III. La Primera De Tres Cosas.

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Eso ya lo he experimentado de primera mano. Takano pensó para sus adentros.

—Tratar con Onodera... Además de ser paciente, usted tiene que estar física y mentalmente estable, se podría decir que se convertiría casi en su niñera—. Añadió Miyagi.

¿Estable?... ¿Niñera?

—¿Acaso está dudando de mi capacidad?—. Habló Takano algo molesto.

—No es eso, Takano. Es sólo que Onodera se encuentra en la sala de cuidados especiales por una razón especial. Él... maldita sea, es demasiado complicado explicarle—. Dijo Miyagi rascándose la cabeza.

Entonces levantó la mano, alzando tres dedos.

—Hay tres principales cosas serias. Me gustaría que con respecto a Onodera sepa la gravedad del su caso en este momento. Y si cree que podrá tratar con él, estaría más que aliviado al dejarlo bajo su cuidado.

Takano pensó que Miyagi estaba sobre reaccionando, Onodera en cierta forma le desconcertaba, pero la manera en que Miyagi estaba siendo protector con él era algo sumamente sospechoso.

—Vamos a ver a Onodera para que usted entienda de lo que estoy hablando.

Los dos salieron de la sala y se dirigieron a la habitación de Onodera. Se detuvieron frente a una puerta donde había una imagen de un paraguas.

—Fue Ritsu quien la puso allí—. Explicó Miyagi. —Cuando le pregunto la razón Ritsu sólo se ríe—. Miyagi se aferró a la perilla y respiró profundamente. —A esta hora de la mañana... justo después de despertarse hasta las ocho y cinco, Onodera ve a todos como Haitani Shin.

Takano no estaba seguro de haber comprendido lo que Miyagi había dicho, pero antes de que pudiera responder, Miyagi abrió la puerta y lo empujó dentro de la habitación.

Takano casi perdió el equilibrio, se apoyó sobre una mesita y examinó la pequeña habitación. Estaba pintada completamente de blanco con una pequeña cama en el lado izquierdo, había libros y revistas dispersos por todas partes. Entonces se percató de que Onodera se encontraba sentado en el suelo, el joven se encontraba ocupado arrancando y arrugando las páginas de los libros.

¿Así que él ve a todos como Haitani Shin, eh?

Takano se acercó un poco para que Onodera sintiera su presencia.

—Onodera. ¿Te acuerdas de mí?—. Preguntó inseguro.

Ritsu todavía en pijama miró a Takano que ahora estaba de pie delante de él. El papel arrugado en sus manos cayó al suelo y lentamente se puso de pie para luego dirigirse hacia el hombre, tomó ambas manos de Takano y ejerció un poco de fuerza en ellas.

—¿Qué?—. Habló el castaño casi en un susurro.

De repente Takano quedó arrinconado contra la pared. Se sobresaltó un poco cuando Onodera deslizó sus manos alrededor de su cintura y apoyó la cabeza sobre su pecho, obviamente disfrutando del calor que estaba recibiendo.

Takano recibió una bocanada del aroma del cabello de Onodera. De alguna manera le resultaba extraño, él no olía para nada a un paciente. Por lo general, los pacientes tienen olor a alcohol, el olor amargo de los medicamentos, el olor del hospital y a veces incluso a vomito y orina sin importar cuántas veces se les bañara.

Takano no hizo ningún movimiento. Estaba ocupado pensando sobre que tipo de relación podría haber tenido Onodera con ese tal Haitani para que éste sea tan pegajoso. Miró a Onodera y sostuvo sus hombros.

—Hey, eso es suficiente.

Ritsu levantó la cabeza todavía aferrándose a Takano, sus ojos somnolientos sonrieron y sin previo aviso besó a Takano en el cuello.

Enfermo Mental - Sekaiichi Hatsukoi & Junjou Romantica #SA2017Where stories live. Discover now