iii - a la expectativa de algo

379 61 35
                                    

    Estoy algo desorientada esta mañana, por alguna razón no me importa que sea viernes. En otra ocasión estaría chillando de felicidad, pero hoy me siento relativamente desconcentrada.

—Rin, te estás poniendo mi chaqueta—saliendo de mi mente observo mi brazo viendo que, efectivamente pertenece a Len. Sonriendo apenada me lo saco y se lo doy.

—No me dí cuenta—explico dándosela, él la toma mientras me mira fijamente—, estoy algo distraída.

—Hmm, lo estás desde ayer en la tarde. Dime, ¿pasó algo con Kaito?Sin querer compartir información niego.

—No... creo que no.


    Cuando el timbre suena ya me encuentro dentro del aula. Gumi como siempre enfocada en su celular y Miku me cuenta algo alegre la salida que tuvo al centro comercial ayer por la tarde. Pero de mis pensamientos no me puedo sacar esas dos palabras que parece quedaron estancadas en mi mente.

—Oye, Miku. ¿Luego podríamos hablar de algo a solas?—Interrumpiéndola pregunto, ella me observa algo confundida pero asiente y cuando la profesora entra al salón yo sonrío aliviada. Hay algo que me ha estado molestando desde que las clases comenzaron, y no es mi rodilla raspada.


Mmm, el clima se siente refrescante hoy. Lo que resulta extraño sabiendo que estamos entrando en otoño—comenta Miku estirando los brazos y cerrando los ojos, la azotea siempre será un buen lugar para hablar con alguien a solas—. Por cierto, ¿de qué querías charlar? Admito que me asustaste un poco cuando me interrumpiste y de repen...

—Te gusta Kaito—la vuelvo interrumpir, hablando de manera directa y seria. No es una pregunta, sino afirmación. Ella, quien se ha quedado callada me observa, con ojos apagados.

—¿Qué estás diciendo tan de repente?—Aprieto mis puños, algo molesta.

    Molesta porque no me lo haya contado, molesta porque no confío en mi para compartir algo como eso. Molesta porque...

—Sólo contesta, Miku—pido, no, suplico con ojos aguados. Estoy al borde del llanto; ella evita mirarme, lo que empeora todo de alguna forma.

    Cuando pienso que me responderá se acerca al alambrado, al borde del tejado y se sienta, admirando el cielo azul y dándome la espalda. Es como si me ignorara.

—Es divertida la forma en que el universo o destino conspira en nuestra contra, en el pasado creí que yo sería quien te dijera esto. No pensé que te enterarías por otra parte, me disculpo por eso—con palabras que ocultan significados me lo confirma, su voz es vacía, sin emoción alguna. 

    Destrozada me siento a su lado, admirando los demás edificios y el cielo—. Me siento traicionada—confieso mientras las lágrimas se desbordan de mis ojos, Miku pone su cabeza en mi hombro, reticente de darme consuelo.

—Sé que decir lo siento no resuelve nada, el daño ya se ha echo—mi sollozo incrementa y la escucho suspirar hondamente—. Todo lo que estés pensando ahora, deténlo. Déjame explicarme, déjame contarte que pasó y no pasó—simplemente asiento, no me veo capaz de hablar. Pero una repentina calidez en mi mano me dice que ella está aquí para mí—. Fue el invierno pasado, yo ya conocía a Kaito por el instituto pero lo hacía por rumores que oía o me contaban, cuando fue mi nuevo vecino nos hicimos cercanos. Al parecer se mudó a nuestro vecindario por problemas y mi madre se hizo muy amiga de la suya, en esos días ambos nos paseábamos por nuestras casas como si fuera la nuestra. Éramos confidentes, yo podía confiar plenamente en él, contarle de todo y él no me juzgaba. Teníamos una buena relación hasta que... yo tuve que arruinarlo todo, como siempre—aprieto su mano al escuchar aquello, ella sonríe pero aún sigue sin mirarme, solo observa al horizonte algo ausente—. Le dije que me gustaba, pero él me confesó algo que no sabía. ¿Puedes creerlo? Yo, quien se lo decía todo, quien era transparente y no tenía secretos con él, a mí fue a quien eligió para mentir. Me sentí devastada, me sentí patética y realmente mal. Pensé que jugó conmigo, dándome falsas esperanzas y aumentando mis expectativas; ya he cambiado mi perspectiva que tenía hacia él pero, no por eso dejará de ser un idiota para mí.

—Vaya... bueno, me hubiera gustado que me lo contaras—ella me observa, finalmente. Tiene una sonrisa algo agria y devastada, me gustaría borrársela de su bello rostro.

—Perdona, pero hablar de eso hace que mi corazón se estruje y duela. No es excusa, pero poniéndome en tu lugar comprendo lo triste y decepcionada que estarás de mi por no habértelo contado—expresa de manera afligida—. Pero, a todo esto, ¿cómo sabes que sigo gustando de ese idiota?—Reprimiendo las risas y secando mis húmedas mejillas suspiro.

—No lo sabía, fue una suposición que me sentó mal. Pensé en que haría si fuera cierto, no imaginé que lo sería pero luego me miraste de esa forma tan dolorosa y dudaste. Entonces lo supe, era verdad. Además, anoche Kaito me dijo algo que me dejo consternada y con mil preguntas, y por cierto, te tiene de fondo de pantalla de su celular—Miku parece sorprenderse ante lo último y sus mejillas se sonrojan.

—¿D-De verdad? Sé que no debería ponerme feliz, pero...—antes de que prosiga hablo.

—No, no deberías ponerte feliz—ella me observa, con enormes orbes celestes que parecen en conflicto.

—Rin, ¿qué quieres decir?Frunciendo mis labios continúo.

—Qué él es gay, y deberías superarlo. Si continúas con esto tu corazón nunca podrá ser libre y feliz—ella me observa por un largo tiempo para luego levantarse y reír espontáneamente, algo que ciertamente no esperaba.

—Espera... espera, ¿me estás diciendo qué ese idiota te contó a ti su sexualidad? Sabes que tardó casi un mes en decírmelo a mi, ¿no?—Asiento con un leve sabor a injusticia en mi boca—. Esto debe ser una broma, ¿por qué Kaito te diría algo en un día cuando tardo un mes para decírmelo a mí?—Y vuelve a reír de manera nerviosa e histérica, no puede asimilarlo.

—Creo que es porque no me conoce, él podría haber pensado que no me lo tomaría en serio, que era una broma—trato de explicar. Miku mira hacia el suelo, pensando.

—Pero te lo tragaste, te lo tomaste en serio y por eso estamos aquí. Es un idiota, en verdad es un idiota...—susurra lo último y apretando los puños, trago un poco de saliva y me levanto.

—Miku—trato de calmar pero ella me observa frenéticamente cuando digo su nombre, con letales ojos azules.

—¡No, Rin! Esto es tan malditamente injusto, además, ¡¿con qué derecho me dices que deje de amarlo cuando tu quieres a tu hermano?!—Y se tapa la boca, como si hubiera dicho algo erróneo, y tal vez sea así—. Rin, yo... Lo siento tanto, no quis...

—No, tienes razón, ¿por qué pides perdón?—Sonriente inquiero mientras me doy vuelta y camino hacia la puerta, pero me detengo a la mitad—. Sé que no tengo ningún derecho a decirte que hagas algo, pero, es mejor olvidar a alguien que podrá convertirse en un desconocido que alguien que no podrá, ¿sabes, siquiera, lo difícil qué es dejarlo ir? No tienes ni idea—y me voy, dejándola sola, pero sintiéndome algo rota. Como si hubiera dejado una parte de mí en esa azotea, una parte que me hacía enfrentar la cruda realidad.

    En estos años, me he dado cuenta de que yo siempre estoy a la expectativa de algo. También me he dado cuenta que debería cambiar eso, a veces, cosas buenas llegan a los que esperan, pero...

    Quiero dejar de ser la que espera.







Amarillo.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora