en el colchón con mi cabeza hacia la muralla. Escuché la puerta abrirse y los pasos de Marcus.

—Los chicos dicen que escucharon ruidos —dijo Marcus.

—No pasa nada.

—¿Por qué tus nudillos están sangrando?

Volteé la cara actuando como si me doliera y Marcus me observó y luego se le esparció una sonrisa en por la cara: ahora todo comenzaba a cobrar un poco de sentido.

Secuestro (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora