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Capítulo 1: La aventura continua.

Matthew.

No siento nada, literalmente no siento nada. Mi espalda y mi inexistente trasero me duelen a más no poder, probablemente por todas las horas de vuelo. Miro mi reloj, 8:45pm y yo estoy más que agotado. Mis ojos recorren las calles, edificios y personas con rapidez. Horas y horas planeando qué haría al llegar aquí y me siento perdido. Me siento como un granito de arena en una inmensa playa, llevo las manos a mi cabello y tiro de el con frustración.

¿En qué demonios estaba pensando?

Ese es el punto, no lo estaba haciendo. No pensé en nada más que ir a buscarla.

Duré meses planeando todo esto, exactamente dos, desde su partida hasta apenas ayer, sólo para parecer un idiota parado en la entrada del aeropuerto que no tiene un lugar seguro a donde ir ni a nadie que lo recoja.

Repito, ¿en qué demonios estaba pensando?

Comienzo a sentirme desesperado y sin poder controlarlo el miedo invade mi sistema. Sólo sé que vive en esta inmensa ciudad, pero ni siquiera sé la calle en la cual vive. ¡Capaz me vean todo guapo y saludable y quieran robar mis órganos!

Carajo, carajo.

¡Carajo! ¡Me veo saludable pero no lo estoy!

―¡Carajo! ―grito en pleno aeropuerto. Algunas personas detienen su andar para observarme con curiosidad.

Tomo asiento en la acera sin saber bien qué haré con mi vida luego de este día, no tengo trabajo, no tengo mucho dinero, no tengo un lugar donde quedarme.

―No tengo nada. ―afirmo.

Suspiro y me pongo de pie para tratar de conseguir un taxi que me lleve a un lugar decente donde poder dormir. Miro nuevamente la hora en mi reloj, 9:15pm. Pasé treinta minutos meditando sobre mi patética vida y auto-avergonzándome públicamente.

Bien hecho, Russo.

―¡Hey! ―comienzo a gritarle a los autos de un tan típico color amarillo. Repito la acción un par de veces pero simplemente pasan de mí.

—¿Qué diablos te hice, vida? —pregunto mirando al cielo.

Escucho una carcajada detrás mí, volteo y observo a un chico más o menos de mi edad, tiene unos ojos cafés, cejas pobladas, muchos lunares en la cara y ya pararé de describirlo porque sueno muy gay.

―¿Problemas? ―pregunta con una sonrisa amable.

Asiento. ―Nunca se acaban, cuando creo tener las respuestas me llegan preguntas más difíciles.

Sonríe y asiente dando la razón. ―Créeme, la vida es una maldita perra con un buen mejor amigo llamado Karma.

Suelto una carcajada y asiento de acuerdo con sus palabras. ―Matthew Russo. ―me presento.

―Michael Foster. ―me extiende la mano y la tomo― ¿Nuevo en la ciudad?

―Nuevo en el país.

―¿Qué te trajo por aquí? ―pregunta curioso.

―La chica que amo. ―dejo escapar un suspiro.

―¿Y dónde está? ―pregunta recorriendo el lugar con la mirada.

―Muy ocupada, alejándose de mí.

―Oh. ―lleva su mano a su nuca realmente incómodo.

Luego de unos minutos de silencio, llega un auto bastante simple pero moderno. Baja la ventana y puedo visualizar a una rubia de ojos verdes y cabello alborotado sonreírle. Él toma sus cosas y sonríe mientras va a saludarla.

Perfecta Imperfección [MLDLP2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora